¡Sí, fueron 453 cotorras las que encontraron los defensores de animales en una habitación de apenas 12 metros cuadrados!
Cotorras que el dueño, alemán, había ido comprando y que también se habían reproducido en su habitáculo.
No nos aterremos: un estudio adelantado en Alemania estimó que 52.569 animales eran sometidos a ese tipo de abuso, y de maltrato, por tan solo 501 personas, designadas como acaparadores.
Eran sobre todo perros y gatos y, a veces, pájaros.
Nos encontramos entonces ante una alteración de conducta. Una manía de obsesiones y compulsiones que los científicos bautizaron como Síndrome de Noé.
Pero como ésta existen otras que también tienen que ver con el acaparamiento desmedido por parte de personas. No sé si ha escuchado hablar, por ejemplo, de la silogomanía. O del Síndrome de Diógenes. O de este que acabamos de mencionar, el Síndrome de Noé.
Confieso que, por mi parte, y salvo el Síndrome de Diógenes, no conocía los otros dos restantes, y ni siquiera se me habían atravesado en alguna lectura. Fue casualmente ayer tarde, mientras miraba televisión, que sintonicé Xenius, un programa en el canal de Arte, que me pude informar. Y la verdad es que me impactó.
Quizá se pregunten qué tienen que ver estos Síndromes con el Buen Comer. Pues han de saber que la nutrición deficiente es una de las primeras causas, básicas, que dan lugar a los citados problemas de conducta. Primer causa en la aparición pero también, y es obvio, secuela de los mismos desórdenes.
Ninguno de los tres síndromes ha sido realmente investigado en profundidad. Se les conoce desde la década de los 60, en el siglo pasado, pero aún hoy no han sido exhaustivamente estudiados. De allí que se haga bastante complicado llevar a cabo un tratamiento para obtener resultados positivos reales.
Y es extraño que así suceda porque son síndromes que se encuentran con alguna frecuencia. Las estimaciones, hechas por investigadores alemanes, indican que el 3 por ciento de las personas mayores de 65 años, de todas las capas sociales, podrían sufrir de alguna de las obsesiones citadas. De hecho, a esos síndromes se les conoce igualmente como ruptura senil, miseria senil, o Síndrome de extremo descuido.
Es preciso decir que se encuentran algunos casos en personas más jóvenes.
La silogomanía y el Síndrome de Diógenes tienen muchos puntos comunes. La diferencia fundamental entre los dos es, talvez, que en el primer caso, además del acaparamiento compulsivo de objetos, se presenta un abandono excesivo del cuidado del cuerpo de los afectados.
Pero en ambos casos lo que se observa es un afán desmesurado, incontrolable, de amontonar objetos a su alrededor. Una obsesión que, con frecuencia, comienza con la "colección" de bolsas plásticas de pañuelos de papel pero que sigue con el acaparamiento de toda clase de objetos. Periódicos, botellas plásticas, latas, desechos que recogen en las calles, en fin, todo cuanto pueda ocurrírseles. Son objetos inservibles, muchas veces encontrados en las canecas de la basura, que invaden su ambiente hasta límites incontrolables que los llevan a una absoluta decadencia personal.
Hay quienes llegan a amontonar dinero. Grandes cantidades de billetes y monedas que van escondiendo en sus alcobas como si las atesoraran. Pero, hecho serio, por más cantidades de dinero que alcancen a esconder, mantienen la sensación de una extrema pobreza, de miseria y de abandono. Y con otro agravante: nunca utilizan ese dinero ni siquiera para adquirir sus necesidades más básicas y elementales.
Tres factores entran en la aparición de los síndromes de silogomanía y de Diógenes:
- Existen rasgos de personalidad previos. Variantes que implican tendencia al aislamiento, dificultades para la adaptación social, rechazo de las relaciones humanas, misantropía.
- Factores estresantes propios de la edad tardía tales como dificultades económicas, muerte de familiares cercanos, rechazo de miembros de sus familias, marginación social.
- Soledad inicialmente establecida por las circunstancias personales pero que se vuelve en actitud voluntaria.
Entre los rasgos de personalidad se observan:
- Actitudes independientes y autoritarias;
- Paranoia;
- Suspicacia;
- Aislamiento y reserva;
- Tendencia al descuido de su persona;
- Tendencia a también descuidar su hogar;
- Estilo de vida desorganizada.
En la inmensa mayoría de los casos -quizá en todos- las actitudes de los afectados están relacionadas con la soledad y la depresión, poca sociabilidad (o ninguna), rechazo de salir de sus hogares, rechazo de toda ayuda, aún de familiares muy cercanos, demencia senil y depresión.
¿Qué pasa con el Síndrome de Noé?
Ya sabemos que es también un trastorno maniaco-obsesivo, compulsivo, adictivo e incontrolable. El primer estudio adelantado al respecto se realizó en los Estados Unidos, en 1999, bajo la denominación de Hoarding of Animals Research Consorcium (HARC).
Se ha observado que las mujeres constituyen la mayoría de los acaparadores de animales. Su edad oscila alrededor de los 50 años. Algunos clasifican a los y las afectados como acaparadores incontrolables, explotadores egoístas y/o criadores caóticos.
Las características que suelen ser comunes entre ellos incluyen:
- La incapacidad de resolver los problemas de sus vidas cotidianas de manera eficiente;
- La sensación de que la situación los sobrepasa y domina;
- La imposibilidad de tomar decisiones, así sean las más básicas;
- El carácter introvertido y la búsqueda de aislamiento social;
- La tendencia a conceder a los animales un lugar importante. Los pueden ver semejantes a seres humanos!
De hecho, sienten que adoptar un animal es una misión y que ellos son salvadores de la raza.
¿Qué hacer?
Por supuesto, tratar de prevenir que el trastorno se agrave. Como es bien difícil que un afectado acepte con facilidad la intervención de un familiar, es conveniente solicitar la ayuda de un médico siquiatra. Con frecuencia, es indispensable la intervención de un médico geriatra.
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