jueves, 5 de diciembre de 2013

Entre ayunos y comilonas

  Gloria Moanack©

¿Puede alguien decirme qué tiene que ver la silueta de una mujer sexapilosa con unos tornillos? O con la batería de un carro. O con unas persianas?

Complicado encontrar tan siquiera una correlación. Y sin embargo, es la tendencia que se ha ido adoptando para desplegar las promociones. El abuso de la figura femenina silueta excesivamente delgada, hermosa y muy atractiva que parece simbolizar la plenitud, la cumbre, la casi plena felicidad...


Figura nefasta para la mente de las adolescentes. Que tal mujer sirva como promotora de cosas bellas significa que ellas también deben imitarla. Sobre todo en aquello de las formas perfectas en donde no se perfila ni un gramo de grasa.


Quiérase o no, son estas conclusiones las que dan lugar a un inmenso número de casos de los más complicados trastornos en el campo de la alimentación: la anorexia y la bulimia.


Trastornos que, llevados al extremo como en el caso de la anorexia, ponen en peligro una vida. Y que se han visto incrementados en los últimos años con tal frecuencia que han llevado a médicos y a entidades internacionales como la Organización Mundial de la Salud a lanzar una alerta a los padres de familia. Estos desórdenes en la alimentación deben ser atendidos con carácter prioritario. No son caprichos de adolescentes ni movimientos de rebelión. Son enfermedades.


Hasta hace pocos años, la anorexia y la bulimia eran casi desconocidos. Pero hoy, cuando se han difundido ambos trastornos, muchas mujeres adultas y mayores realizan que ellas mismas quizá pudieron sufrirlos en sus años de juventud. Pero como a esa época no se hablaba de ellos... Y les quedan rezagos tales como la obsesión o compulsión por la comida y el deseo de comer grandes cantidades, o por el contrario, la necesidad de mantener un estricto control de su peso, ansiedad y afán por la nutrición, ejercicios extenuantes...


¿Qué son la anorexia y la bulimia? 

Se les conoce como trastornos del comportamiento alimentario. Adolescentes y adultas jóvenes son quienes más los sufren aunque está aumentando el número de muchachos adolescentes y de adultas mayores que buscan perder peso de manera desordenada o que se entregan a la comida con obsesión. Sin embargo, la proporción sigue siendo superior en mujeres (9 a 1).

Veamos en detalle. Primero, las personas que no comen.

La anorexia nerviosa se caracteriza por una preocupación excesiva por la figura, el peso y la comida. Llegando a límites tales que la persona acaba reduciendo su alimentación diaria a una taza de café negro, sin azúcar por supuesto, y una manzana. Como todo lo hace a escondidas, quienes la rodean solo alcanzan a visualizar la pérdida de peso, cada vez más preocupante por no tener una aparente explicación.

Aquí se anotan algunos síntomas de alerta que pueden ayudar a detectar la presencia del trastorno.

- Disminución cada vez más dramática de la ingesta de alimentos, alegando que no tiene hambre;
- Cambios radicales en los mismos alimentos que se consumen. Se eliminan harinas, grasas, azúcares y todos los productos "superfluos" tales como golosinas, galletas y demás, para recibir solo aquellos que son asados o cocinados en agua;
- Se mantienen las proteínas en las primeras etapas pero en porciones limitadas;
- Rechazo de todo alimento elaborado, salsas, fritos y demás;
- Cambio en el horario de las comidas para aislarse y evitar encontrarse con la familia u otras personas;
- Obsesión por aprender acerca de los alimentos, valor nutricional, calorías. Pueden convertirse en excelentes cocineras sin jamás probar lo que hacen;
- Frente a los líquidos existen variaciones: algunas se exceden en la cantidad de agua que toman mientras que otras eliminan casi por completo todo líquido;
- Cuando se ven obligadas a comer, tan pronto les es posible corren al baño a inducirse en vómito;
- No satisfechas con eso, comienzan a tomar de manera afanosa diuréticos y laxantes, y se entregan a actividades físicas extenuantes;
- La obsesión por perder peso les distorsiona su propia imagen. Se mantienen convencidas que siguen con exceso de peso que deben eliminar;
- Esto va acompañado por la obsesión de pesarse varias veces al día;
- Pierden el gusto por las actividades que antes les agradaban y abandonan sus pasatiempos favoritos;
- Se retraen frente a familiares y amigos y evitan todo contacto con el sexo opuesto. Han perdido el deseo sexual;
- A las pocas semanas comienzan a verse los primeros daños entre los cuales la ausencia de menstruación.

¿Y las personas que sí comen?

Por sus consecuencias generalmente menos severas, la bulimia nerviosa no suele poner en riesgo la vida de la persona. Este trastorno se define como la pérdida de control sobre la alimentación lo que lleva a comer cantidades exageradas de alimentos en tiempos muy breves. En algunas personas, estas comilonas suelen ser seguidas por conductas tendientes a evitar la ganancia de peso. Entre éstas se incluyen, al igual que para la anorexia, la inducción al vómito, períodos de ayuno severo, abuso de laxantes y diuréticos, ejercicios extenuantes.

Entre las cuales se encuentra una predisposición genética, trastornos afectivos y emocionales, abuso de sustancias adictivas y abuso sexual, obesidad previa y adopción de dietas para adelgazar severas y no siempre exitosas, sobreprotección de los padres.

Entre los síntomas se encuentran:

- Actitud desordenada frente a las comidas. Cuando está rodeada de personas, la persona puede seguir con mucho juicio una dieta rigurosa. Pero tan pronto se encuentra sola se entrega a comilonas desorbitadas y generalmente a deshoras;
- La selección de los alimentos no sigue un patrón lógico: come cualquier cosa que tenga al frente pero de manera reiterada se lanza sobre los alimentos con más alto aporte de calorías, predominando lo que pertenece al campo de la pastelería y los dulces;
- Como no se controla en las cantidades, es capaz de "devorar" todo lo que se ha dejado de lado para la comida o para el día siguiente, haciendo también incursiones a las alacenas y armarios en donde se guardan las provisiones;
- Después de estas comilonas les pueden atacar complejos de culpa y remordimientos que los llevan a actitudes extremas como los ayunos y el uso de laxantes y diuréticos;
- Al igual que lo hacen los adictos al alcohol u otra droga, se esmeran en esconder alimentos en distintos rincones y acuden a ellos en el momento de la compulsión;
- Niegan tener un problema y se enfadan si alguien lo menciona;
- Comienzan a ausentarse de las aulas (colegios o universidades) y de sus trabajos y eluden las responsabilidades;
- Pueden comenzar a abusar de las bebidas alcohólicas: buscan con ellas menguar la ansiedad que les produce su compulsión y la falta de control sobre la misma;
- Pueden tener conductas autodestructivas, infligirse heridas y llegando en los extremos a intentos de suicidio;
- Se descuidan de su aspecto físico y también omiten las medidas básicas de higiene.

¿Qué hacer?

En ambos casos la actitud de los padres o compañeros debe basarse en el amor, la protección, la comprensión que es, quizá lo que más necesitan. Pero esto no es suficiente: la presencia del médico es indispensable. En general, se acude a un grupo interdisciplinario de médicos en el cual estarán incluidos el internista, el siquiatra, el nutricionista y los que cada caso particular requiera. Para los casos de bulimia se ha de prever la participación de un médico deportólogo para que le diseñe un programa personal de actividades físicas.

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