Una de cada diez personas en el mundo enferma cada año como consecuencia de infecciones producidas por los alimentos.
Esto significa la enorme cantidad de 600 millones de adultos y niños. Pero, lo que es aún peor, es que, entre ellos, 420.000 mueren como consecuencia al consumo de alimentos deteriorados, portadores de infecciones, virus, hongos, venenos...
Muertes que la Organización Mundial de la Salud (OMS) da a conocer en un primer informe elaborado con los estudios e investigaciones adelantados a lo largo de diez años. Estudios que hablan de dramáticos hechos tanto en Africa como en Asia del sureste. Y menos dolorosos en Europa y las Américas.
Aunque no contabilizan más que el 9 por ciento de la población mundial, los niños menores de 5 años constituyen el blanco preferido de las infecciones. Son ellos, además, los que mayor número de muertes aportan a las cifras totales. Suman el 35 por ciento de las 420.000 víctimas anuales.
¿Cuáles son las causas principales? Los alimentos contaminados por bacterias, virus, parásitos, toxinas y productos químicos. Que desencadenan las enfermedades de origen alimenticio. Se calcula que son 31 agentes patógenos. La inmensa mayoría de los cuales podrían y deberían evitarse con medidas de prevención y precaución, con normas de higiene alimenticia y, por supuesto, con agua potable.
A veces, se dan a conocer hechos a los que es difícil dar crédito. Por ejemplo la falta de higiene tanto personal como en el hogar y el ambiente de la habitación y la cocina.
¿Cómo es posible, nos preguntamos, que a las personas se les recuerde e insista, cuando no se les enseñe, a lavarse las manos después de haber estado en el baño y antes de cocinar o preparar los alimentos. El hecho de lavarse las manos, ese simple hecho, ayudaría a evitar un sinnúmero de enfermedades. Que ocurra en los países llamados en vías de desarrollo, en donde la educación tiene enormes fallas, es casi comprensible. Pero es inconcebible que en los países más industrializados, donde se ha llegado a la cumbre de la tecnología y el progreso, se tenga que recordar a hombres, mujeres y niños, que es indispensable lavarse las manos después de haber estado en el baño, o antes de cocinar o de comer.
Valga la oportunidad de recordar que existen normas muy claras de higiene en la cocina. Válidas para todos nosotros. Que sea este el momento de recordarlas y recalcarlas.
Con las compras.-
¿Es usted de los que regresan del mercado y guardan sus compras de una vez en la nevera sin antes controlar su estado de limpieza y sin proceder a lavarlas?
Existen muchos países en donde las verduras y frutas se compran en expendios capaces de ofrecer garantías de aseo y limpieza. Pero, así mismo, existen muchísimos países en donde los alimentos llegan al mercado y, en consecuencia al hogar, contaminados. Muchos de ellos son portadores de tifoidea, para citar una sola enfermedad.
Esta es la primera precaución para recordar: es imprescindible que todo alimento que ingrese a la nevera y que, obviamente, se lleve a la olla, debe encontrarse en estado de absoluta limpieza. De manera especial, se pueden citar las frutas y verduras que se presentan sin cáscara.
No es de más hablar de cómo lavarlas bien. Una de las maneras más eficaces para lechugas, perejil y otras hierbas aromáticas, para cualquier verdura similar que se suele consumir sin cocinar, es la de echarla, durante 10 minutos, en una ponchera de agua adicionada de una o dos cucharadas de vinagre blanco. El vinagre es un desinfectante poderoso que ayuda a matar impurezas.
Cuando subsisten dudas, es recomendado utilizar pastillas desinfectantes que se pueden comprar en el supermercado o en farmacias (droguerías). En general, no se hace necesario enjuagar las verduras o frutas después de haberlas sumergido en la solución. Sin embargo, si teme que el sabor del producto sea molesto, es muy fácil enjuagar con agua potable.
Para frutas y también verduras de dudoso origen, se recomienda siempre pelarlas. Es una lástima pues en la cáscara se encuentra una buena dosis de vitaminas, pero es preferible perderlas que correr el riesgo de una infección bien sea por bacterias o por productos tóxicos.
En la cocina.-
Los detergentes que se encuentran en el mercado son bastante eficientes para desinfectar las superficies de trabajo en la cocina. Sin embargo, existen muchos casos y circunstancias en que se hace imprescindible utilizar productos más poderosos.
Es cuando manipulamos alimentos como la carne pero sobre todo el pescado y el pollo. Son productos de una gran fragilidad y muy propensos a transmitir infecciones por bacterias como la salmonella y el E. coli.
Deben cuidarse de manera especial los productos lácteos y los huevos. Ambos son propensos a descomponerse con mucha facilidad y ambos pueden ser portadores de virus bastante severos. En este sentido, siempre es recomendado consumir la leche y sus derivados pasteurizados, y evitar los que son confeccionados de manera artesanal sin siquiera hervir la leche.
Para evitar enfermedades, es aconsejable mantener separados los alimentos unos de otros. Tanto en la nevera como en los planos de cocina. Nunca mezclar alimentos crudos, como las verduras y frutas, con el pollo crudo. O con la carne o el pescado.
Es más: cuando se ha manipulado cualquier carne, de manera especial el pollo, se debe proceder a lavar y desinfectar todos los utensilios utilizados: cuchillos, tablas, cucharas y demás. Igual debe hacerse con las tablas y superficies utilizadas. Agua, ojalá caliente, jabón y solución con cloro.
En cuanto a la cocción, la norma debe mantenerse en la precaución: nunca dejar el pollo a medio cocinar. Nunca tampoco comer carne molida si no está bien cocinada. En referencia con el pescado, se debe cuidar, de manera muy minuciosa, su procedencia. Hoy asistimos al auge de los sushi y demás preparaciones de origen asiático que ofrecen el pescado y otros productos de mar crudos. Si no tiene la certeza de la seriedad del establecimiento en donde son preparados, si tiene cualquier duda, es mejor evitarlos.
Otra medida de precaución adicional para evitar intoxicaciones e infecciones es la de nunca congelar dos veces un mismo alimento. Bien sea la carne, el pollo, el pescado, los mariscos, cualquier otro producto similar que haya sido descongelado debe consumirse ese mismo día. O, cuando máximo, al día siguiente. Si no, es preferible desecharlo pues su "recongelación" implica riesgos enormes.
Y en el baño.-
Ya lo sabemos, y de sobra. Cada vez que se entra al baño, es imprescindible lavarse las manos. Cada vez que se va a cocinar, es igualmente imprescindible lavarse las manos.
Cuando se va a comer y después de comer, igual. En las manos llevamos decenas de bacterias y virus que, por supuesto, son invisibles para nosotros, pero que son muy activos y que solo esperan la oportunidad para proceder a dejar estragos.
Precauciones.-
De manera muy especial, se debe cuidar del agua que se consume. Si no se dispone de agua potable, como puede suceder en un día de paseo en el campo, es necesario hacer una reserva de agua embotellada. Y si esto no es posible, es aconsejable dejar el agua hirviendo durante por lo menos 10 minutos y esperar a que se enfríe para consumirla, luego de haberla batido con un tenedor para que se airee.
Y si se presenta una diarrea severa, es preciso recordar que lo más importante es evitar la deshidratación, principal causa de muerte. Existen en las droguerías o farmacias preparaciones que ayudan a la rehidratación. Si usted va a salir fuera de casa, bien sea para las vacaciones o un día de campo, tenga a la mano estas soluciones en caso de requerirlas.
Y si la diarrea persiste, sobre todo en los niños, lo mejor es acudir a un centro hospitalario. A menos que el médico lo recomiende, nunca se debe tomar o administrar remedios que paren la diarrea. Primero se debe frenar la pérdida de líquidos y en seguida buscar la causa para luego seguir el tratamiento que el médico ordene.
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