El cuerpo se desgasta. De tanto estrés al que está sometido día tras día, por causa de la contaminación y los afanes, debido a la dieta incompleta o excesiva. Todo esto ha llevado las células de su cuerpo a extenuarse.
Y por ello, ya no responden como deberían. Tienen muchas maneras de manifestar su cansancio y el agotamiento. Pero estos síntomas no los captamos o, si lo hacemos, les atribuimos causas múltiples, distintas a la extinción de las energías celulares.
Tengo entre manos un libro que me ha parecido muy interesante. "Con buena salud gracias a la micronutrición". Editorial Albin Michel, autores el doctor Didier Chos, presidente del Instituto Europeo de Dietética y Micronutrición y fundador de la micronutrición, y Laeticia Agullo, dietetista y naturópata, especializada en micronutrición.
Son ellos quienes hablan acerca de la protección celular y de como el cuerpo, cada una de sus células, necesita con urgencia de una revitalización. Esta viene a través de los antioxidantes. Pero, antes de hablar de ello, veamos qué síntomas pueden presentarse cuando la protección celular entra en huelga.
Dolores en la nuca y espalda; articulaciones dolorosas (espalda, codos, muñecas, caderas, rodillas, pies y tobillos); heridas frecuentes, así sean leves, cuando se practican ejercicios; artrosis y osteoporosis; cataratas y/o ojos secos; infecciones de nariz, garganta y oídos; infecciones bronco-pulmonares o urinarias; rinitis y otras alergias frecuentes, asma, herpes o zona.
Son numerosos, verdad? Pero ¿de qué depende que se presenten o se agudicen?
Los especialistas hablan de fallas en la alimentación, de sustancias -micro sustancias- que hacen falta. Bien sea porque la dieta es incompleta o desequilibrada, bien sea porque cometemos errores a la hora de comprar, almacenar y cocinar los alimentos.
Todos los alimentos, cualesquiera que sean, contienen micronutrientes. Estos, entre muchos otros, son las vitaminas y minerales, los ácidos grasos esenciales, los fitonutrientes (fito o planta), los antioxidantes. Y todos ellos son elementos muy susceptibles, que se pierden con mucha facilidad y que, por ello, debemos tratar de preservarlos, por todos los medios a nuestro alcance.
Medios que, muchas veces, son sencillos. Por ejemplo, comprar y consumir verduras y frutas en grandes cantidades pero que sean de temporada. O sea que acaben de ser cosechadas y, sobre todo, cultivadas por medios naturales, de acuerdo con cada estación y cada clima.
Los fitonutrientes son especialmente sensibles al calor y al almacenamiento. Por ello se hace imperativo consumirlos a la mayor brevedad posible, conservarlos en la nevera o, si acaso, en el congelador. Evitar cocinarlos es otro de los consejos, o hacerlos en muy pequeñas cantidades de agua y de manera rápida. Por ejemplo, en el wok o al vapor.
Para garantizar que a su plato lleguen todos los micronutrientes, busque la variedad. Variedad en colores y formas, mezclas de varias verduras y varias frutas, sin limitar el afán de su imaginación de crear obras de arte multicolores en cada uno de sus platos... Así es como se consigue una óptima protección antioxidante.
¿En dónde se "refugian" los antioxidantes? En los alimentos que aportan zinc, selenio, vitamina C, carotenos y vitamina E, manganeso y coenzima Q10. Aquí van algunos de esos alimentos:
Zinc: Ostras, hígado, germen de trigo, carne roja de res y ternera, cangrejo y langosta, cerdo, bogavante, pollo, legumbres secas, semillas de ahuyama, cereales completos.
El cuerpo absorbe generalmente entre el 15 y el 40 por ciento del zinc que aportan los alimentos. Y la ausencia de zinc se manifiesta con infecciones frecuentes, atrasos en el crecimiento, trastornos en el olfato y el gusto, baja fertilidad, dermatitis como el acné, fatiga y depresión, pérdida de peso y trastornos intestinales.
Selenio: Al igual que el zinc, este mineral se absorbe mejor si proviene de fuentes animales. Se encuentra en muy buena cantidad en los productos de mar y pescados, carnes y menudencias, levadura d cerveza y nueces del Brasil.
La falta de selenio se puede traducir en enfermedades cardiovasculares e inflamatorias, asma, inmunidad débil, cáncer y catarata.
Vitamina C: Los alimentos que la aportan son múltiples Entre ellos, la guayaba es fuente principal, el perejil, los pimentones rojos y amarillos, el repollo, la papaya, el kiwi, los litchis, mango, repollitas de Bruselas, fresas y otros frutos rojos, remolacha, cítricos, melón y piña...
La recomendación es la de consumir entre 3 y 7 porciones diarias de verduras, y entre 2 y 5 porciones de frutas. Agregar a sus alimentos cebollín, tomillo,azafrán, perejil, especies y hierbas aromáticas. Trate de no mantener durante demasiados días las verduras y frutas en la nevera y de consumirlas crudas o, si acaso, cocinadas de manera breve y en muy poca agua.
Carotenos: Ya lo sabemos, están en frutas y verduras de color anaranjado lo mismo que en las verduras verdes como la espinaca y el brócoli, el berro, los crucíferos (repollo, coliflor y otros), el maíz y las yemas de huevo.
La absorción del betacaroteno así como de la luteína, el licopeno y la zeaxantina presente en todas estas verduras y frutas se ve facilitada en presencia de grasa. Por lo cual se recomienda mezclar aceite vegetal, con preferencia que sea de oliva o canola, ricos en omega 3.
Vitamina E: En el aceite de germen de trigo, almendras enteras con su piel, semillas de girasol, avellanas, aceites de girasol y soya y de oliva, aguacate.
Coenzima Q10: Las mejores fuentes son la carne de res, el pollo, las sardinas, el aceite de soya, el brócoli y los huevos.
Este no es considerado como un micronutriente esencial por cuanto el organismo lo puede sintetizar por sí mismo. Su carencia puede asociarse con hipertensión arterial y enfermedades cardiovasculares, enfermedades de encías, sida, trastornos musculares y algunos cánceres, degeneración macular.
Manganeso: Se encuentra en los cereales completos, nueces, jengibre, espinacas, clavos, cacao y chocolate negro, quinoa, legumbres secas (lentejas, garbanzos, fríjoles rojos, blancos y negros, habas secas), el té y algunas frutas como la piña, uvas y frambuesas.
En cuanto al cobre, se le consigue en los frutos de mar y crustáceos, en el hígado, la carne roja y las aves, alcachofas, champiñones, nueces, legumbres y chocolate negro.
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