Gloria Moanack©
Es cierto: las células de nuestro cuerpo están sometidas a procesos de oxidación. Procesos que, por supuesto, llevan al deterioro, al envejecimiento, a la enfermedad. Y lo más extraño es que el gran culpable de todo ello es el oxígeno, el mismo que nos asegura la vida. Ocurre porque también en el oxígeno se presentan sabotajes y caos que dan lugar a moléculas rebeldes, malévolas, conocidas como oxidantes. En la transformación -o deformación, mejor sería decirlo- han intervenido factores contaminantes externos.
Entre los cuales la radiación, la polución del aire y del agua, sustancias químicas tóxicas, plaguicidas, el humo de los carros, el tabaco, algunos
medicamentos.
Estos factores externos conducen al llamado estrés oxidativo. Situación de riesgo que se fue tramando sin que nos diéramos cuenta, que pone en marcha la aparición del daño y que solo se manifiesta cuando ya es tarde, cuando se diagnostican enfermedades benignas o tan graves como el cáncer, procesos degenerativos que atacan el corazón o el cerebro, una artritis, asma...
Los oxidantes son numerosos, distintos unos de otros, y entre ellos los más conocidos son los radicales de oxígeno libres. Estas moléculas parecen haberse distorsionado por la pérdida de uno de los electrones que las mantenían químicamente estables. Y en su búsqueda frenética por encontrar otro electrón, deambulan arrasando todo lo que se les interpone en su camino y destruyendo células sanas. En su búsqueda, los radicales "mancos" dan lugar a reacciones en cadena que ven la aparición de más radicales libres los que, a su vez, fomentan la aparición de muchos otros más.
Es precisamente en esa carrera loca que los radicales libres llegan a atacar el meollo del material genético de las células (el ADN). Allí comienza un proceso severo de destrucción que puede ser el primer paso hacia un cáncer.
Panorama desolador si no existiera la antítesis: poderosa y certera, que está al alcance de todos nosotros y que justamente se encuentra en el camino del Buen Comer. El antítesis está en los alimentos que tienen la facultad de actuar como antioxidantes Son capaces de frenar y hasta contrarrestar la actividad de los oxidantes y de establecer protección y resistencia contra la corrosión y la oxidación.
Hemos oído tantas veces hablar de los antioxidantes. ¿Se debe creer en ellos? Sí, en la medida en que tienen la facultad de restablecer el orden y combatir con eficiencia al enemigo.
Se ha hablado del poder de los alimentos para curar, de los alimentos milagrosos, de las dietas extraordinarias capaces de hacer desaparecer un cáncer. Aseveraciones que personalmente prefiero dejar de lado para más bien hablar del poder de prevención que se desprende de la nutrición, de una dieta completa y adecuada, que aporte todos los elementos que el cuerpo necesita para funcionar bien, con pleno rendimiento. Para su Bien-Estar.
Con este enfoque podemos seguir conversando sobre los alimentos y su poder maravilloso (no confundir con milagroso), y a su actividad guerrera frente a los radicales libres. Un organismo que recibe buenas cantidades de alimentos ricos en antioxidantes tiene un sistema inmunitario fuerte que le permite mantenerse alejado de los procesos degenerativos.
Los antioxidantes, como lo vimos, se encuentran principalmente en los alimentos de origen vegetal (verduras y frutas), y también en algunos productos de mar. Así mismo se les encuentra en algunas vitaminas y en una gama de enzimas presentes en el organismo.
Veamos entonces cuáles son los alimentos con mayor poder. Se advierte que la pareja más fuerte está conformada por el ajo y la cebolla:
- Aguacate
- Ajo
- Ahuyama
- Batata (papa dulce)
- Bayas
- Brócoli
- Cebolla
- Repollo rizado y liso
- Repollitas de Bruselas
- Espárragos
- Espinaca
- Tomate
- Zanahoria
- Jengibre
- Lechuga de hojas oscuras
- Naranja
- Nueces del Brasil y del nogal
- Pescado
- Avena
- Albahaca, hierbabuena, salvia, mejorana, menta
- Nuez moscada, comino, cúrcuma
Hablemos además de los principales antioxidantes y de los alimentos que los contienen:
- Betacaroteno: Presente en verduras y frutas de color amarillo y anaranjado. Ayuda a la prevención de los infartos cardíacos y cerebrales, y del cáncer especialmente el pulmonar. Fortalece la actividad del sistema inmunitario. Se encuentra en zanahorias y albaricoques secos, en ahuyama y batata, en verduras de hojas grandes verdes y el brócoli.
- Glutatión: Compuesto poco conocido que actúa como enzima para destruir os radicales libres. Se encuentra en las verduras de la familia de las crucíferas entre las que se incluyen el colinabo, el nabo, el rábano picante, el repollo y el brócoli, el coliflor y los berros. Este antioxidante se destruye con la cocción.
- Licopeno: En alta concentración se le halla en el tomate y la sandía. Es, de hecho, la sustancia que les da el color rojo. En pequeñas dosis se puede encontrar en los albaricoques. Gran ventaja: no se destruye ni con la cocción ni con el proceso para enlatar.
- Coenzima Q 10: Es poderosa para combatir el colesterol malo o de alta densidad (HDL). Está presente en grandes cantidades en el colesterol bueno (LDL). Sus principales fuentes son las sardinas, el maní, pistachos, soya, nueces del nogal, semillas de ajonjolí.
- Vitamina C: Antioxidante de amplio poder es capaz de aportar prevención contra la angina de pecho, las arritmias cardíacas y los defectos congénitos transmitidos por los hombres, la infecundidad masculina, las cataratas y hasta el cáncer. Las verduras y frutas de mayor contenido son: el pimentón rojo y verde, el brócoli, las repollitas de Bruselas, el coliflor, el repollo, la espinaca, los cítricos, el kiwi y las fresas. La vitamina C se destruye en la cocción por lo que se recomienda preparar los alimentos asados o en microondas.
- Vitamina E: Se le considera como gran protector del corazón y las arterias. Es especialmente eficaz para evitar las úlceras. Entre los alimentos que la contienen están el banano, el higo (breva), jengibre, repollo y otras crucíferas, el té.
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