Quizá lo que más ha atrasado a la ciencia en el estudio del Alzheimer -sus causas, prevención, tratamiento- es el hecho de que no es aún posible analizar lo que sucede en el cerebro mientras el enfermo se encuentra en vida.
Sí, por supuesto, la investigación sobre el cerebro de una persona difunta se hace. Lo que ha permitido grandes avances. Pero éstos no han sido aún definitivos para combatir y vencer la enfermedad.
Entre tanto, muchas opciones se han citado. ¿Puede ser ésta una enfermedad con predisposiciones genéticas? ¿Influyen las sustancias químicas tóxicas en la degradación de las neuronas, su destrucción y la aparición del Alzheimer? ¿Será cuestión de uno o más virus?
Aquí quedan consignadas algunas respuestas iniciales a tantas inquietudes. Se reitera, sin embargo, que son respuestas preliminares, extraídas de distintos estudios científicos pero no son determinantes ni mucho menos categóricas.
Diagnóstico.-
Hasta no hace muchos años, el Alzheimer quedaba incluido en el gran capítulo de las demencias seniles. Hoy ya se hace una distinción muy clara. Sí, es una degeneración de algunas estructuras del cerebro pero es bien distinto de otras demencias seniles.
Siendo imposible diagnosticar con plena certeza científica que está presente la enfermedad de Alzheimer, científicos y médicos han establecido una serie de parámetros mediante los cuales el diagnóstico se hace por eliminaciones. Se excluyen, entre otros, la ocurrencia de accidentes cerebrovasculares, se descarta la presencia de un Parkinson, de arteriosclerosis en el cerebro, de estragos causados por el alcoholismo, tumores, depresión, reacciones adversas a medicamentos y otras sustancias problemas siquiátricos.
Se establece así mismo que no se trata simplemente de una falla de la memoria. Otros muchos síntomas se hacen necesarios para diagnosticar, finalmente, que sí se trata de un Alzheimer. A veces, el estudio toma meses y hasta años antes de confirmarlo.
Herencia.-
La predisposición genética no está descartada. Es más, se han observado miembros de una misma familia afectados por la enfermedad. Se establece de todos modos que la latencia, la posibilidad de desarrollar Alzheimer puede estar presente y manifestarse siempre y cuando concurran varias otras factores.
Algunos estudios han llegado a concluir que los que sufren del Síndrome de Down, o de leucemia pueden desarrollar un Alzheimer al pasar los 40 años de edad. La explicación que da origen a esta teoría es el hecho de que, en ambos casos, las personas sufren de graves carencias nutricionales, deficiencias en minerales y vitaminas, así como intolerancias y alergias alimenticias. Deducen igualmente que, al corregir las deficiencias, se aleja la posibilidad de que se manifiesta la enfermedad.
Virus.-
No es extraño asociar a los virus como una de las causas de la enfermedad. En efecto, muchos pacientes de Alzheimer dan señales de infecciones a repetición tales como picos de fiebre y niveles muy bajos de glóbulos blancos.
Algunos científicos han llegado a plantear la posibilidad de que se trataría de virus retro o de muy lento desarrollo. Esto tiene su punto de partida en el descubrimiento, realizado en los años de 1960, cuando se observó que algunos virus permanecían latentes en un organismo durante décadas y solo actuaban muchos años después de haberse dado la infección primaria.
Sí existe la posibilidad de que uno o más virus sea capaz de alterar la actividad de síntesis de las enzimas fundamentales del cerebro o de los mismos neurotransmisores.
Proteínas anormales.-
Existe una pequeña duda a este respecto: algunas anormalidades en las proteínas podrían ser una de las causas del Alzheimer. En efecto, complejos de proteínas así como enlaces de células envuelven e invaden tanto las arterias cerebrales como las terminaciones de nervios que se han degenerado.
Estas son características que se han observado al analizar el cerebro de personas con Alzheimer. Sin embargo, ningún científico ha podido asegurar que pueden ser causa o efecto de la enfermedad. De hecho, existe la posibilidad de que la anormalidad de las proteínas podría derivarse de genes anormales lo que confirmaría la influencia de la herencia.
Es así mismo posible que toxinas del medio ambiente den lugar a enzimas anormales o defectuosas, y éstas podrían dañar o alterar la síntesis de las proteínas. Estas, conocidas como enlaces neurofibrilares, son numerosas en la neuronas cerebrales que producen los neurotransmisores y la acetilcolina.
Neurotransmisores.-
Es bien sabido que los neurotransmisores son sustancias químicas naturales fabricadas por el cerebro a partir de aminoácidos. Estos son sustancias básicas de las proteínas que ingresan al organismo a través de la alimentación.
Los neurotransmisores son mensajeros químicos, presentes dentro del cerebro y a lo largo del sistema nervioso, que permiten la comunicación entre las neuronas.
Algunos de ellos tienen funciones específicas. Otros tienen múltiples funciones y, con frecuencia, su importancia se destaca cuando actúan en concordancia unos con otros.
No existen dudas de que los neurotransmisores juegan un papel importante en el Alzheimer. Investigaciones adelantadas en Gran Bretaña, y que datan de la década de los 70, comprobaron que existían una drástica reducción (90 por ciento) de una enzima clave en el cerebro de enfermos de Alzheimer. Enzima que el cerebro necesita para producir un neurotransmisor conocido como acetilcolina, fabricado a partir del aminoácido colina y la coenzima acetílica A. Esta última requiere de las vitaminas B1 y B5 para funcionar.
Investigaciones posteriores demostraron la mejoría de algunos síntomas cuando los pacientes recibían altas dosis de colina y/o lecitina. El hecho de que no todos los pacientes reaccionaron de manera positiva podría dar lugar a la hipótesis de que existen distintos tipos de Alzheimer.
Otros neurotransmisores pueden estar involucrados en la enfermedad tales como la norepinefrina y la serotonina cuyas carencias se han observado también en el cerebro de pacientes Así mismo, bajos niveles de glutamato en la médula espinal se relaciona con severa demencia senil.
Hasta el momento, no se ha logrado confirmar que toxinas del medio ambiente o carencia de nutrientes sean capaces de bloquear los neurotransmisores, su síntesis o quizá su actividad.
De todos modos, la compleja interacción entre los nutrientes, como las vitaminas y los minerales abre la posibilidad de un disbalance entre los neurotransmisores, de sus precursores o de las enzimas necesarias para su síntesis.
Deficiencias medioambientales.-
Con creciente frecuencia se culpabiliza al ambiente contaminado, a la calidad muy deficiente del aire, de las aguas y de los alimentos, por la aparición de un gran número de enfermedades
Es cierto que a contaminación química del medio ambiente desata e impulsa la aparición de algunas enfermedades. Y nadie puede impedirse de pensar que el mismo deterioro y la invasión de sustancias químicas no son parte esencial, causa primaria del Alzheimer.
Se ha comprobado, por ejemplo, que fumadores -que fuman más de un paquete diario de cigarrillos al día- son cuatro veces más propensos a enfermar de Alzheimer. Pero esto no significa que el tabaco sea causa de la enfermedad. Junto con tantos otros factores del medio ambiente, más la susceptibilidad genética, el tabaco puede convertirse en disparador más no causa única del mal.
Investigaciones adelantadas también en Gran Bretaña concluyen que el déficit de magnesio y de calcio, combinado con la presencia de metales pesados como el aluminio pueden estar a la base de un Alzheimer. Así mismo se recalca que personas sometidas a tratamientos largos con diuréticos -para reducir la hipertensión, por ejemplo- pierden a través del tracto urinario numerosos nutrientes como calcio, magnesio, zinc. Y esto los hace susceptibles a sufrir de poca aptitud para prevenir la intoxicación que pueden producir en el cerebro la acumulación de metales pesados.
No existen dudas hoy de que el aluminio es uno de los metales pesados más perjudiciales tanto para el hombre como para los animales (sus toxinas han sido registradas en la muerte masiva de peces). Sin embargo, aún faltan muchas investigaciones para confirmar, con plena certeza, que es causa del Alzheimer. Aunque sí se establece que, de manera indirecta, está involucrado en la enfermedad, motivo por el cual se recomienda evitar y, si posible eliminar en la vida cotidiana, todo elemento hecho con aluminio.
Alcohol.-
Es innegable el perjuicio que produce sobre el cerebro el abuso de las bebidas alcohólicas. Entre otras reacciones, el alcohol estimula la producción de sustancias químicas cerebrales (endorfinas) que actúan como anestésicos. Camuflan el dolor físico y causan depresión en los centros cerebrales responsables de la coordinación y del control del comportamiento. El alcohol igualmente irrita los intestinos y puede ser responsable de la mala absorción de nutrientes esenciales para el funcionamiento del cerebro.
Casi sin excepción, todos los químicos (neurotransmisores) utilizados por el cerebro son producidos a base de aminoácidos derivados de los alimentos, y su síntesis exige la coordinación de numerosas vitaminas, minerales y otros nutrientes.
Esto se hace aún más evidente cuando se observa que varios trastornos neurológicos son ocasionados directamente por la carencia de vitamina B1 (tiamina), carencia frecuente en los consumidores asiduos de alcohol. La misma tiamina es esencial para la síntesis de la acetilcolina (neurotransmisor relacionado con el Alzheimer) a partir del aminoácido colina.
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