lunes, 21 de septiembre de 2015

Frutas de cosecha



Hoy en día es la confusión total. O, para mejor decirlo, los tomates ya no se producen solo en verano sino a lo largo del año. Seencuentran cerezas en cualquier momento mientras que las habichuelas y arvejas se compran tanto en invierno como en pleno verano.

Es decir que ya no hay estación capaz de frenar la producción de frutas y verduras. Porque las tecnología de punta han hecho posible presentar en la mesa e incluir en la dieta cotidiana productos que antes solo se podían conseguir en los meses en que se produjeran.

¿Es esto benéfico? ¿Puede hablarse de ventaja o, al contrario, agregar un punto de interrogación al lado de esas cosechas fuera de temporada?

Como es obvio, la respuesta depende de quien la da. Si se trata de un gourmet, de alguien que desearía descrestar a sus amigos e invitados, ofrecer cerezas durante la cena de navidad es algo fantástico.

Pero si quien responde es un nutricionista, muchos interrogantes y dudas serán planteados. Porque, lo que les crea dudas son los cómo y los por qué. Sobre todo porque, en los cultivos que se dan fuera de temporada, se suelen utilizar más productos químicos para fertilizar e incentivar la buena producción.

Como lo expresa el médico nutricionista británico Michael Van Straten en su libro "Coma bien y viva más años" (Eat well and live longer), consumir alimentos que se producen fuera de temporada contradice todos los principios de una saludable alimentación acorde con la naturaleza.

Es quizá un concepto que podría parecer exagerado a muchas personas. Sin embargo, como lo dice el mismo médico, basta con regresar unos años atrás, observar como vivían nuestros antepasados para ver que sí es cierta la creencia de preferir comer los productos en plena cosecha y no fuera de temporada.

Es más, afirma también que los alimentos deberían conseguirse en las áreas en donde se vive. Sin buscar aquellos calificados como exóticos que provienen de otros países o, lo que es peor aún, de otros continentes.

Claro está que todos, hoy, aprovechamos de las facilidades que nos aportan los progresos en los medios de transporte así como la apertura de los mercados y fronteras. Acaso, podría preguntarse, ¿alguno de nosotros se negaría a comerse un delicioso mango con el supuesto de que fue producido en Africa y que nosotros vivimos en un país europeo?

La explicación se da en el hecho de que tanto verduras como frutas -sobre todo estas últimas- son cosechadas cuando aún se encuentran verdes y que no han recibido los beneficios del sol para madurar y llenarse de más nutrientes. Esos productos son generalmente sometidos a procesos artificiales de maduración -mediante productos químicos, y esto más las temporadas largas de almacenamiento les hacen perder nutrientes.

No solo se trata de sabor sino de sus cualidades nutritivas y sus aportes en vitaminas. De hecho, y los podemos comprobar con frecuencia, una vez expuestos en los mercados, esos productos nunca acaban de madurar bien. Como decimos, "se pasman" lo que les hace perder aún más su atractivo.

Todo se resume a los procesos de mercadeo. Primero, la cosecha  anticipada, temprana. Luego la duración de los trayectos, y después el almacenamiento en bodegas refrigeradas y solo entonces llevados a los mercados en donde los adquirimos.

A ese momento, habrán perdido por lo menos la mitad de su valor nutricional.

La conclusión es fácil de derivarse: entre más fresco es el producto, más saludable es. Más benéfico también.

En un mundo ideal, tanto verduras como frutas deberían producirse en los jardines de las casas o, en su ausencia, en terrenos o fincas cercanos al lugar de residencia. Pero, como esto es rara vez se hace posible, lo recomendable es adquirirlos en los mercados que se organizan semanalmente en las calles, en donde se encontrarán los cultivadores con sus propios productos recientemente cosechados.

La única excepción que da el médico británico es la de las verduras y las frutas congeladas. La congelación no les hace perder sus nutrientes sobre todo cuando se hace con el producto fresco, ojalá recién cosechado. Más valor pierden cuando se les mantiene almacenados durante muchos días, a veces semanas! O expuestos en sitios de venta mal ubicados, en los caminos llenos de polución...

¿Cómo almacenar los alimentos para que se conserven intactos?

Lo esencial es mantenerlos en una temperatura adecuada. Cuando se les deja fuera de la nevera, en habitaciones con alta temperatura, verduras y frutas se oxidan y se pierden los beneficios que podrían aportar.

Estas son algunas sugerencias:
- Mantener la temperatura ambiente fresca o fría.
- Separe siempre los alimentos cocinados de aquellos que están crudos. Se evitará la contaminación de unos con otros.
- Utilice distintos talegos o empaques para guardar separados los alimentos: uno para las carnes, otro para lácteos, otro para verduras y frutas, etcétera.
- Si no guarda las verduras y frutas en la nevera, póngalas en sitios aireados y frescos sin amontonarlas.
- Las verduras que han de ser consumidas crudas deberían guardarse en un cajón propio en la nevera, separadas de las demás verduras que serán cocinadas.
- Si usted abre una lata pero no consume todo su contenido, traslade lo que queda a un recipiente, ojalá de vidrio o, si no lo tiene, de plástico. No lo deje nunca en la lata.
- Trate de consumir lo más rápidamente posible los alimentos después de haberlos comprado. Recuerde que, entre más permanezcan guardados, mayor cantidad de nutrientes perderán.

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