lunes, 4 de abril de 2016

¡Otra vez llegó el lunes!



¿Sabía usted que existe la depresión del lunes?

O por lo menos la llamada así sensación de ansiedad que produce regresar al trabajo o al estudio después de un fin de semana de descanso, diversión, o vida en familia.

Usted probablemente también la ha sentido. Y, si es un consuelo, piense que muchos como usted compartimos esa seudo depresión. 

Depresión que, por demás, se presenta cuando terminan las vacaciones, cuando se regresa de un viaje de placer, cuando  se retoman trabajo y/o estudios después de una pausa más o menos larga. Digamos, para dar un ejemplo, después del nacimiento de un hijo.

Lo primero que obviamente se ocurre decir es que es una tontería, que en pocas horas se habrá olvidado. Pero como sabemos que no es precisamente una tontería ni un invento de mentes hipocondríacas, pensemos más bien en cómo vencer ese momento. Menor aún: cómo prepararnos para evitar que cada fin de semana se presente esa sensación de corazón y pecho apretados y garganta trancada y ganas de derramar unas lágrimas.

Aquí van cinco consejos -aunque mejor sería llamarlos astucias- para ayudarnos a despejar la mente. Pero antes de verlos, pensemos que el solo hecho de ser consciente de lo que nos sucede es un primer paso muy positivo. Porque nos impulsa a reaccionar y buscar nuevos caminos.

Para llenarnos de energías buenas, ensayemos los siguientes consejos:

1).- Haga un balance breve de sus jornadas y analice sus actividades. Cuántas de ellas son hechas por deber y obligación y cuántas por placer. Una vez hecho el balance, busque alternativas de modo tal que se incrementen las actividades que le procuran placer y se disminuyan las que cumple por obligación. Un ejemplo podría ser el de preparar los alimentos. Es cierto, cocinar no es un placer para todos. Hay quienes lo disfrutan y quienes le rehuyen. Pero si usted le da un nuevo enfoque a la preparación de los alimentos -ponga a funcionar su imaginación- muy probablemente verá el acto de cocinar bajo nuevos prismas. Inténtelo. No pierde nada con ello y, en cambio, puede ganar nuevos terrenos de placer.

2).- Evite la soledad. Bien sabemos que la imaginación es la loca del hogar. Y cuando estamos solos es cuando mejor y más locamente funciona. Pues córtele el impulso y trate de rodearse de otras personas, ojalá amigos cercanos. Busque distraerse de manera agradable.

3).- Instaure una rutina de ejercicios. Nadie le sugiere que participe en la maratón de 40 kilómetros organizada el fin de semana en París... Puede contentarse con unos movimientos suaves o con una  caminata en los alrededores de su casa. Cualquier ejercicio es benéfico: mientras usted lo ejecuta, su cerebro secreta endorfinas. Estas son amigas íntimas de la alegría de vivir y del buen humor. Si está acostumbrado a una vida sedentaria, aproveche de esos momentos para romper la rutina del "non farniente" como le dicen los italianos, o de la locha como decimos algunos latinoamericanos, para emprender una rutina real y cotidiana de ejercicios.

4).- Y sí, es mucho más agradable hacer esos ejercicios en un ambiente abierto, aireado, ojalá en medio de un parque con árboles y mucha naturaleza verde (si todavía existe en su ciudad!!!) Vaya siempre en busca de mucha luz y de sol. Precisamente la luminosidad del día le ayuda a recargarse de serotonina, sustancia que también se produce a nivel del cerebro, ideal para combatir la depresión.

5).- Por supuesto, la alimentación no puede faltar. O, para decirlo de manera más apropiada. También en este tema se debe inmiscuir. Y tiene razón de hacerlo en este momento. Trate que su dieta esté llena de colores y sabores. Pero sobre todo, busque los alimentos que le aporten muchas vitaminas B, magnesio y zinc. Todos tres son excelentes para mantener el ánimo en alto.

Citemos algunos de esos alimentos:

Vitamina B1: Arvejas frescas, maní, nueces del Brasil, avena, pan hecho con cereales integrales
Vitamina B2: hígado de ternera, yogur, huevos, almendras, queso de cabra, brotes de trigo
Vitamina B3 o Niacina: pollo asado, salmón también asado, sardinas, maní, carne magra, pan integral, muesli
Vitamina B6: arenque asado, papas horneadas con su cáscara, pavo, plátano o banano, coliflor crudo o apenas cocinado, pan integral, maní fresco sin tostar
- Vitamina B12: Hígado de res, roast beef, salmón asado, huevos en tortilla, queso cheddar, camembert, extracto de levadura
- Acido fólico o B9: hígado de pollo, ternera, jugo de remolacha, repollitas de Bruselas, fríjoles, espinaca y acelga, maní no salado.

Magnesio: avellanas, moras, piña, okra, jugo de uvas, té.

Zinc: Ostras, roast beef, cangrejo, sardinas, frutos de mar, camarones, semillas de ahuyama, huevos, quesos.  

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