martes, 3 de diciembre de 2013

Milagros del desengaño

  Gloria Moanack©

Se parte de un principio: cuando se trata de adelgazar los milagros no existen. Perder peso es casi una ciencia y como tal, es concreta, realista, escéptica frente a resultados extraordinarios.

Pero aquello de resultado milagroso permanece al borde de los labios de muchos de los que proponen dietas. Y existe toda clase de propuestas que se aprovechan del afán, a veces desespero, de las personas por perder peso. Dietas "folclóricas", dietas estrafalarias, desequilibradas (o disociadas) y, por qué no decirlo, dietas absurdas. Estilo: para perder peso paséese con un diente de ajo sobre el ombligo... 

Esas dietas son atractivas porque prometen y logran resultados excitantes: pérdida de varios kilos en una semana, sin pasar hambre. ¿Pero, a qué precio se obtienen semejantes maravillas? Enfermedades, desequilibrios y hasta problemas sicológicos, depresiones! Para acabar, al final, recuperando el peso perdido con la adición de una sustanciosa propina.

Dietas para adelgazar. El tema aquí se dirige a quienes desean perder cuatro, máximo cinco kilos, cantidades que no suelen calificarse siquiera en el sobrepeso como tal. La obesidad, ya lo vimos, es terreno de médicos. No obstante, los comentarios acá incluidos interesan a todo el que desea adelgazar. Ahora bien, así sean poco kilos, se puede (casi debe) consultar con un médico nutricionista o dietistas, la orientación que dan es valiosa y asegura el éxito en el empeño.

La inmensa mayoría de las dietas que se lanzan al mercado promulgan la baja sustancial de calorías o energía, y esto, por supuesto, tiene efectos muy llamativos. Sin embargo, pocas (por no decir casi ninguna) va más allá: no solo es adelgazar sino mantenerse. Punto a menudo olvidado por los magos.

Estas son algunas de esas dietas.

- Dietas sin harinas ni alimentos que contengan glucosa o azúcar. Entre las cuales, una de las más populares sigue siendo la del doctor Atkins. Promueve el consumo de carnes en las cantidades deseadas y de grasas. Esta dieta produce la reducción de las reservas de glucógeno y de los líquidos que van con él lo que conduce a la pérdida rápida de peso. Entre sus inconvenientes están el aumento del ácido úrico en algunas personas, la elevación de los niveles de colesterol en la sangre, trastornos en la vesícula, estreñimiento severo y posibles daños en los riñones. Una vez que la persona vuelve a consumir los alimentos eliminados recupera su peso inicial;

- Dietas proteicas que solo permiten el consumo diario total de entre 400 y 600 calorías, con solo proteínas. Si se tiene en cuenta que el promedio que necesita un hombre cada día es de 2.000 calorías y una mujer 1.600, la pérdida de peso es obvia consecuencia. Quien la sigue debe estar bajo un muy estricto control médico por las consecuencias negativas que puede tener;

- Dietas disociadas que se basan en la incompatibilidad de ciertos alimentos frente a otros. El sistema lleva a la persona a consumir un solo tipo de alimentos al día. Es una dieta restrictiva que conduce a una baja de calorías: por más que a la persona le guste un alimento, le es difícil comerlo todo el día de manera exclusiva. La dieta lleva a desequilibrios por cuanto deja un disbalance en el organismo: habrá exceso de proteínas el día que coma carne pero carecerá por completo de ellas cuando correspondan los siguientes consumos a frutas, verduras, cereales;

- Dieta Montignac parecida a la anterior pero con novedades tales como el descrédito absoluto de alimentos como la papa, o la errónea calificación de la glucosa como tóxica en sí. Es atractiva en el sentido de que, además de resultar en una pérdida rápida de kilos, propone dietas temáticas: cómo perder peso en los almuerzos ejecutivos o de trabajo, por ejemplo. Criticada por demás porque autoriza el consumo de ciertas bebidas alcohólicas;

- Dietas líquidas que, como su nombre lo indica, tacha de la alimentación todo lo que es sólido para recomendar solo bebidas: caldos, sopas livianas de verduras licuadas, jarabes, melazas;

- Dieta de las calorías: la persona se guía por el número de calorías que contienen los alimentos. Teóricamente es una buena fórmula siempre y cuando sea diseñada por un nutricionista o dietista. Es bastante difícil para una persona conocer los valores nutricionales de los alimentos. Si bien puede ser posible estar al tanto de las calorías (los empaques traen la información), es complicado ponerlo en práctica respetando el equilibrio que debe mantener una dieta cotidiana. Así, puede comer mucho de los alimentos que le gustan y desechar otros muchos, importantes, porque no le llaman la atención. Comer, para retomar el ejemplo, una hamburguesa y dejar de lado verduras, frutas, cereales, leguminosas, productos lácteos...  

- La propuesta de los bioenergéticos mediante la cual se habla de la incompatibilidad de la persona frente a los alimentos. A través de un análisis, se suprimen los alimentos determinados como no compatibles con la persona y se diseña una dieta absolutamente restrictiva en la que se ordena el consumo únicamente de dos o tres alimentos, siempre los mismos durante quince o más días. Al término de ese lapso de tiempo y después de nuevos análisis, si la persona ha perdido el peso programado, se le reintroducen unos poco alimentos adicionales. Los resultados, que se logran después de varios meses, son espectaculares pero es indispensable, para ser realmente exitosas y benéficas, que, una vez perdido el peso deseado, se establezca el programa de mantenimiento para una duración no inferior a los 2 ó 3 meses. Programa, por demás, que debería ser instaurado para la vida.

¿Cuál es entonces la dieta ideal?

1) no hay una sola dieta ideal. cada personal es una entidad individual y como tal merece un tratamiento particular y exclusivo. Mi dieta no necesariamente le servirá a la vecina!  

2) la orientación y el seguimiento de un nutricionista o dietista es fundamental sobre todo cuando es a largo plazo.

3) no hay milagros, y ya lo mencionamos. Perder peso requiere disciplina, constancia, convencimiento y mucho valor para perseverar.

4) es ideal que la restricción alimenticia vaya acompañada de una rutina de ejercicios o de un deporte.

5) acepte que con una dieta saludable usted no va a perder más de un kilo por semana. Es posible que al cabo de 2 semanas se estanque. Es normal: durante los primeros días se pierden líquidos. Pida consejo a su médico.

6) Adopte nuevos hábitos alimenticios. Esto le evitará recuperar los kilos perdidos. O lo que los norteamericanos llaman el síndrome del Yo-Yo, y los franceses el peso acordeón.

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