Relajarse. Es una de las claves para echar fuera de casa el estrés.
Por supuesto, existen muchos otras opciones y, de hecho, cada uno tiene las suyas propias. Pero no es de más agregar a la lista la relajación. Esos momentos en que cada uno toma cita consigo mismo, borra de la mente todos los pensamientos, sobre todo los negativos, y se dedica a sentir y escuchar su propio cuerpo.
Tantas veces nos atropellan el cansancio y las tensiones. Los pensamientos negativos y los supuestos malos presagios. El pesimismo o también la actitud negativa.
Todo esto nos agota y, al final, no nos conduce a nada bueno. Ni para nuestra mente ni mucho menos para nuestro cuerpo. Llegan los dolores de espalda, estómago, musculares, las migrañas y tantos otros más. Con otras muchas aristas: se nos van las ganas de disfrutar de la vida.
¿Es muy difícil tener una sesión de relajación?
Por supuesto que no. Es más una actitud que un asunto de grandes decisiones. Lo primero es decidir que usted necesita relajarse. Lo segundo, crear un ambiente sereno en su habitación o en el salón o en el espacio en donde se sienta más cómodo. Lo tercero, y casi lo más importante, desconectarse de todo. Sobre todo de su celular, de su computador, del televisor y de cuantos equipos que maneja de manera constante a lo largo de sus días.
Como lo ve, no necesita acudir a institutos ni cursos específicos. Por lo menos en un primer momento, y mientras le coge placer a la relajación, es aconsejable estar solo, usted frente a usted mismo, o, como lo anotamos, cumpliendo una cita de usted con usted mismo.
Lo que necesita es aportar su cuerpo- o estar de cuerpo entero- y un poco de tiempo. ¿Cuánto? Dependerá de usted mismo.
Liberar su cuerpo de sus tensiones es muy importante. Así que comencemos. El ambiente: debe ser favorable a la meditación. No es posible relajarse con uno de los éxitos de los Stones... O de cualquier otro grupo de mechudos y bulliciosos músicos. Es preciso privilegiar una habitación tranquila, silenciosa, en una semi oscuridad, con temperatura media, vestido de ropa liviana, amplia, que no le permita sentir frío y tampoco acalorarse. Si se siente más cómodo, quédese con las medias no más.
Usted puede relajarse en distintas posiciones. Las más usuales son:
- Sentado en un sillón confortable, con la nuca apoyada en el espaldar y los brazos puestos sobre los apoyabrazos.
- Recostado. Si prefiere, puede utilizar una almohada baja, cubrirse con una sábana o una cobija liviana, dejar sus brazos descansar a cada lado de su cuerpo y con los pies un poco separado.
Empiece entonces a "vaciar" su mente. A desocuparla de los pensamientos que "parasitan" la transmisión de ideas -semejantes a las ondas roncas que emiten los radios cuando están mal sintonizados...-. De allí que sea indispensable que mantenga fuera de su alcance, ojalá fuera de la habitación, el celular, cualquier tableta táctil, o el computador. Y ni hablar de la televisión! Ni siquiera si pone el sonido en "off"...
Una vez instalado, cierre los ojos y comience a tomar consciencia de su respiración. Escúchela, disfrute su sonido. De manera rítmica, inhale y expire. Es conveniente que marque una pausa de pocos segundos en cada paso: inhale aire, cuente hasta 5, 6 ó 10, expire y vuelva a contar antes de respirar de nuevo.
Una vez adaptado al ritmo, comience a pensar en sus músculos. En cada uno de ellos. Lo ideal es empezar por los pies para luego seguir el curso ascendente hasta la cabeza. A medida que vaya pensando en cada partícula de su cuerpo, trate de relajarla. Para que, al final del trayecto, no quede la más mínima tensión corporal.
A ese momento, entra en juego su mente. Mantenga los ojos cerrados y comience a construirse un mundo ideal. Recuerde un lugar en donde vivió momentos muy felices. O simplemente visualice un color, el que prefiera. Visualice un objeto, un sitio, una escena, cualquier cosa que le inspire alegría y l haga sentirse bien. Llénese de imágenes positivas asociadas con la felicidad, la sensación de seguridad y protección, el éxito.
Hasta es posible lograr estabilidad y sensación de bienestar imaginando un olor, un aroma especial. Recordando las carcajadas de sus amigos en su última reunión. Y hasta las habilidades de sus hijos o de su mascota...
Manténgase así durante todo el tiempo que lo desee. Hasta que llegue el momento en que desea interrumpir su relajación. Si todo estuvo bien, usted acabará lleno de una sensación placentera de bienestar y hasta plenitud. Hasta podrá sentirse más liviano... O, por lo menos, liberado de sus tensiones y lejos del estrés que lo tenía atrapado.
Estos ejercicios podrían ser considerados como banales y hasta tontos. Sin embargo, si no se han practicado, es difícil imaginar los beneficios que aportan. Entre otras razones, porque nos permiten reconectarnos con nuestro propio yo interior. Y a veces, estos hace mucho bien!
Un consejo: practíquelos todas las mañanas. Si las carreras del horario no se lo permiten, dedíqueles unos minutos cuando regrese a casa, después del trabajo y antes de cenar. Piense que, entre más los practique, más le será posible relajarse y para ello cada vez necesitará de menos tiempo.
Todo es cuestión de entrenamiento. El cuerpo es un gran aprendiz. No solo de las malas costumbres sino también, y a veces sobre todo, de las buenas.
P.S. Las cerezas no tienen nada que ver con la relajación. Sin embargo son lindas, su color rojo nos alegra y en sí son frutas que nos hablan de la primavera y el verano, del sol y de la alegría de vivir y de renovarse.
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