Si usted respondió el cuestionario propuesto en la última entrega, sabe hoy qué tan es saludable su dieta. Y qué tan cerca está de recibir una óptima alimentación.
Una dieta que le proporcione todos los nutrientes que requiere no solo para mantenerse en plena forma de salud sino, además, para que se le abran los caminos hacia la longevidad.
En pocas palabras, usted es dueño de su salud y de su bienestar y le corresponde decidir qué quiere hacer y quién quiere ser.
Pero recuerde que la alimentación óptima no está al alcance de todo el mundo. Si usted gusta de la buena vida, no trata de suprimir el café o el vino rojo con todas sus comidas, si se mantiene con el hábito de comprar platos ya listos o comidas de aquellas que se acercan a la calificación del junk food, a ese momento se hace completamente irreal su empeño en alcanzar la máxima calificación cuando se habla de dieta óptima.
Sin embargo, lo anterior no significa que vamos a inclinarnos completamente hacia el otro lado. Para lograr una excelente alimentación, no necesita únicamente comer productos orgánicos, ni solamente verduras y frutas crudas, ni tampoco desechar con total convencimiento cualquier alimento ya listo para consumir. O un helado hecho con crema, o unas papas fritas (¡una vez cada seis meses!), o una tajada de pan con mantequilla...
Piense más bien que esa dieta óptima la va a lograr mediante el balance y el equilibrio, la moderación y mucha cabeza. Sí, pocos antojos que pasan por sus ojitos, y más bien mucha reflexión.
Pero no es solo cuestión de saber seleccionar los productos, combinar los alimentos y aprender a cocinarlos. Existen otros factores que pueden mezclarse y obstaculizar su decisión: el medio ambiente y sus propios hábitos, el lugar en donde trabaja y su misma ocupación laboral, los niveles de estrés que suele manejar los mismo que la polución a su alrededor. Todos estos factores incrementan nuestra necesidad de consumir una alimentación rica. Y no pocas veces nos llevan hacia el hábito de fumar o de consumir alcohol.
Para ayudarle a discriminar los obstáculos que se le presentan, le proponemos el siguiente cuestionario:
- ¿Mi vida se desarrolla cargada de altos niveles de estrés?
- ¿Qué tan polucionado es el ambiente en donde vivo, y qué tanto lo es el lugar en donde trabajo?
- ¿Con qué frecuencia como productos ya listos para ser consumidos, enlatados, salsas empacadas y listas bien sea para ensaladas, pastas u otros platos, platos ya listos ya sea congelados o de nevera?
- Qué cambios en mi dieta podría asumir sin entorpecer mi diario vivir y sin alterar mi vida familiar o social?
- ¿Qué clase de dieta se acostumbra tener en mi familia? ¿Si cambio mi rutina alimenticia, alterará la de mi familia?
- ¿Pueden interferir en los cambios de mi dieta alguna creencia religiosa o la misma religión que practico?
- ¿Soy adicto al tabaco?
- ¿Y al alcohol?
Como podrá suponerlo, todos estos cuestionamientos pueden afectar su salud, los nutrientes que necesita en mayores proporciones, y la facilidad con la que usted tendrá que enfrentarse a la hora de decidir sus cambios dietéticos.
Como sucede con cualquier cambio en la vida, usted deberá ajustar su dieta por etapas. No lo haga de manera súbita, pretendiendo alcanzar el extremo opuesto. Si usted, en el cuestionario, se encontró en el nivel 3 de la calificación hacia la dieta óptima, comience por aspirar a alcanzar el nivel 4. Una vez que habrá asumido esos cambios y que se habrá acostumbrado a ellos, vaya más adelante y siga ascendiendo en la calificación.
Cada etapa podrá requerir un despliegue de esfuerzos durante varias semanas, o un par de meses, mientras usted logra acoplarse a los cambios.
Esta será la forma más adecuada para lograr su objetivo, o sea, para alcanzar la dieta óptima (o casi). Muchas de las dietas para adelgazar o para lograr una vida más saludable, fracasan porque sus exigencias son un tanto absurdas. Buscan de una vez brincar del nivel 3 al 7 lo cual es bastante poco realista.
Avance de manera paulatina, gradualmente. No ejerza violencia contra usted mismo, esto no le producirá ningún beneficio sino que, por el contrario, le dejará desazón y no pocas frustraciones. Entre más graduales sean incorporados los cambios en sus hábitos cotidianos, más fácilmente estos hábitos serán asumidos como una nueva ventana en su estilo de vida.
Para ayudarlo. aquí se plantean unos consejos:
- Incremente el consumo de pescado
- Disminuya el de las carnes rojas
- Coma más frutas y verduras
- Incluya en su dieta nueces y semillas
- Utilice el aceite de oliva para cocinar, aderezar sus ensaladas y asar en el horno
Y recuerde:
Usted puede reducir en un 4 por ciento el riesgo de sufrir de un infarto por cada porción de verduras que agregue cada día a su dieta, y en un 7 por ciento por cada fruta que coma. Las verduras de hojas verdes son especialmente saludable.
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