viernes, 1 de abril de 2016

El riñón de los adultos



Sí se escuchan casos de personas que sufren de los riñones. Mas no se podría sospechar que el 10 por ciento de la población adulta mundial se enfrenta a una enfermedad grave y crónica de los riñones.

Con el agravante de que, en la mayoría de los casos, y al igual que lo que ocurre en los niños, son enfermedades que cursan silenciosas durante varios años. Y solo se manifiestan cuando el riñón comienza a fallar. En la mayoría de los casos, casi demasiado tarde para actuar con pronósticos positivos.

Aunque este tema nos aleja del campo de los alimentos y la nutrición, siempre encontramos recovecos que nos proyectan hacia la mesa. Aunque no lo busquemos, ni lo deseemos realmente, la alimentación también se inmiscuye en el terreno de los riñones.

Ya veremos cómo lo hace. Por el momento, hablemos de las enfermedades renales y de sus causas.

Ya lo habíamos enunciado: el riñón tiene varias funciones vitales. Entre las cuales, la de depurar la sangre, limpiarla de las toxinas que fueron filtradas por el hígado, mantener el equilibrio hidráulico del cuerpo, incentivar la secreción de la hormona que estimula la formación y crecimiento de los glóbulos rojos, regularizar la tensión arterial y mantener la densidad de los huesos.

Entre los niños, el 60 por ciento de las enfermedades renales provienen de malformaciones congénitas de los riñones y/o vías urinarias, o se deducen de causas hereditarias. En los adultos, dos causas bien conocidas se presentan como las principales culpables: la diabetes y la hipertensión arterial. Les siguen otras causas como son la inflamación del riñón, los cálculos renales, el desarrollo de quistes en los mismos riñones. Unos casos, en menor cuantía, son producto de malformaciones congénitas no detectadas.

Pero también una enfermedad renal puede ser consecuencia de otras causas, enfermedad distinta o trastornos. Una de éstas es la insuficiencia cardíaca que se traduce en una irrigación sanguínea pobre y deficiente en los riñones. Entre otras causas se incluyen trastornos hepáticos, hipertensión mal tratada o descuidada, infarto cardíaco que no es atendido de manera pronta -si no inmediata-.

Con estas causas, consideran los especialistas, se presenta el primer escalón para contraer una enfermedad renal. Pero existen igualmente otras causas que se muestran aún más severas frente a los riñones. Se cuentan entre ellas las obstrucciones en las vías urinarias (uretra y vejiga), provocada generalmente por uno o más cálculos o por la hipertrofia de la próstata. 

Se citan además otras causas para el daño renal o de las vías urinarias. Tales como algunas enfermedades infecciosas o inflamatorias agudas, inmunológicas. Ocurren casos en que los daños aparecen como consecuencia de la toxicidad provocada por un medicamento.

Por supuesto, cualquiera de estas enfermedades deben ser tratadas de manera inmediata por nefrólogos y/o urólogos.

¿Cómo interviene la alimentación en cualquiera de las enfermedades renales?

Si bien lo hace por vías indirectas, su implicación no deja de ser real. Entre otras razones porque dos de las principales causas de las enfermedades y daños renales en los adultos se derivan de la hipertensión y de la diabetes. Y, en ambos casos, la alimentación juega un papel fundamental.

Por obvias razones, de allí se deducen algunas de las principales recomendaciones de los especialistas cuando se habla de la prevención. Estos incluyen:

- La imperiosa necesidad de someterse a un examen anual cuando existen antecedentes familiares de enfermedades renales.
- Estar siempre vigilante y examinar periódicamente el nivel de azúcar en la sangre cuando un miembro de la familia sufre o ha sufrido de diabetes. Se recuerda que, en ambos casos, existe un fuerte ascendente hereditario y genético.
- Tanto en la diabetes como en la hipertensión arterial, se deben seguir tratamientos estrictos y permanentes. Aún si los síntomas desaparecen -como puede ocurrir con la hipertensión- los tratamientos no deben interrumpirse sin previo aviso del médico tratante.
- Como es bien sabido, tanto en la diabetes como en la hipertensión arterial se debe seguir una dieta alimenticia apropiada. Darle preferencia a los pescados y a las verduras y frutas en vez de buscar carnes rojas. También deben incluirse cereales no refinados. Respetarla con rigor es una consigna para evitar complicaciones.
- En ambos casos deben limitarse -si no eliminarse- la sal y los azúcares, el exceso de grasas y de comidas listas para ser consumidas.
- Así mismo, en ambos casos la obesidad constituye un enemigo que debe temerse porque abre las puertas a mayores complicaciones.
- Para prevenir las enfermedades renales, es aconsejable tomar cantidades suficientes de agua. Sin embargo, los adultos mayores que sufren de trastornos cardíacos no deben abusar de los líquidos. Es preciso pedir consejo al médico acerca de las cantidades permitidas.
- Por obvias razones, es aconsejado limitar al máximo, cuando no eliminar, las bebidas alcohólicas. 
- También se recomienda no fumar.
- Hacer deportes y mantener una rutina de actividades físicas son de inmensa ayuda.
- Otro de los consejos es de no automedicarse. Todos los medicamentos pueden tener efectos secundarios indeseados que no favorecen en absoluto la salud de los riñones.

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