viernes, 11 de marzo de 2016

Oídos: ¡demasiado ruido alrededor!



Hoy no vamos a conversar acerca de los alimentos ni de los nutrientes. Se presenta un tema que, si bien es ajeno a nuestras usuales charlas, adquiere una importancia fundamental por su incidencia en la salud.

Se trata de los traumas auditivos. Del ruido ensordecedor que nos rodea en todas las instancias de nuestra vida. De las consecuencias tanto físicas como mentales que se genera.

Y si bien la obesidad se ha convertido en una epidemia mundial, las dificultades auditivas, y aún la sordera se están convirtiendo en otro de los puntos frágiles del bienestar humano. Como lo piensan los especialistas, está tomando el perfil de otra epidemia que afecta a grandes pero sobre todo a jóvenes y pequeños de todos los países.

Hace pocos meses, la Organización Mundial de la Salud lo advirtió: los traumas auditivos amenazan a más de 500 millones de jóvenes en el mundo porque se han acostumbrado a escuchar música en volúmenes demasiado elevados.

El tema cobró relevancia esta semana en desarrollo de la Jornada Nacional Francesa de la Audición. De acuerdo con las investigaciones dadas a conocer los resultados son alarmantes: una de cada dos personas se siente agredida por el ruido bien sea en su lugar de trabajo como en los lugares públicos y, específicamente, en los transportes públicos, cuando se desplaza por la ciudad. Nueve de cada diez personas concluyen que el ruido afecta de manera directa su salud.

Si bien estas informaciones se desprenden de estudios hechos en la población francesa, de acuerdo con los investigadores, los mismos efectos puede extrapolarse a otras naciones, sin temor a equívocos. El ruido, dicen, es un fenómeno mundial. Permanentemente, la población está expuesta a la presión sonora y esta deteriora tanto la integridad de los oídos como el bienestar físico y mental de las personas.

De hecho, al ruido se le considera hoy como una fuente de polución. Polución sonora: las pausas silenciosas ya no existen en el cotidiano. "Hace unos años, el ruido no violaba la esfera de lo privado", dicen los investigadores. Hoy, en cambio, lo invade todo.

Basta con mirar alrededor: los jóvenes viven día y noche con los audífonos o cascos para escuchar música, mirar videos o simplemente para sentirse acompañados y camuflar el ruido ambiental.

Todos, grandes y pequeños andan a toda hora con el teléfono inalámbrico conversando o escuchando música. Adonde van -restaurantes de comidas rápidas incluidos- el volumen de la música es ensordecedor -valga la oportunidad del término-. Y ni hablar de los bares, clubes, salas de baile, etcétera.

"El ruido ejerce una acción directa sobre la parte más sensible: la región auditiva del oído interno". Por supuesto, los efectos tienen una relación directa tanto con la intensidad como con la duración de la exposición al ruido. A largo plazo, el sistema auditivo sufre. Los traumas aparecen y se instalan. Son, por lo general, lesiones irreversibles. Hablamos de ruidos que alcanzan o sobrepasan los 85 u 87 decibeles.

¿Qué significan estos decibeles? Estos son dos ejemplos: en una calle donde circulan automóviles, a la hora pico, y donde hay congestión, el ruido varía entre 75 y 90 decibeles. Los deportes con equipos generan un ruido que se sitúa entre 90 y 110 decibeles.

Mientras que las lesiones se presentan de manera insidiosa y pueden demorar un tiempo no definido en manifestarse, hay circunstancias en las que el daño es casi inmediato. Este es un ejemplo, situación bastante frecuente: en las discotecas, en donde el ruido suele llegar y hasta sobrepasar los 110 decibeles, las lesiones auditivas pueden darse en pocos minutos, y son considerables. 

El ruido tiene además efectos más generales sobre la salud. Alteran también el sistema emocional lo que, en no pocas oportunidades, se traduce en trastornos y lesiones orgánicos. Se ha demostrado que personas que se encuentran sometidas a diario a ruidos de distinta intensidad presentan con mayor frecuencia enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial y/o traumas síquicos como ansiedad y hasta depresión. Es el caso de las personas que residen en las áreas cercanas de los aeropuertos. 

Otro ejemplo es el de los funcionarios y otros empleados que laboran en espacios abiertos, oficinas amplias sin divisiones. Allí, el ruido que generan las conversaciones, el timbre de los teléfonos, los desplazamientos de personas y equipos genera mayor agotamiento. En esos ambientes, las personas deben desplegar una concentración extrema para mantenerse eficaces y cumplir con sus obligaciones.

En los lugares de estudio, el ruido genera inatención y falta de concentración. De allí a fracasos escolares y dificultades de socialización, hay pocos pasos.

Los principales problemas denunciado por las personas como consecuencia del ruido incluyen:

- Cansancio: 74 por ciento de las personas
- Trastornos del sueño: 67 por ciento
- Migrañas: 53 por ciento
- Ansiedad: 49 por ciento
- Sordera definitiva: 45 por ciento en los adultos, 30 por ciento en jóvenes de 15 a 17 años
- Dificultades para oír: 42 por ciento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario