miércoles, 18 de diciembre de 2013

Economizar calorías

Gloria Moanack©

Es cierto, este título de presta a confusión. ¿Quién es el que debe economizar calorías?

Por supuesto no es usted, a menos que se encuentre a pocos minutos de emprender una maratón y que necesite cantidades enormes de energías para cumplir su desempeño.

De lo que se trata es de economizar el número de calorías que vamos a llevar a la olla y que pasarán luego a su plato. Es decir, cocinar con la cabeza más que con los ojos y el paladar. Es aprender a disfrutar de un alimento preparado con menos calorías de las usuales y que tenga la ventaja de no significar una ganancia de peso. Una medida parca. A la hora de cocinar, no es complicado lograr platos muy sabrosos aún si no se les agregan grasas ni cremas ni artificios que resulten en excesos de calorías.

Es cierto que muchas personas -más de las que se cree- no conciben una comida exenta de mantequilla, mayonesa, grasas, y que termine con uno o más postres. Tampoco aceptan que pueda faltar el pan menos aún si éste no es preparado con grasa y azúcar. Quizá son creencias ancladas a lo largo de varios años pero que, con un poco de razonamiento y buena voluntad, pensando en un mejor estar, se pueden modificar. O por lo menos simplificar. Pero para ello se necesita convencimiento y, por qué no, necesidad de lucir bien, de ser bello. 

Precisamente antes de las fiestas es momento oportuno para emprender un primer cambio. Durante las cenas de navidad y Año Nuevo, o en las varias comidas que se ofrecen en el entretanto, nadie piensa en hacer dieta ni en limitarse. De allí que lo que se propone es guardar estos consejos en la alacena y sacarlos una vez hayan pasado las fiestas. 

Entonces, ¿Cómo economizar, o digámoslo mejor, cómo limitar las calorías en nuestras mesas? Veamos algunos trucos y consejos.

- Un bocado por aquí, otro por allá. Esto se llama picar. No nos imaginamos la cantidad de calorías que entran con esas pruebitas. Son traicioneras. Estamos cocinando? Un bocadito para ver qué tal quedó. ¿Compramos queso y jamones? Un pellizco a cada uno para aprobarlos. ¿El marido de la vecina cumple años? Ella pide probar lo que preparó para saber si le falta sal Y todo eso acaba siendo muchas calorías que almacenamos en las caderas, la barriga... Y el pantalón aprieta luego.

- El pollo. Por qué no quitarle la piel antes de prepararlo que es adonde se concentra la grasa. Y si es posible, escoger la pechuga que es magra Pollo asado al horno o sobre una paila. Cocinado en sopa o en guiso con pimentones por ejemplo, es sabroso Si lo quiere en milanesa, apanado con miga de pan y huevo, en vez de fritarlo lo puede poner en el horno untado con un poco de aceite.

- Y para la carne, ya lo sabemos: escoger los pedazos menos grasosos, desechar los gordos y prepararla también asada, al horno o sobre paila, o cocinada con verduras, o molida en guiso para acompañar unos espaguetis. La molida, por supuesto, baja en grasa. Para las porciones, si no tiene báscula, puede pedir en la carnicería o el supermercado que se la empaquen por trozos de entre 150 y 200 gramos. Es una medida ampliamente suficiente, aún para los hombres.

- Con el pescado el problema se presenta si lo quiere frito. Sabroso sí es, pero duro en cuanto a calorías. Peor aún porque se quiere acompañar con yuca o papas fritas... Hay pescados más grasosos que otros, como el salmón. Pero esa grasa es insaturada. Sí tiene calorías y es mejor dejarla sobre la paila. Si se trata de atún, recuerde que el que va enlatado en agua tiene mayores niveles de Omega 3. Si lo come en aceite, es mejor desechar parte de ese aceite.

- Y ya que hablamos de aceite. No es bueno eliminarlo de la dieta porque es necesario para el organismo. Si desea limitar las calorías, es bueno disminuir la cantidad de aceite que incluye con sus comidas. Una medida de dos cucharadas diarias es buena. Todos los aceites aportan más o menos la misma cantidad de calorías.

- Cremas, mayonesa, mantequilla. Aunque se encuentran "aligeradas" en el mercado, no dejan de tener calorías y éstas van a sobrar. No son indispensables para la salud ni el Bien- Estar. Se les puede remplazar de distintas formas con yogur por ejemplo, con mostaza. 

- Y ojo con las margarinas. Recuerde que, por ser hechas con aceites hidrogenados, se convierten en grasas trans que son más perjudiciales que las mismas grasas saturadas y el colesterol.

- En cuanto a los postres y todo lo que es helados, ponqués, galletas, caramelos, jaleas... Ya sabemos lo que debemos hacer frente a esa gama de delicias: cerrarles las puertas. El azúcar como tal no es indispensable en la buena nutrición. Las frutas y las verduras aportan azúcares que cumplen con la función de dar energías. Las llamadas galguerías se clasifican como calorías vacías que no aportan ningún beneficio. Podría decirse que el chocolate, sobre todo el negro, merece un punto aparte porque es benéfico. Sin embargo, no se debe abusar de él: es muy generoso en calorías!

- ¿Y la comida chatarra? Bien lo sabemos: paquetes de papitas fritas, de maíces, chicharrones y demás se quedan encerrados en las alacenas. Mejor sería, por supuesto, ni siquiera traerlo a casa porque estando allí la tentación es grande. Cuando se presente una hambre pequeña, de esas que taladran a deshoras, recuerde que existen las nueces. Si bien son calóricas, y para eso se limitan las cantidades, son alimentos de muy altas cualidades nutricionales. Diez almendras por ejemplo son suficientes para transmitir una sensación de saciedad.

- Y no abusar ni de frutas ni de verduras.  Es cierto que una manzana no aporta más de 80 calorías, lo que es modesto, pero hagamos la cuenta de lo que significa comerse esa manzana más un buen racimo de uvas, más una tajada de patilla y hasta de pronto un banano... Con las verduras pasa lo mismo, a menos que hablamos de lechuga, perejil y hierbabuena.


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