¿Vale la pena consumir alimentos a los que se les han agregado vitaminas, minerales y otros nutrientes?
¿Son estos alimentos enriquecidos aptos para todas las personas o solo deberían dirigirse a un grupo específico que de verdad los requiera?
¿Qué riesgos acarrea el consumo excesivo, uso y abuso de nutrientes?
Bien es sabido que un exceso de vitaminas, sobre todo de aquellas que se metabolizan a través de la grasa, puede resultar mucho más perjudicial que su escasez. Estas vitaminas, al igual que otros nutrientes, como los minerales, llegan a ser tóxicos si se abusa de ellos.
No es el caso de las vitaminas que se tramitan a través de los líquidos del organismo. Tales como la vitamina C. A este respecto, un amigo, conocido como excelente químico y farmacólogo, decía que el único daño que producía el abuso de la vitamina C era que encarecía la orina. En el sentido de que precisamente es a través de ella que se excreta la vitamina.
Pero vayamos por partes. Alimentos enriquecidos abundan en los mercados. Desde los cereales que se ofrecen para el desayuno hasta los yogures, las galletas, el mismo pan, los huevos, las mantequillas... Y nos dejamos atrapar por la publicidad que nos los presentan como garantía de salud, protección, longevidad y hasta control de peso y energía suplementaria para la jornada.
Estos alimentos no son de por sí malos ni peligrosos. Depende de muchos factores que lleguen a serlo. Entre otros, depende de quien los consuma y depende igualmente de la sustancia agregada para enriquecerlos.
Veamos los riesgos de consumirlos:
- Si usted mantiene una dieta equilibrada, completa, si los alimentos que consume a diario, y todos los días, son ampliamente suficientes, le aportan todos los nutrientes que su organismo requiere, son acordes a su situación de salud, edad, actividad, recibir suplementos puede llegar a causarle daño. Tomemos el ejemplo de Finlandia, país en donde los habitantes son grandes consumidores de productos lácteos. Si se enriquecieran los alimentos que consumen los finlandeses con calcio, 10 por ciento de la población correría el riesgo de sufrir de complicaciones derivadas por el exceso de calcio. Tales como cáncer de próstata y enfermedades renales.
- Además del calcio, otras sustancias utilizadas para enriquecer los alimentos también llegan a ser nocivas. Entre ellas las vitaminas A, D, B2 y B6, el selenio y el hierro.
Por el contrario, los alimentos enriquecidos son altamente benéficos para las personas que no mantienen una dieta completa, cuando hay carencias serias en su dieta o cuando sufren de trastornos específicos.
Aquí se consignan algunas de esas situaciones junto con las vitaminas o minerales que convienen:
- Calcio y Vitamina D: benéficos durante la adolescencia, el embarazo y la lactancia. Sobre todo si se vive en países de climas fríos donde el sol no aparece, o si se es poco consumidor de productos lácteos.
- Hierro: Muy benéfico y recomendado para las mujeres que no consumen carnes rojas o pollo, y de manera especial si se les presentan menstruaciones muy abundantes o si se encuentran en gestación.
- Vitamina B9: Dos o tres meses antes de iniciar un embarazo y durante el primer trimestre de la gestación. Son los momentos más recomendados para recibirla en suplemento. Así mismo es benéfica para los mayores de 60 años sobre todo si no son consumidores de verduras frescas o de leguminosas.
- Vitamina B12: Muy recomendada después de los 60 años y de manera especial si no se consumen proteínas animales (carnes rojas, pollo, pescado).
- Varias vitaminas: El enriquecimiento de alimentos con un conjunto de vitaminas y minerales conviene a quienes mantienen una dieta monótona o pobre. Por ejemplo, cuando se hacen dietas de adelgazamiento prolongadas.
Así se resume: si usted se encuentra en alguna de las categorías descritas arriba, no dude en adquirir y consumir alimentos enriquecidos con los nutrientes que le convienen. Sin embargo, si usted mantiene una dieta completa, diversificada, llena de nutrientes, consumir alimentos enriquecidos le pone frente al riesgo de sufrir de sobredosis de una o más vitamina lo cual es perjudicial.
Aprendamos de todos modos a distinguir el lenguaje de los empaques comerciales. ¿Un alimento es rico o enriquecido?
- Si el fabricante anuncia que su producto es "naturalmente enriquecido..." significa que el alimento no ha sufrido ninguna transformación ni se le han agregado nutrientes. Es simplemente el alimento en sí que es rico en tal o cual sustancia. Por ejemplo, la leche es rica en calcio, los huevos que dan gallinas alimentadas con linaza son naturalmente ricos en omega 3.
- "Con garantía de ser producto rico en...". Cuando, en el curso de su producción, un alimento ha perdido vitaminas, el fabricante las agrega para que el producto recupere su riqueza original. Sucede por ejemplo con varias leches esterilizadas o jugos de frutas que, al ser sometidos a procesos industriales pierden sus minerales y/o vitaminas, los cuales les son agregados antes de embotellarlos y ponerlos en el mercado.
- "Enriquecidos con...". A los alimentos se les agregan nutrientes que no les son propios en su estado natural. Es el caso de los cereales enriquecidos con hierro, o de los yogures enriquecidos con magnesio.
Alimentos para bebés.-
En este terreno, no se deje engañar. Cuando el producto lleva fantásticas etiquetas que anuncian múltiples bondades, mírelos con escepticismo. Porque muchos de esos alimentos, si no la mayoría, le ofrecen menos interés de lo que quisieran.
Veamos por qué: un vaso grande de leche, o un tetero grande ofrece a su hijo 300 mg de calcio mientras que una barra de chocolate enriquecida con calcio o dos o tres galletas igualmente enriquecidas con el mineral le aportan entre 5 y 10 veces menos de calcio. Por supuesto, no dejan de ser nutritivos pero no se les puede considerar como equivalentes de un vaso de leche. Menos aún porque a estos productos se les han agregado sustancias y azúcares lo que no los hace benéficos -de ser consumidos en exceso- ni para el peso ni para el corazón.
Igual debe decirse de los quesos "especialmente diseñados para niños". Son generalmente quesos blandos, que se presentan en porciones triangulares individuales y que acaban siendo diez veces menos ricos en calcio que un pedazo de emental. Son además más ricos en sal que los quesos tradicionales.
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