viernes, 18 de diciembre de 2015

Alcohol: vencer el guayabo (2)



Al día siguiente es cuando llega el guayabo... La resaca, el ratón, la gueule de bois, el hangover...

Cualquiera que sea el idioma, cualquiera que sea la expresión, todos sabemos lo que es... El temido y tan pesado regreso a la sobriedad. Lo que sentimos al despertar cuando la noche anterior compartimos tragos.

¿Existe alguna fórmula mágica para vencer el guayabo? Sí y no. Porque, de todos modos, los efectos del alcohol permanecen varias horas antes de desaparecer. Nos taladran y a veces nos hacen "odiar" todo lo que huele a alcohol. Odiar... hasta la próxima celebración!

Los efectos del alcohol en el organismo son tanto fisiológicos como sicológicos. Entre los primeros, encontramos:

- El alcohol ensancha la diámetro de arterias y venas lo que produce, en primera instancia, una sensación agradable de sentirse más caliente. Agradable si nos encontramos en países  donde el invierno acompaña la navidad. Pero la ilusión del calentamiento dura poco porque no solo es efímera sino que el cuerpo pierde su poder de enfrentar el frío. Cuando se trata de bebedores fuertes, el ensanchamiento de pequeñas venas se observa tanto en la nariz como en las mejillas.

- El alcohol altera la presión arterial. Si usted es hipertenso y toma más de cinco copas diarias (dos si es mujer), pierde su tiempo y su dinero tomando pastillas para combatir la tensión alta porque la bebida, de todos modos, la mantendrá alta.

- El exceso de alcohol puede llevar a una cardiopatía, es decir que debilita el músculo cardíaco. Pero aquí se presenta una contradicción: pequeñas cantidades de alcohol -tal como una copa diaria- dilatan las arterias coronarias y contribuyen a nivelar o bajar la tensión arterial, lo que aleja el riesgo de una trombosis. 

- El alcohol puede causar gastritis, una inflamación crónica y el engrosamiento de las paredes del estómago. A la larga, puede así mismo dañar las paredes del intestino y del páncreas.

- Ocasiona también varios trastornos en el hígado.

- Está asociado a un riesgo mayor de contraer un cáncer en los sistemas respiratorio y digestivo. 

- También desata una serie de anormalidades bioquímicas entre las cuales un disbalance y la escasez de las hormonas sexuales, intolerancia a la lactosa, incremento de los depósitos grasos, entre ellos en el hígado, altos niveles de ácido úrico, incremento del lactato que produce ansiedad en algunas personas.

Entre los efectos sicológicos, se incluyen el debilitamiento o la destrucción de los centros cerebrales responsables de controlar el comportamiento. Deforma o elimina la sensación de culpabilidad, de control en las actitudes, de las inhibiciones lo que lleva a comportamientos desordenados. Otro efecto bastante frecuente es el de causar depresión.

Por supuesto, si usted es un bebedor muy ocasional y que limita al máximo su consumo de bebidas alcohólicas, estos efectos no se manifestarán. Sin embargo, no siempre se sabe cuál es el límite entre el exceso y la sobriedad. A veces, en algunas personas, el hecho de tomar todos los días dos o tres copas conduce a una dependencia. Se ha comprobado que existe una poderosa influencia genética, heredada de uno o ambos padres que hace que cualquier sustancia aditiva, consumida con regularidad, así sea en pocas cantidades, pueda convertirse en adicción.

Estamos entre personas que son moderadas en su bebida. Para ellas, el hecho de tomar cinco o seis tragos en una noche puede producir guayabo, o resaca, o ratón como lo llaman algunos. 

Los síntomas varían de una persona a otra. Lo hemos visto: hay quien se pone muy alegre, hay quien cae en la tristeza. Algunos se duermen mientras que otros se llenan de energía y no paran de bailar...

En general, el trago puede ocasionar vómito, pérdida del apetito, dolor de cabeza, sueño, cansancio, pérdida de la estabilidad y la coordinación, sed, fatiga en músculos y articulaciones... Esto sucede porque, quizá, usted bebió más de lo que su hígado podía procesar y el exceso ha entrado en su flujo sanguíneo. O porque, mientras usted estaba bebiendo, se adormecieron las señales del estrés y éstas solo se despertaron al día siguiente, momento en el cual usted debe empezar a "torearlas" y apaciguarlas.

¿Cómo vencer el guayabo y tantas sensaciones desagradables que se presentan al día siguiente?

- El alcohol es diurético. Se le aconseja tomar muchos líquidos antes y después de tomar trago.
- Tome mucho jugo de fruta. Ayudará a su hígado, agotado por la sobrecarga, a metabolizar la bebida etílica.
- Tome un complejo de vitaminas B y quizá una o dos tabletas para combatir la acidez estomacal.
- No empiece a tomar alcohol con el estómago vacío. Coma algo consistente antes y durante el tiempo en que se encuentra tomando alcohol. La leche, grasas y aceites cubren las paredes del estómago lo que le ayuda a absorber y anular parte del alcohol.
- Tome vitamina C: no solo ayuda a absorber el alcohol sino que ayuda al hígado a metabolizarlo.
- Evite mezclar distintos alcoholes. Sobre todo aquellos que contienen congéneres. Estas son sustancias que se les agrega para realzar el sabor, el aroma y el color. De hecho, son factores importantes en la aparición del dolor de cabeza después del consumo.
- Procure no acostarse justo después de haber bebido. Sería ideal que permaneciera despierto un par de horas más después de la última copa.
- No piense en salir a hacer cualquier ejercicio fuerte. Natación, ciclismo, carrera o jogging, peor aún, fútbol o tenis! Todos quedan prohibidos: su cuerpo no solo está deshidratado sino que el alcohol ha dejado en él sustancias tóxicas que pueden afectar seriamente su corazón. Descanse. Recuperará mejor sus energías y su integridad! 

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