viernes, 16 de mayo de 2014

Angustia, pánico y otros



La persona se siente morir. O cree estar rozando la locura. Comienza a sudar, tiembla, no logra concentrarse, tiene la mente confusa y se le borran las ideas, el corazón se acelera. Ella entonces tiene ganas de encerrarse en un cuarto porque el entra mucho miedo de salir ya que algo puede pasarle en cualquier momento.

Son algunos de los síntomas que caracterizan la angustia. Reacciones que se presentan a cualquier edad, cualquiera que sea el nivel de educación y estudios, cuando se es o no profesional, con cargos directivos o no, cuando se tienen suficientes medios económicos o no.

La angustia: junto con la depresión es hoy uno de los más frecuentes desórdenes. Altera la vida de quien la sufre y la lleva a comenzar un deambular de consultorio a otro sin que siempre se le den explicaciones claras. Y sin que se le diga que esa angustia puede muy bien derivarse de una falta de vitaminas de la familia B y de minerales como el magnesio, o ser con secuencia de una dieta pobre en nutrientes pero rica en azúcares y productos refinados.

Es cierto que existen causas de índole sicológica y siquiátrica. Pero, con enorme frecuencia la angustia está relacionada con causas orgánicas: una falla en los elementos químicos del cerebro, un desequilibrio en sustancias que circulan en el organismo, como el ácido láctico.

Aguda o crónica, la angustia puede dar lugar a ataques intermitentes de pánico. Estos son de distinta duración: unos minutos o hasta media hora. Sus síntomas son semejantes a los de la misma angustia pero a éstos se le han de agregar otros como la dificultad para respirar, dolor en el pecho, boca seca, sensación de peligro inminente y miedo, temblores, taquicardia, mareos y náuseas. En esos momentos, la tensión arterial puede elevarse de manera considerable o, por el contrario, alcanzar niveles muy bajos. En este último caso, queda un inmenso cansancio y mucho desgano y falta de energías.

Algunas de las causas de la angustia incluyen:

- Estrés crónico
- Adrenalina no balanceada
- Alergias alimenticias
- Mala absorción de alimentos
- Niveles de glicemia en la sangre no controlados. Hipoglicemia o baja de azúcar en la sangre
- Uso de estimulantes como el café, el té, la nicotina y otras drogas
- Deficiencias nutricionales
- Hipertiroidismo
- Depresión

Entre éstos, hablamos del disbalance nutricional. Más concretamente, se relaciona con un exceso de lactato en el cuerpo. Esta es una derivación del ácido láctico, producto normal del metabolismo, que se incrementa durante el ejercicio y el trabajo muscular. Cuando se registran niveles altos de lactato en la sangre, surgen los ataques de angustia y/o pánico, y la persona se siente permanentemente angustiada.

Normalmente, el lactato se convierte en dióxido de carbono y agua y es expulsado del organismo. Sin embargo, en algunas personas, este proceso no se cumple a cabalidad y por ello se presentas los niveles altos de la sustancia en la sangre.

Otro elemento que influye en la angustia y el pánico es la glucosa. Los almidones, azúcares carbohidratos refinados, el sorbitol de la miel o la fructosa (de las frutas) se convierten en glucosa que no es otra que el azúcar de la sangre. La conversión de hace en varias etapas químicas, una de las cuales conduce a la formación de lactato. Esto puede suceder cuando el hígado no funciona bien o cuando hay deficiencia de una de las vitaminas B, o de un mineral como el zinc y el magnesio.

Pero aquí se presenta un aspecto interesante: y es el enlace que se da entre el calcio que circula en el cuerpo y el lactato. A ese momento, éste queda imposibilitado para ocasionar angustia y pánico. De allí que uno de los recursos para tratar estos desórdenes sea la administración de suplementos de calcio. Queda claro que el mineral no se utiliza para curar la angustia, la agorafobia o el pánico sino para prevenir e impedir los ataques.

¿Qué hacer?

Llene su dieta de productos que le ayudan a combatir el estrés, y trate de hacer varias comidas al día -entre cinco y seis- para evitar las fluctuaciones de azúcar en la sangre.

Los alimentos recomendados son:

- Granos integrales como arroz, avena y quinoa. Proporcionan vitaminas B y magnesio, ambos útiles contra el estrés. De manera particular, el magnesio ayuda a que los músculos y los nervios se relajen
- Cantidades de verduras verdes: col rizada, chicoria, brócoli, repollo
- Alimentos ricos en calcio y magnesio: retoños de trigo, soya, lentejas, nueces, verduras de hojas grandes verdes, apio, lechuga, semillas de ajonjolí, almendras
- Alimentos que fortalecen los nervios: arroz enriquecido con vitamina B, puré de batatas dulces, yogur natural, cebada y verduras cocinadas al vapor
- Alimentos ricos en vitamina C.

Evitar:

- Cafeína, alcohol, nicotina y otras drogas
- Azúcares, especialmente carbohidratos refinados
- Evitar el trigo si se le comprueba intolerancia al mismo.

Además:

- Haga todo cuando sea necesario para tener noches de sueño tranquilo. Si es necesario, dése tiempo para una pequeña siesta después del almuerzo
- Mantenga una rutina de ejercicios suaves. Dedíquele por lo menos 20 minutos diarios. Bailar, caminar, nadar son algunas de las actividades que le pueden beneficiar. 
- Aprende técnica de relajación: yoga, meditación, tai chi, ejercicios de respiración, música relajante
- Utilice aceite con esencia de lavanda. Es un excelente relajante. 
- Coma pequeñas colaciones, en horarios frecuentes a horas fijas y evite el exceso de azúcares y alimentos refinados.

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