viernes, 20 de mayo de 2016

¡Quererse a sí mismo!



Una vez más se nos coló un tema que no tiene nada que ver con la nutrición. Aunque, si bien no se relaciona con el Bien Comer, sí tiene muchísimos enlaces con el Bien Estar.

Se trata de la autoestima. Es decir, quererse a sí mismo. No demasiado porque se convierte en presunción, orgullo y actitudes que muchos acaban por detestar. Ni demasiado poco porque entonces quedan situaciones chuecas y mancas. Que sea en una justa medida, que le permita disfrutar de su vida sin andar con escondites para que otros no lo vean ni usted vea a los otros.


Nos damos cuenta hoy que el concepto de la autoestima se encuentra un poco en todas partes: tanto en las publicaciones, en especial las de temas femeninos y de familia, como en el cine, la televisión y las conversaciones. Nos relaciona con el juicio global que usted tiene de sí mismo, sea éste negativo o positivo.


Existen muchos casos en que, ya siendo la persona adulta, agresiones y fracasos en su vida corroen la visión y el concepto que tiene de sí misma. Sin embargo, por lo general, todo suele comenzar en el curso de los primeros años de vida. Porque es entonces cuando se establecen las bases de lo que serán la personalidad, los principios, el carácter.

De allí la responsabilidad de los padres. Del concepto que éstos se forman en torno a su hijo y, sobre todo, de la actitud que mantienen frente a él, de la opinión que emiten sobre las capacidades del niño (a). Con ello, el pequeño recibe casi directrices: si usted aprueba y anima, se siente propulsado a actuar. Si usted critica de manera negativa, lo coarta y, como se diría, le corta las alas hasta acomplejarlo.

Es indispensable que usted, como padre o madre, conozca muy bien sus capacidades, sus fortalezas y debilidades. No solo las conozca sino que le transmita a su hijo (a) las bases para que él mismo tome consciencia de quien es y como es. Por supuesto, es necesario que le transmita el deseo de superarse, de ser siempre mejor, sin embargo, es un gran error inculcarle, bajo presión, objetivos irrealizables. Demasiado afán y/o demasiado desinterés, todo tiene consecuencias sobre el futuro.

Hasta crear en él o ella una muy baja autoestima. Esta siempre acarrea consecuencias, produce malestar pero también complica las relaciones con los demás. Ya lo sabemos: la poca autoestima deja una frustración permanente, crea sentimientos de culpabilidad, produce desvalorización de la imagen. La impulsividad y la timidez son fallas del comportamiento que ponen en peligro la felicidad y la realización de una persona, tanto en el campo profesional como en el personal.

Con un detalle adicional, bastante serio: una estima pobre de sí mismo desemboca con frecuencia en comportamientos agresivos, depresiones, adicciones a la droga o el alcohol, desequilibrios y trastornos alimenticios como bulimia o anorexia.

En el sentido inverso, la súper valorización de sí mismo lleva a actitudes de soberbia, potencialmente peligrosas ya que la persona, autosuficiente, se cree fuera de todo riesgo y peligro.

Lo vemos: la prudencia es indispensable cuando se trata de un hijo o hija. La prudencia en la relación así como, además, el sistema que usted haya optado para dirigir su educación. Usted puede ser permisivo (a), autoritario (a) o liberal, necesariamente esto tendrá influencia sobre el juicio que el niño tendrá de sí mismo. Esta influencia seguirá rigiendo aún cuando el o la joven vuelen con sus propias alas y que, con una mayor autonomía, el juicio de los demás lo afecte menos.

Un niño es como una obra en construcción, en la que todo está por hacerse. Es como una promesa que se cumple o se frustra. Y en ello su actitud, como padre y como madre, juega un papel importante, fundamental. En ese terreno, se plantean orientaciones que los sicólogos y pedagogos formulan. Tales como:

- La necesidad de que usted establezca normas estables que transmitirá con mucha claridad.
- Es igualmente indispensable que su hijo (a) comprenda que el no cumplimiento de esas normas acarrea consecuencias. Pero, a la vez, será oportuno que las consecuencias no sean motivo de temores desproporcionados en el niño (a).
- En la medida de lo posible, déle a su hijo la oportunidad de escoger, de seleccionar, de emitir su propia opinión.
- No es necesario ni útil imponerle lo que usted piensa, cree, quiere. No tendrá respuestas positivas si usted le exige que se dedique al fútbol si él desea jugar al tenis. O que usted le compre piano y le ponga profesor cuando lo que quiere es tener una caja de pinturas, crayolas, lápices de color y muchos cuadernos para dibujar.
- Al aprobar sus gustos y aceptar sus propias opciones, usted estará poniendo las bases para que el niño adquiera confianza en sí mismo. Por supuesto, se habla de gustos y opciones aceptables, aún si contradicen lo que usted piensa o desea.
- Conviene que pueda manifestar sus emociones, transmitir sus ideas y todo cuanto quiera darle a conocer. De allí se puede establecer un diálogo que será muy constructivo para las dos partes. 
- Este es un punto indispensable: que nunca se rompa el diálogo entre padres e hijos. Muchas veces, corresponde a los padres abrir su horizonte para que penetren las novedades propias de otras generaciones. En este caso, las de sus hijos. No es fácil pero sí es muy importante.
- Cuando se llegue a un acuerdo en torno a sus aspiraciones, trate de poner a su disposición todas las ayudas materiales e intelectuales que pueda ofrecerle. Así le ayudará muchísimo a alcanzar sus metas.
- Déjelo actuar: precisamente, cuando se enfrente a la realidad, con éxito o fracaso, recibirá grandes e importantes lecciones. Una nueva sabiduría que le hará ver lo que es capaz de hacer y alcanzar o lo que no es capaz y debe cambiar. Aprenderá a mejor conocerse y, así, a aceptarse como es. 
- Esta confianza en sí mismo, que usted le habrá ayudado a labrar, es esencial para relacionarse con los demás, para encontrar su puesto en la sociedad y en la vida, para ser miembro útil y productivo en la sociedad y la comunidad.

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