viernes, 15 de abril de 2016

Diabetes, ¡una vez más!



¿Cuándo fue el último examen de sangre al que se presentó? ¿Conoce usted los niveles de la glucosa en su sangre? ¿Las tasas de colesterol? ¿Controla su tensión arterial?

¿Ha recordado, en el curso de este último año, de ir al consultorio de un médico para hacerse un examen de rutina, de control, o de prevención?

No importa cual sea su edad. Ni su sexo. Ni su condición económica, social o marital. Las preguntas enunciadas unas líneas más atrás son válidas para todas las edades.

Por supuesto, lo son aún más si usted es adulto. Y si pasó la cuarta década de su vida. Si es un alto ejecutivo con muchas responsabilidades y altísimos niveles de estrés. O si pertenece a una clase media y está atosigado por las preocupaciones familiares y económicas.

Nos atañe a todos estar pendientes de controlar nuestra salud y, por lo menos una vez al año, ir al laboratorio para hacer los exámenes de rutina.

¿Sabe por qué es tan importante?

Porque existe una palabra mágica que se llama la prevención. Y porque la mayoría de los trastornos y enfermedades cursan en silencio y solo se manifiestan cuando es tarde.

Así sucede con la diabetes. 

Precisamente este mes se celebró el día mundial de la diabetes programado por la Organización Mundial de la Salud. Y sorpréndase: en el curso de los últimos 35 años, es decir entre 1980 y 2014, el número de diabéticos en el mundo se cuadruplicó. Llegando, en este año, a cerca de 440 millones de diabéticos.

Con un agravante mayor: estos son los casos detectados y registrados. Los cuales, según las autoridades mundiales, serían muy inferiores a los reales. Porque, en efecto, casi la mitad de los diabéticos desconocen su condición y, por lo tanto, se encuentran fuera de control, con el riesgo inminente de sufrir de las consecuencias muy serias que se derivan de la enfermedad.

El lema de este año habló sobre la prevención de la diabetes. Acerca de la urgencia de deshacerse de los malos hábitos.

Porque sí, la diabetes es en gran parte el resultado de una vida malsana, de hábitos inadecuados. Es indudable que, en la enfermedad, intervienen la herencia y la predisposición genética y la edad. Pero es sobre todo la consecuencia de otros factores tales como la obesidad, especialmente la que se localiza en el abdomen, el sedentarismo, el tabaquismo y la alimentación desequilibrada. Todos estos factores pueden corregirse, de allí que se hable de la necesidad de liberarse de los malos hábitos.

La inmensa mayoría de los casos existentes de diabetes pertenecen al tipo 2, antes llamado diabetes del adulto. Se presenta por una resistencia a la insulina que se fragua en el organismo. El proceso se activa en el páncreas cuando éste comienza a producir cantidades cada vez más elevadas de insulina para evitar los niveles de glucosa en la sangre. Al cabo de unos años, el páncreas comienza a agotarse hasta el punto de ver disminuida su capacidad de producir insulina. Por supuesto, la falla pancreática se traduce en la elevación de la glucosa en la sangre.

Comienza entonces a hablarse de diabetes tipo 2. Una enfermedad que exige de un control permanente y muy estructurado. Porque las complicaciones que se derivan no son pocas ni despreciables: una diabetes mal controlada puede desembocar en una retinopatía o sea el daño de la retina que desemboca en ceguera. Puede igualmente dañar los riñones, producir complicaciones en las venas y arterias menores y mayores de cualquier parte del cuerpo, dar lugar a enfermedades cerebrovasculares y daños severos en la circulación sanguínea de piernas y pies.

Veamos estas cifras para calibrar la seriedad de la diabetes: de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, en el año 2012, la diabetes ocasionó la muerte de 1.2 millones de personas en el mundo, cifra a la cual se debe agregar la muerte de 2.2 millones de personas consecuente de las complicaciones derivadas de la enfermedad.

¿Cómo prevenir el desarrollo de la diabetes? Y ¿cómo evitar sus complicaciones?

- El primer paso, primordial, es el de controlar los niveles de glucosa en la sangre mediante un examen en laboratorio por lo menos una vez al año.

- Segundo paso, igualmente importante, es conocer los niveles de colesterol también en la sangre. Cuando son elevados significa que se están cometiendo errores tanto en la alimentación como en los hábitos de vida. Entre éstos, el sedentarismo.

- Estos controles periódicos, más la supervisión de la tensión arterial, son aún más imprescindibles cuando en la familia existen casos de diabetes o de colesterol elevado. En el primer caso, y como anotado, existe una muy fuerte predisposición genética. En el segundo, se menciona que existe tendencia familiar a sufrir de altos niveles de colesterol, siendo éstos independientes de la alimentación.

- Mantener una dieta equilibrada. Evitar los excesos de grasas saturadas, de azúcares y de productos y alimentos bien llamados como "basura".

- Mantener una rutina de ejercicios físicos, ojalá cotidiana. Si está acostumbrado a una vida sedentaria, comience poco a poco a practicarlos. Si lo cree necesario, tome la asesoría de un médico deportólogo. Son consejos válidos para evitar tanto excesos como perjuicios.

- No olvide hacer cuanto esté a su alcance para evitar o disminuir los niveles de estrés. Este es un gran enemigo de su salud. No son pocas las veces que nos lleva a consumir la tan citada comida basura bajo el pretexto de que nos ayuda a bajar la tensión nerviosa.

- Y un punto adicional: evite los excesos de bebidas alcohólicas. Además de que incentivan la obesidad -por su alto aporte en calorías- afectan los niveles de glucosa en la sangre.

La diabetes también ataca a los niños y adolescentes. Si tiene hijos, cuídelos.

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