¿Se siente usted cansado, de mal humor, sin energías? ¿Le cuesta esfuerzos enormes emprender cualquier actividad y sólo quisiera echarse a dormir o, por lo menos, mantenerse recostado?
Si estos síntomas le acosan, sin que existan causas aparentes, comience a sospechar de que le hace falta hierro. No hablamos todavía de que tiene anemia pero sí se puede pensar que son escasas las reservas del mineral en su organismo. ¿Por qué? Existen muchas razones. Pero una de ellas puede ser que mantiene una alimentación poco balanceada. En la que faltan verduras y frutas frescas.
Pero también puede surgir una inquietud: si su dieta es completa, ¿habría alguna razón para que su cuerpo no absorba el hierro?
Sí, es bastante frecuente. Porque, así como existen amigos del hierro, también se encuentran enemigos del mismo que pueden originar una anemia.
De hecho, ésta, la anemia, es vista por los nutricionistas como el enemigo número uno de la nutrición.
La anemia por falta de hierro es una enfermedad más frecuente entre los jóvenes que entre los adultos mayores. Mucho más frecuente entre mujeres que entre hombres, de manera especial cuando sufren de menstruaciones muy abundantes y/o cuando se encuentran en gestación.
Pero es igualmente una enfermedad que se encuentra tanto en países ricos como entre los pobres. Aún si la situación parece haber evolucionado, hay países en desarrollo, y -tan de actualidad- países azotados por guerras y violencia en donde el 50 por ciento de los niños y mujeres gestantes padecen de anemia. En estos casos, por supuesto, ésta se deriva de una alimentación deficiente.
Cuando se dice anemia vienen a la mente situaciones de fatiga y pérdida de energías. Estas son señales clásicas aunque no únicas. Porque pueden igualmente presentarse la depresión, irritabilidad, pesimismo. La falta de hierro es así mismo una de las causas de fracasos escolares por cuanto afecta el cerebro y su funcionamiento, impide la concentración y altera el aprendizaje.
¿Qué debe hacerse?
Por supuesto, el primer paso es el de consultar con un médico. Este, seguramente, le ordenará un examen de sangre para medir los niveles de hemoglobina glóbulos rojos. Con ello, confirmará que usted tiene deficiencia de hierro o, en dado caso, que sufre anemia.
Hablamos de la alimentación. Pero se presenta acá un detalle interesante que vale la pena tener en cuenta a la hora de tomar correctivos ante la carencia de hierro. Investigaciones adelantadas por especialistas franceses llevaron a la conclusión de que las posibilidades de sufrir de deficiencia de hierro no siempre están ligadas con la dieta. El estudio demostró que existen numerosos factores que aumentan la absorción del hierro y otros muchos que la frenan o disminuyen. Y estos factores se hacen más importantes que la cantidad de hierro que se ha recibido a través de la alimentación.
Están, en primer lugar, los mejores amigos del hierro.
Se encuentran tanto entre los alimentos animales como en los vegetales. Entre éstos, el amigo del hierro más leal y eficiente es la vitamina C. No significa esto que los alimentos ricos en vitamina C aporten hierro sino que, en presencia de esta vitamina, el organismo absorbe bien el mineral. Basta con 75 miligramos de vitamina C para que se logre el objetivo.
Otro amigo del hierro es la carne: res, ave o pescado. No son necesarias grandes cantidades: con una porción de apenas 80 gramos, el organismo recibe y absorbe el hierro. Las carnes aportan hierro hemático que no solo es muy bien absorbido sino que, a su vez, contribuye a la absorción del mineral que pudiera encontrarse en otros alimentos.
Aquí va una lista de alimentos que pueden proporcionarle un mínimo de 75 miligramos de vitamina C. La medida es la de una taza de: brócoli, repollitas de Bruselas, coliflor, cogollos verdes, jugo de arándano, de pomelo o de naranja o de piña, una taza con trozos de papaya, de fresas frescas o congeladas, medio melón.
Miremos ahora los enemigos del hierro.
Los que inhiben parcial o totalmente la absorción del mineral. Entre los principales se incluyen:
- El té. Tomado junto con la comida puede absorber las dos terceras partes del hierro que contengan los alimentos.
- El café. En menor proporción que el té pero también influye de manera negativa. Se recomienda en este caso tomarlo como mínimo una hora antes de la comida. Es aconsejable esperar aún más tiempo después de la comida.
- La harina de soya. Aunque es portadora de hierro, contiene en sí sustancias que lo inhiben.
- También existen sustancias en 5 leguminosas que convierten éstas en enemigas de la absorción del hierro. Son estas leguminosas las habas de soya, fríjoles negros, lentejas, guisantes y judías mung.
- Los productos lácteos y la yema de huevo reducen la absorción del hierro no hemático contenido en todos los alimentos.
- Existen sospechas de que los cereales integrales también impiden la adecuada absorción del hierro. Sin embargo estas sospechas no han podido confirmarse en estudios adelantados con personas que se alimentan de muchas fibras y de salvado.
Si usted necesita de un suplemento, su médico se lo formulará. Es, de hecho, la alternativa más segura para suplir la deficiencia de hierro. Tiene el inconveniente de que puede producir pesadez estomacal, dificultades para digerir y hasta estreñimiento cuando las dosis son altas. Sin embargo, en este campo los laboratorios han logrado poner sobre el mercado fórmulas mucho más fáciles de digerir y con menores efectos secundarios. Lo importante es no dejar avanzar la deficiencia. Mejor atajarla a tiempo.
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