lunes, 27 de octubre de 2014

Dietas y más dietas



Sin lugar a dudas, no deben estar muy contentos los profesionales de la nutrición y la dietética. Con la proliferación de dietas que salen al mercado, pocas de ellas con fundamentos científicos, muchas en cambio llenas de promesas y pobres en verdades.

Sí pueden lograr resultados extraordinarios, muchas de esas dietas, y esto las puede lanzar al estrellato y ponerlas de moda. Muchas, muchísimas enganchan numerosos incautos quienes, felices de perder kilos, no cuestionan qué hay más allá de los resultados.

Y lo que hay, con demasiada frecuencia, son desajustes en el organismo, consecuencias negativas, perjuicios que se harán visibles un tiempo después.

Con el agravante de que, lejos de ser una garantía, perder muchos kilos en muy poco tiempo es casi sinónimo de que esos kilos regresarán tan rápido como se fueron. A veces con creces... Porque las dietas no enseñaron nuevos hábitos alimenticios como ha de ser toda dieta que merezca respeto.

Aquí, muy someramente, se presentan unas pocas propuestas -dietas- con los comentarios que de las mismas hacen la profesora Jane Plant y el médico nutricionista Gill Tidey, en su libro "Eating for better health" (Alimentarse para lograr una mejor salud).

La dieta de las proteínas

La que recomienda un consumo alto, casi exclusivo de proteínas frente a una casi absoluta eliminación de los carbohidratos.

Una dieta que sigue siendo muy popular pues lleva al logro de una pérdida rápida de kilos, pero que es altamente controversial. En primer lugar porque puede conducir a una ketosis o situación en la que el cuerpo solo quema la grasa almacenada como única fuente de energías ya que no recibe la de los carbohidratos. 

Con esta dieta, electrolitos vitales, como el potasio, pueden reducirse de manera peligrosa lo que lleva a arritmias y al riesgo de infartos cardíacos. Quienes siguen estas dietas, aún durante tiempo reducido, suelen sufrir de estreñimiento (las proteínas animales no aportan fibras), estados de ánimo inestables, depresión y dolores de cabeza.

Cuando se siguen durante largos períodos, corren peligro los músculos -que se debilitan- y los huesos que se vuelven porosos. De hecho, la pérdida inicial de peso puede deberse precisamente a la reducción de la intensidad de los huesos que a la pérdida de grasa.

Varios otros riesgos acompañan la adopción de estas dietas de altas proteínas y cantidades pobres -o nulas- de carbohidratos. A largo plazo, pueden surgir daños en los riñones, várices y cáncer consecuente del estreñimiento crónico.

Dietas "detox"

Es un hecho: el organismo necesita desintoxicarse. Sin embargo, existen muchas vías para lograrlo, sin caer en errores ni en excesos.

Está, por ejemplo, la dieta que lleva a una casi hambruna a quien la asume. El ayuno no es saludable y menos aún si se mantiene durante períodos largos de tiempo. 

Muchas dietas extremas, que acaban por causar desequilibrio en el organismo, pueden conducir a infartos cardíacos. Por demás, y con frecuencia, en el curso de esas dietas se produce la elevación de los niveles del colesterol por cuanto, ante el consumo excesivamente bajo de alimento, el sistema de control de la quema de calorías fracasa dejando sin defensas al mismo cuerpo para combatir el colesterol.

Otro comentario bien importante tiene que ver con los nutrientes que se reciben con esas dietas extremas. Siendo, una vez más, tan poco los alimentos que se consumen, se presentan fallas serias en la cantidad de vitaminas, minerales y otros nutrientes esenciales como son el omega 3. Esto, bien se sabe, atenta contra la buena salud.

Se olvidan con frecuencia esas dietas de tener en cuenta la procedencia de los alimentos que recomiendan, su contenido en preservativos, colorantes y otros químicos, la manera como son preparadas las carnes etcétera.

Dietas contra el cáncer

Clamando la protección contra la proliferación de células, cáncer, linfomas y otros, se cometen también enormes errores. Que, de mantenerse por períodos largos, casi podrían resultar en efectos contrarios a los buscados!

Veamos algunos ejemplos:

- Eliminar el azúcar y, en ese mismo orden, eliminar todo cuanto es fruta... Se basan en el concepto de que las células cancerosas son muy poco eficientes en producir energía y que, por eso mismo, andan en busca de azúcares...

Todos los carbohidratos producen glucosa cuando son metabolizados. El cuerpo la necesita: si solo mencionamos el cerebro, recordamos que su principal puente de energía son precisamente los azúcares, y sin éstos colapsaría!

La gran recomendación que prevalece es que nadie, y menos aún los pacientes de cáncer, debería consumir azúcar refinado o cualquier otro carbohidrato refinado (que sea pan blanco u otros). Este no es el caso de las frutas: portadoras altas de antioxidantes, ellas aportan nutrientes que son eficientes en extremo para luchar contra el cáncer. La piña se da en ejemplo: rica en bromalina, agente poderoso para combatir los tumores, fortalece las células inmunitarias que igualmente van en contra de las células cancerosas.

- Otras dietas anticáncer recomiendan eliminar las berenjenas, papas, tomates y pimentones picantes.

Y sin embargo, el licopeno que se encuentra en los tomates, por ejemplo, es un poderoso luchador contra el cáncer. Pueblos -como el mediterráneo- en cuyas dietas abundan los alimentos "prohibidos" por estas dietas sufren de incidencia mucho más baja de cáncer. En cuanto a los pimientos, con su capsina, son igualmente excelentes oponentes al cáncer, incluida la leucemia!

Y debería más bien recalcarse que el único punto de enlace entre las verduras y el cáncer podría encontrarse en las papas fritas (vistas éstas como verduras). Se sabe que los alimentos fritos abren la posibilidad de que se presenten células cancerosas, sobre todo cuando se comen en exceso.

- ¿Y las que aconsejan (u ordenan) eliminar el trigo? Qué sucede, se podría responder entonces, cuando se consume el trigo integral? Se olvidan esas dietas que el trigo contiene una gama amplia de fitoquímicos que sí reducen el riego de cáncer. El problema podría presentarse cuando se consume el trigo refinado, en el cual se pierde la casi totalidad de los nutrientes protectores.

- Otras aconsejan eliminar el consumo de soya con el supuesto de que contiene fito-estrógenos Remplazando la soya por yogur que es rico en probióticos.

La observación lleva a la conclusión de que los pueblos que consumen cantidades altas de soya y de leguminosas y cereales presentan índices muy inferiores de cáncer ocasionado éste por la presencia de hormonas como el estrógeno.

La conclusión no puede ser más obvia: los extremos nunca (o casi) son recomendados. ¿Desea perder unos kilos? Acuda adonde un nutricionista o un dietista. Médicos que, en vez de poner en peligro su salud, protegerán su bienestar.

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