viernes, 8 de mayo de 2015

Cómo conservar los alimentos



Ojalá fuera posible salir al jardín para recoger las verduras que se comerán al almuerzo...

Ojalá no fuera usual comprar verduras y frutas y mantenerlas en la nevera una cantidad indefinida de días. 

Y ojalá así fuera porque, de esa manera, se obtendrían todas las vitaminas y los minerales que aportan estos alimentos.

Pero es un sueño. Porque hoy, pocos son los privilegiados que viven al lado del vergel, pocos los que tienen en la parte posterior de la casa verduras cultivadas y cosechadas a medida que fueran madurando.

El mundo nos ha proporcionado un sinfín de comodidades que nos ayudan a obviar tal saludables prácticas. Tenemos neveras y congeladores, tenemos supermercados cerca de la casa, con frecuencia podemos, con una sola llamada telefónica, lograr que nos traigan a casa todo cuanto necesitamos...

¿Cuándo fueron cultivados y cosechados los alimentos? Cuánto tiempo atrás fueron sacados del mar los pescados? Difícil saberlo. Dicen que, entre más tiempo pasa entre la cosecha y el consumo, mayor cantidad de nutrientes se pierden. Pero, como se dice, "ni modo de obviarlo". 

Así que nos contentamos con acatar las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud con relación a la preparación y conservación higiénicas de los alimentos.

Son diez reglas de oro las que integran estas normas básicas. Aquí van:

1) Elegir los alimentos tratados con fines higiénicos. Hay alimentos que se consumen de manera natural, como lo son las frutas y las verduras. Pero otros, tales como la leche, las carnes y los productos de mar, deben ser sometidos a tratamientos específicos. 

En este sentido, se aconseja no consumir leche cruda sino pasteurizada (se incluyen igualmente los derivados lácteos), las aves y demás carnes deben ser refrigeradas y mantenidas en espacios muy higiénicos con lo cual se evita su contaminación, la refrigeración adecuada debe regir tanto para el transporte -aéreo o terrestre- como para su conservación.

2) Cocinar bien los alimentos.- La temperatura mínima aconsejada es de 70 grados para la cocción de todos los alimentos. 

Se recomienda, de manera muy especial, vigilar que carnes y aves sean consumidas cuando están realmente cocinadas. La carne molida o un muslo de pollo a medio cocer se convierten en fuente de bacterias que causan daños tan serios como las infecciones intestinales. En cuanto a los pescados, y se resalta el hábito cada vez más extendido de comerlos crudos en sushi y otras preparaciones semejantes, se recomienda mucha prudencia. Asegurarse de que el restaurante que los prepara es de absoluta confianza y de que han tratado los productos con todas las máximas medidas de prudencia.

3) Consumir lo antes posible los alimentos cocinados.- Es cierto que la nevera ayuda a conservarlos durante un tiempo mayor. Sin embargo, un alimento cocinado es susceptible de ser invadido por microorganismos que pueden contaminarlo. 

Cuando haya preparado un plato y si los restos no se han de comer en los dos días venideros, es preferible congelarlos. Otro consejo es el de no dejarlos a temperatura ambiente bajo el pretexto de que es mejor que se enfríen antes de llevarlos a la nevera.

4) Guardar adecuadamente los alimentos cocinados.- De nuevo se insiste: es preferible llevarlos tibios a la nevera, sin cerrar el recipiente, que dejarlos durante más de una o dos horas a temperatura ambiente. Es una medida de prevención.

5) Recalentar de manera adecuada los alimentos.- Cuando usted decida sacarlo de la nevera, hágalos pocos minutos antes de llevarlo a la mesa. Caliéntelo a una temperatura media alta (70 grados) para que se conserve saludable y para evitar que proliferen microorganismos que lo contaminen o alteren.

Si lo congeló, es preferible llevarlo de una vez al fuego sin esperar que se descongele. Hágalo a fuego lento para facilitar el procedimiento.

6) Evitar el contacto entre alimentos crudos y cocinados.- Se pueden contaminar unos con otros. 

De hecho, como norma general en la cocina, es preciso evitar el contacto unos con otros de alimentos de distintas categorías. Por ejemplo, pollo crudo con verduras, pescado o carne también con verduras. Cuando proceda a prepararlos, y solo a ese momento, los puede mezclar en la olla. No antes.

7) Lavarse las manos a menudo.- Antes y después de cualquier preparación es indispensable lavarse las manos. 

Lo mismo debe decirse con los utensilios que emplea para las distintas labores. Cuchillos, tablas de desmenuzar, cucharas y demás deben lavarse cada vez que se utilicen con un alimento y antes de emplearlas para el siguiente. Es especialmente prudente hacerlo cuando se trata de pollo, pescado o carne.

8) Mantener limpias las superficies. Medida semejante a la anterior.

Es indispensable lavar y desinfectar las superficies en las que se trabajaron las carnes, sean éstas de ave, res o de mar. Son éstos alimentos que se deterioran con mucha facilidad y que, por lo tanto, contaminan el resto de los alimentos.

9) Mantener los alimentos fuera del alcance de los animales. Es obvio: cualquier animal, así sea doméstico o no, carga microorganismos y son poco higiénicos. 

La mejor manera de proteger los alimentos es mantenerlos en recipientes cerrados.

10) Utilizar agua potable clorada. En las grandes ciudades, se obtiene generalmente el agua potable en todos los hogares.

Sin embargo, si usted se encuentra en un lugar apartado y no se le ha garantizado la calidad del agua, procure utilizar el líquido embotellado. Si hay dudas para lavar verduras y frutas, agregue una pastilla desinfectante al agua. Si no la tiene, una gotas de vinagre blanco o de cloro harán la misma función.

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