Que se encuentran microbios en un baño es casi obvio y casi inevitable. Microbios y además hongos.
Pero, por lo menos, esos microorganismos no suelen producir infecciones intestinales o gastroenteritis. Son sumamente desagradables, repulsivos, diría, pero rara vez atentan contra su salud.
No sucede así cuando se encuentran en la cocina, en la alacena, alrededor de los platos y ollas. De esos sí hay que defenderse "a capa y espada". En todos los rincones están acechando, listos para atacar. Porque ellos, aunque no los veamos, no descansan. Están siempre en posición de combate. No saben lo que significa ser inocuos. O inofensivos. Muchos menos compasivos!
Microbios y hongos. Son sobre todo bacterias las que acaban causando las infecciones en el tracto digestivo. Infecciones que pueden ser muy serias hasta el punto de enviar a quien las sufre a un servicio de urgencias.
¿Cuál es el rincón preferido de los microbios? Aunque se les puede encontrar en cualquier superficie o rincón, su lugar de predilección está en la nevera, en el lavaplatos, en la mesa o mesón. Y, algo que no acostumbramos considerar, en las esponjas -o esponjillas y cepillos- con las que lavamos los platos, y en los limpiones con los que los secamos y en aquellos con los que limpiamos la mesa, las hornillas y demás superficies de la cocina.
En general, todos actuamos de acuerdo con las normas de la higiene. Pero no siempre cumplimos todos los pasos para completar el aseo adecuado. Muchas veces, y confesemos el error, abusamos del jabón pensando que las cosas quedarán más limpias, así como también abusamos de los desinfectantes.
A este propósito, no son pocas las veces en que omitimos el jabón y simplemente lo remplazamos con un desinfectante! Con lo cual quebramos una regla básica: no es posible desinfectar sin antes haber lavado!
¿Y qué decir de la nevera? Allí sí que se amontonan las bacterias y, por supuesto, los hongos! Pensamos, erróneamente, que el frío los mata mientras nos protege de semejante invasión. Erróneamente porque también hay microbios a los que les fascina el frío...
¿Cómo llegan a la nevera, nos podemos preguntar? Por una vía muy sencilla: cuando guardamos nuestras compras sn antes haberlas limpiado. Verduras y frutas, por ejemplo, que guardamos en los cajones son antes lavarlas lo que, en consecuencia, implica que lleguen con toda la suciedad que las suele acompañar. Sin querer ser tenebrosos, pero ¿ha tratado alguna vez de imaginar por cuántas manos pasaron las manzanas y las zanahorias antes de que usted las encuentre en el mercado y las lleve a su nevera? ¿Seremos tan inocentes que pensamos que todas esas manos estaban limpias?
Pero volvamos al inicio de nuestra charla. De hecho, ya habíamos mencionado que es indispensable mantener estrictas normas de higiene cuando manipulamos algunos alimentos. Los recordamos: carnes blancas y rojas, pescados y frutos de mar, lácteos. Recordemos también normas básicas:
- Nunca mezclar los alimentos entre sí;
- Lavar con jabón y luego desinfectar todos los utensilios y superficies que estuvieron en contacto con cualquiera de esos alimentos;
- Mantenerlos en la nevera hasta el momento en que se van a cocinar;
- Y allí, en la nevera, separarlos del resto de los productos que ha guardado;
- Si las cantidades preparadas son superiores a las que se consumieron, guardarlas de nuevo en la nevera. El plazo permitido sin correr riesgos es de dos, máximo tres días;
- Si piensa que no se van a consumir en ese lapso de tiempo, es preferible congelar en porciones convenientes según el número de comensales a quienes les ofrecerá el alimento.
Miremos ahora otros artículos que intervienen en la preparación de los alimentos o en la limpieza de los utensilios.
- Esponjas: Las que utiliza para lavar los platos, cubiertos, vasos, tazas. Ollas, sartenes, tablas para recortar, etcétera.
Es conveniente tener dos esponjillas distintas: una para platos, cubiertos, vasos y tazas, y la segunda para ollas y demás recipientes utilizados en la preparación.
Una vez que haya utilizado la esponjilla, recuerde lavarla bien, con jabón y agua caliente, y si lo desea, agregar un poco de desinfectante. Algunas personas las agregan a la losa que ponen en la máquina de lavar la losa, decisión que es bastante adecuada.
Recuerde cambiar con frecuencia la esponjilla.
- Limpiones o trapos para secar:
Son igualmente un refugio bien amado de los microbios. Porque, de todos modos, atrapan suciedad así sea cuando se les cuelga después de utilizarlos.
Lo ideal es cambiarlos todos los días. Con ello, se evitan riesgos de infecciones. Otra solución, que podría ser ideal siempre y cuando esté en las posibilidades de sus bolsillos, sería la de remplazar el limpión o trapo para secar por papel absorbente desechable. Dirán algunos que no es ecológico, lo cual es hasta cierta medida cierto. Pero es prudente, sobre todo cuando hay bebés, niños y personas ancianas o delicadas de salud, vulnerables.
Es de más recordar que esos limpiones deben utilizarse únicamente para secar la vajilla y las ollas y demás utensilios. Jamás deben utilizarse para las superficies, lavaplatos y demás.
- Más trapos:
Por supuesto, están los que se han de utilizar para las distintas superficies, sobre todo las mesas, y los que serán para el piso.
Podría pensarse que es obvio más no lo es para todos! Y en ese terreno sí que pululan las infecciones! No sólo es indispensable estarlos lavando después de cada uso sino que es menester acudir a un detergente más fuerte que el utilizado para los utensilios de la comida.
No nos engañemos: sin caer en una obsesión, sí es indispensable hacer prueba de imaginación y disciplina si se quiere evitar las infecciones.
Recuerde que hay productos que pueden ser aliados a la hora de la limpieza. Entre éstos, el vinagre blanco. Algunos llegan a considerarlo como más efectivo que el mismo cloro u otros desinfectantes químicos. De todos modos, es bueno, y le puede ayudar aún para desinfectar las verduras como la lechuga y las aromáticas, hierbabuena, perejil y otras.
Otro consejo: evite dejar en la cocina trastos sin lavar. Los residuos que quedan en ollas y platos o cubiertos degeneran en bacterias y ya sabemos que éstas no son sus amigas. Sino que están al asecho para atacar...
Y algo más: es mejor desechar un alimento si no está convencido de su idoneidad antes de exponerse usted, y su familia a enfermar por infección y descuido.
Es cierto que no todo el mundo tiene suficiente tiempo para ser minucioso. Por lo menos, hay que intentarlo. No lo lamentará.