jueves, 26 de noviembre de 2015

Alimentación+cerebro=felicidad



"El cerebro de las emociones". Es el título del capítulo del que extraigo los datos con los que he construido esta nota.

El libro: "De la felicidad, un viaje filosófico". Autor, el filósofo y sociólogo francés Frederic Lenoir.

¿Qué papel juega la alimentación en la felicidad? Y ¿cuál es el papel que juegan los neurotransmisores en la felicidad? O, en su defecto, ¿en el pesimismo y la negatividad?

Como lo dice Lenoir, los extraordinarios progresos que se están registrando hoy en el mundo, en el conocimiento del cerebro, permiten confirmar que el cerebro consta de una maravillosa cadena de químicos que influyen de manera directa en el bienestar de cada persona. 

Pero, ante todo, es pertinente preguntar: ¿busca usted la felicidad? O, por el contrario, es un tema que deja de lado porque no quiere complicarse la vida, y que su diario guerrear le impide detenerse a temas tan etéreos?

Cualquiera que sea su respuesta, se ha confirmado que existen numerosas moléculas producidas en el encéfalo que juegan un papel importante en nuestro equilibrio emocional.

Veamos los detalles. Más de 60 neurotransmisores acaparan la actividad del cerebro. Provienen de ácidos aminados y su papel es asegurar la comunicación entre una neurona y otra. Los efectos de estos mediadores difieren según la zona en la que actúan. Y aquí entra en función la nutrición. Aquí es cuando comienzan a intervenir los alimentos que conforman la dieta cotidiana: quedó anotado que los neurotransmisores provienen de los ácidos aminados y éstos son precisamente aportados por los alimentos. La armonía cerebral se ve entorpecida cuando hay una mala nutrición, cuando la dieta no es capaz de aportar los nutrientes exigidos por el cerebro para su buen funcionamiento. Así mismo, se presentan desequilibrios a consecuencia de trastornos en el sueño o de desórdenes emocionales.

Cuatro son los neurotransmisores que juegan un papel preponderante en el equilibrio emocional y, mediante éste, en la facultad de alcanzar el bienestar que aporta la felicidad. Son ellos la dopamina, la acetilcolina, el GABA (ácido gamma-aminobutírico) y la serotonina.

Y aquí se enuncia el rol que cada uno juega: la dopamina corresponde a la energía y la motivación, la acetilcolina ayuda a la creatividad y a la memoria, el GABA es un relajante además de que transmite estabilidad en el estado de ánimo, y la serotonina es el motor de la alegría de vivir y del sentimiento de bienestar.

Estos cuatro mediadores ejercen una influencia predominante sobre nuestros comportamientos. Este es el detalle:

El GABA.- 
La persona que dispone de una secreción suficiente en su cerebro de GABA se mostrará amable y actuará con bondad y devoción. Podrá enfrentar sus propios problemas con un nivel adecuado de desprendimiento, lo que le permitirá analizarlos con mayor claridad. El GABA está comprometido con la producción de endorfinas, moléculas que transmiten una sensación de euforia y que son secretadas cuando se despliega un esfuerzo físico, durante la práctica de un deporte o durante las relaciones sexuales.

Pero si se presenta en el cerebro un exceso de GABA, la persona tendrá la tendencia de sacrificarse por los demás y de ser dependiente de ellos. En cambio, una carencia severa del mismo puede generar instabilidad y la tendencia a perder el control sobre sí mismo.

La dopamina.-

Es sinónimo de abarcar la vida con apetito. Significa así mismo motivación y la toma de decisiones. Cuando la secreción es amplia, suficiente, se encuentra una personalidad extrovertida, lleva de vida. A esta persona le gusta el poder pero acepta muy mal las críticas. En exceso, la dopamina puede conducir a la comisión de actos violentos e impulsivos.

La serotonina.-

Se encuentra en el cerebro y también en el intestino delgado. Está implicada en la felicidad de vivir, el optimismo, la serenidad, la satisfacción. Ejerce influencia sobre el sueño y en el equilibrio entre los dos hemisferios del cerebro.

En exceso, la serotonina puede engendrar un gran nerviosismo y una falta de confianza en sí mismo. La persona se sentirá agredida por cualquier crítica que se le haga, así sea mínima. Se sentirá además con un gran temor ante la perspectiva de no ser aceptada o estimada. En cambio, su carencia hará que la persona se sienta rechazada por sus familiares y amigos. Tendrá tendencia a encerrarse en sí misma. Con frecuencia, la depresión es una consecuencia de la falta de serotonina.

La acetilcolina.-

Está ligada con la creatividad, la intuición, la sociabilidad, el placer de vivir aventuras. Está igualmente involucrada con la memoria. Cuando se encuentra en cantidades más elevadas que las necesitadas, puede dar lugar a un excesivo altruismo a pesar de que la persona siente -y se convence- que su entorno aprovecha de sus favores y esto lo lleva a la paranoia. La falta de acetilcolina produce una pérdida del sentido de las realidades y de la capacidad de concentración.

Además de los neurotransmisores, el cerebro recibe la influencia de hormonas secretadas por las glándulas endocrinas, entre las cuales la hipófisis, la tiroidea, las suprarrenales y las glándulas genitales. Pueden igualmente ser fabricadas por el páncreas que libera la insulina, y por el hipotálamo que, por su parte, secreta la ocitocina.  

Esta, la ocitocina, juega un papel preponderante en el bienestar y en las emociones positivas. El hipotálamo la sintetiza pero es liberada durante el orgasmo, en el momento de dar a luz y durante el amamantamiento. La sustancia ejerce igualmente un papel positivo en la confianza que se siente hacia las demás personas. Favorece la empatía, la generosidad y motiva el deseo de ayudar. Reduce el estrés y la ansiedad que se pueden presentar en el curso de situaciones sociales.

La conclusión es evidente: la vida emocional de cada persona se mueve bajo la influencia del cerebro y de las sustancias químicas producidas por nuestro cuerpo. Estas ejercen un papel fundamental en nuestra capacidad de encontrar -y mantener- la felicidad o la infelicidad.

Es cierto que el patrimonio genético condiciona también la capacidad de alcanzar la felicidad pero no es un elemento determinante de ésta. Otro de los puntos fundamentales se ubica a nivel de la nutrición: en la medida en que la dieta es completa, llena de nutrientes, en esa misma medida el cerebro estará en capacidad de proporcionar las sustancias necesarias y suficientes y esto se traducirá en la consecución del equilibrio emocional.

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