viernes, 13 de noviembre de 2015

Hecho en casa



Tengo frente a mí una lata de sopa ya lista para ser consumida. Basta con calentarla, sin agregarle agua, bien sea en una olla sobre la estufa, o en el microondas.

Su valor, módico. Su apariencia, apetitosa, con una etiqueta llena de colores, la representación de una sopa de tomate espesa, con la adición de otras verduras y de perejil cuyo color verde, fresco, hace resaltar el rojo de los tomates. Rojo vivo, por supuesto.

Para quienes trabajan y regresan tarde a su hogar, para las amas de casa que ya no quieren pasar horas en la cocina, para cualquiera de nosotros, comprar y consumir sopas ya listas es una gran solución. Facilita la vida en muchos hogares y permite disponer de más tiempo para estar con los hijos o el cónyuge, para leer o mirar televisión. para cualquier otra actividad.

Sí, es una ventaja grande. Pero, ¿acaso nos hemos detenido a leer la etiqueta y a mirar de qué ingredientes está compuesta la sopa?

Aquí les doy un resumen. El componente básico es un puré de tomate -pasta de tomate mezclada con agua-. Proporción: 15 por ciento. Apenas. El resto: azúcar (cantidad que corresponde a dos cucharitas), jarabe de maíz, harina refinada, sal, extracto de almidón, perejil deshidratado, maltodextrina, ajo y cebolla en polvo, aromas (no dicen cuáles), aceite hidrogenado, sabores naturales (¿cuáles?).

Conclusión: muchos aditivos químicos, mucho azúcar más jarabe de maíz, y grasa hidrogenada, la mayor culpable del taponamiento de las arterias. Por supuesto, muchos de estos ingredientes, que significan costos mínimos para los industriales, son útiles para dar color, espesor, textura y atractivo. Mas no son precisamente los que más recomendarían los nutricionistas si se les preguntara al respecto.

¿Es esto lo que les estamos ofreciendo a nuestros hijos? Y a nosotros mismos? 

Si las tomamos de vez en cuando, no es grave. Mas si se convierten en el menú casi cotidiano, sería más saludable remplazarlas por una sopa hecha en casa. En la cual escogemos y ponemos los ingredientes que queremos.

Ustedes me dirán que no tienen tiempo. Que es complicado. Que les aburre eternizarse en la cocina. Que prefieren dedicar el tiempo libre para otros menesteres. Que no vale la pena.

Sí que vale la pena. Y mucho! Lo importante es tomar consciencia de la utilidad de preparar los alimentos en casa, entre ellos la sopa, y luego ponerse manos a la obra.

Por supuesto, el primer paso es ir al mercado para comprar los ingredientes. Es cuestión de organizarse y de hacer una lista para no omitir nada. Eso facilita la maniobra. Luego, desplegar la imaginación.

Usted puede dedicar un buen rato durante el fin de semana y preparar la base para servir varias sopas a lo largo de la semana. Base que, día a día, podrá ir enriqueciendo con nuevos ingredientes. 

Para mejor organizarse, usted podrá repartir el caldo de base en varios recipientes, midiendo las porciones necesarias para cada día. Los que no utilizará en los dos días siguientes podrán ir al congelador.

Estos son algunos ejemplos de lo que puede preparar:

- Caldo de carne o de pollo.- 

Ingredientes:
- Carne o pollo, por supuesto,
- Cebolla
- Ajo
- Zanahoria
- Puerro
- Arvejas
- Habichuelas
- Unas ramas de apio
- Unas hojas de repollo
- Laurel, pimienta, sal y los demás que desee agregar.

La carne demora más tiempo que el pollo. Es preferible escoger los pedazos magros aunque, si usted deja enfriar el caldo en la nevera, la grasa de coagulará en la superficie y la podrá retirar fácilmente.

Para agregar:
A su gusto, cada día puede agregarle uno o más ingredientes que le darán nuevo sabor. Esto evitará, por supuesto, la monotonía!

Como sugerencia se le indican varios ingredientes: papas, pasta, arroz, trigo, quinoa. Puede poner a dorar unas dos cucharadas de harina sobre una paila y disolverla en la sopa de esa noche. Hasta podría "mal" imitar la sopa china y hacer una tortilla de huevos que le agregará a la sopa en el momento de tomarla. 

¿Por qué no cubrirla con una porción generosa de queso rallado? O mezclarle unos trozos de pan tostado. O simplemente agregar una cucharada de concentrado de tomate. O unos granos de fríjoles que quedaron en la nevera cuando los preparó unos días atrás.

- Cremas de verduras.-

Esta es una forma práctica y muy fácil de preparar la sopa. Una sopa, además, que aporta cantidades de vitaminas y minerales. 

Si quiere simplificar la receta, basta con poner a cocinar la verdura que haya seleccionado con una cebolla y un diente de ajo, un poco de sal y, si lo desea, cualquier especie que le guste.

Una vez que la verdura se encuentra lista, pásela junto con su caldo por una licuadora o mézclela simplemente con un molinillo eléctrico. La mayoría de las veces ni siquiera necesita pasarla por un colador. Y si no ha utilizado demasiada agua, esta crema será espesa y no necesitará nada más.

Puede agregarle ingredientes varios tales como crema de leche, queso rallado, pan tostado. En el momento de servirla, puede cubrirla con perejil picado o con unas hojas de albahaca.

Por supuesto, las fórmulas son infinitas en su variedad: su imaginación se lo dirá. Puede utilizar una sola verdura o varias, mezclar con ellas una papa (por ejemplo para la sopa de puerro o la de espinaca), poner todas las hierbas aromáticas que se le ocurran...

Inténtenlas y, estoy casi segura, quedará muy satisfecha. Por lo menos, su cuerpo se lo agradecerá porque le estará ofreciendo un alimento natural y muy nutritivo.

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