miércoles, 25 de febrero de 2015

Niños malnutridos



¿Alguien puede asegurar que sus hijos, en edad escolar, nunca comen galguerías? ¿Nunca reciben un paquete de papas fritas a cambio del sandwich que usted les preparó? ¿Que jamás intercambia el jugo natural que usted le puso en la lonchera a cambio de una gaseosa?

Complicada situación la de los padres que buscan inculcarles a sus hijos los hábitos saludables de un buen comer. Complicado más aún porque el mundo que los rodea está lleno de tentaciones. Y que, por supuesto, un niño prefiere -tantas veces más- comerse cualquier ponqué, cualquier galleta o paquetico en vez de contentarse con un yogur natural mezclado, por usted su madre, con frutas frescas.

Y es así como los niños, desde que comienzan los primeros estudios en el colegio, aprenden a apreciar, y buscan, todos los alimentos que les son prohibidos o restringidos en la casa. Aprenden a buscar el azúcar y los alimentos que lo contienen, la sal y los alimentos que la aportan, y las grasas (jamás las no saturadas) que acompañan productos como las papas fritas.

Como consecuencia, usted acaba desistiendo de su intento de inculcarles los mejores hábitos alimenticios. Porque se hace casi inútil luchar contra una propaganda feroz que los atosiga día y noche, contra la influencia de los compañeros de colegio, y contra lo que escala en el primer lugar de las preferencias infantiles.

¿Y qué está pasando?

Que, en estos niños de hoy comienzan a incubarse enfermedades que, hasta hace pocas décadas, solo eran de adultos. Veamos algunas pocas cifras dadas por las investigaciones de mercado: Tanto en Estados Unidos como en Gran Bretaña, uno de cada cinco niños sufre de obesidad mórbida. Los médicos detectan con cada vez mayor frecuencia la presencia de diabetes II, mal llamada diabetes del adulto, en niños americanos y británicos de entre 6 y 17 años de edad.

No es una casualidad: a medida que han ido declinando la calidad y los valores nutricionales de la alimentación del mundo occidental, en esa medida se han incrementado los diagnósticos de enfermedades como el asma, las alergias, la hiperactividad y los problemas de comportamiento, el Síndrome de Fatiga Crónica (aún en niños de apenas 9 ó 10 años!). 

Es aterrador: estudios adelantados en Gran Bretaña por el Consejo de Investigaciones Médicas confirman que, hace 40 años, las madres sabían más de nutrición para sus hijos que lo que saben las madres de hoy. Esta realidad se produce igualmente en los Estados Unidos. Solo un detalle permite calibrar los cambios: a lo largo de los 17 últimos años, el consumo de azúcar creció en un 28 por ciento, de manera muy especial entre los niños norteamericanos. ¿Da lugar entonces a extrañarse de la presencia de tanta obesidad clínica y de la diabetes tipo II?

Este es el motivo por el cual los investigadores médicos del mundo occidental lanzan una alerta. Entre niños en edad escolar y adolescentes, se han incrementado los problemas de salud con la presencia de trastornos serios que predisponen a la aparición, en pocos años, de enfermedades graves. Veamos estos trastornos:

- Alta presión arterial, infartos y problemas circulatorios que comienzan a verse en niños. Frecuentes son los casos de jóvenes que mueren, de manera prematura y muy probablemente previsible, de infartos cardíacos;
- Problemas digestivos y cáncer de colon; 
- Dolores de espalda, osteoporosis (en jóvenes adultos y adolescentes), artritis;
- Problemas asociados con las hormonas, períodos menstruales dolorosos, bajos niveles de esperma, trastornos de fertilidad;
- Diabetes tipo II, que lleva a los niños a vivir con el riesgo de ceguera, problemas cardíacos y renales, desórdenes en la circulación sanguínea.

¿Qué hacer?

Lo primero es no desistir en seguir educando a sus hijos para que adquieran y mantengan sus hábitos alimenticios saludables.

En casa:

- Evite comprar galguerías, paquetes de alimentos fritos, galletas, ponqués y demás alimentos altos en calorías y muy pobres en nutrientes;
- Procure que las comidas que reciben en casa contengan la mayor cantidad de alimentos que les aporten todos los nutrientes que requieren para proteger su salud y desarrollarse bien;
- No olvide incluir siempre verduras y frutas, cereales integrales, nueces, frutas secas;
- Hay alimentos dulces que sí son saludables y que pueden comer tales como los ponqués y tortas que usted les prepara en casa, pizzas y sandwiches hechos en casa, chocolates, conservas de frutas, pies de manzana, pera o duraznos con almendras, etcétera.
- Evite tener en casa gaseosas y otras bebidas endulzadas con azúcar natural o con edulcorantes químicos;
- Un buen batido de chocolate con leche, frutas con leche es mucho más saludable, sobre todo si no le agrega azúcar;
- Lea siempre las etiquetas de los alimentos que compra ya listos para ser consumidos. Verá que en su gran mayoría aportan excesos de sal, azúcares y grasas saturadas (o hidrogenadas que son las trans, más dañinas que el colesterol);
- De vez en cuando, que sea durante el fin de semana o cualquier otro día, invítelos a comer una hamburguesa, perro caliente o cualquier otra comida que les llame mucho la atención. Una vez, muy de vez en cuando, no hace daño. El peligro comienza cuando se convierte en costumbre cotidiana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario