viernes, 24 de enero de 2014

¡Cocombros contra el estrés!

Gloria Moanack©

Cocombros y muchos otros alimentos: aguacates, ajos, repollo, frutos rojos, almendras y otros más. Porque al estrés también se le puede derrotar a través del Buen Comer.

Una dosis de estrés es absolutamente saludable. Porque esta se define como la posibilidad de reaccionar ante la inminencia de un peligro. Así, por ejemplo, si se desata un fuego, salimos corriendo. Si cae un aguacero terrible, con rayos que aterrizan no lejos de nosotros, por supuesto que corremos a sobreguardarnos. Ante un perro bravo no nos acercamos, tampoco nos asomamos a un precipicio. Son reacciones que buscan protegernos, que son para evitarnos accidentes o daños, para defendernos.

Esas reacciones son normales. Son estrés. Pero cuando su intensidad se eleva de varios grados, que se vuelve exagerada y que no cesa cuando han pasado el peligro, el riesgo, el miedo, se habla de distrés. Y es cuando comienzan a presentarse daños en el organismo. Entre más severo es el distrés, más profundos y serios los daños. Ya no es simplemente el corazón que se acelera o la respiración que se entrecorta. Comienza la tensión arterial a elevarse hay trastornos a nivel del apetito, la digestión y el sueño, el sistema nervioso se resquebraja, se desatan y multiplican los radicales libres que atraen la enfermedad y el envejecimiento. Y no es todo: los músculos pierden su tonicidad, se instaura un cansancio crónico y se debilita el sistema de defensas con lo cual se hacen frecuentes los resfriados. Es tal el impacto del estrés prolongado -o distrés- que la persona pierde concentración y se acrecientan los riesgos de sufrir accidentes o herirse.

Un panorama poco amable. Hasta las funciones sexuales se alteran!

Estas reacciones no son ocasionales: acompañan al hombre moderno en su diario vivir. El cuerpo se ve aún más débil de dar una respuesta adecuada ante el estrés porque en él se ha desatado la secreción de hormonas como la adrenalina y el cortisol, culpables de muchos de los daños que se acarrean. Su intervención podría asemejarse a una invasión de agentes tóxicos no solo en el cerebro sino en todo el organismo.

La necesidad de reaccionar es imperativa. Y precisamente una de las maneras más eficientes para lograr domar el estrés es el ejercicio. Cada cual escoge la modalidad que más le gusta o le conviene. Que sea una marcha a paso acelerado, montar en bicicleta, jugar al fútbol o al tenis, nadar, entrenarse en el gimnasio, todos ejercicios y actividades fuertes que ayudan a desfogar esa sensación corrosiva de andar siempre tensionado, con ansiedad y mucho afán.

También para quienes gustan, están el yoga y otras disciplinas del Lejano Oriente como el Tai Chi o el Chi Gung. Hasta el aprendizaje y práctica de sistemas de autodefensa, como el karate, puede ser de ayuda.

Por supuesto, a la par con los ejercicios y el deporte, están la nutrición y el Buen Comer. Varios son los alimentos y bebidas que pueden aportar sosiego o, por el contrario, acrecentar el distrés. Pero atención: no se habla del aguacate como medicamento que tendrá un efecto inmediato y reducirá, casi por milagro, la tensión y la ansiedad. Tampoco se dice que una tajada de carne asada dispare, por sí sola, el distrés. Lo que se sugiere es que los alimentos que se enumeran como benéficos -que se citan a continuación- entren a formar parte de la dieta cotidiana, que se conviertan en objeto de su mesa y se integran a sus nuevos hábitos alimenticios. A la larga, irán produciendo su efecto.

Veamos algunos de estos alimentos:

- Cocombros o pepinos. Son excelentes para facilitar la digestión y ayudan a depurar los intestinos y el hígado. Son ricos en vitaminas A, B y C, y en minerales (calcio, fósforo y hierro). Cuando el hígado trabaja bien, los ánimos de una persona mejoran, el estrés se reduce y se equilibra la secreción de hormonas.

- Espárragos. En anteriores oportunidades los hemos citado como uno de los alimentos más benéficos. Ayudan a la formación de los glóbulos rojos a tiempo que son un excelente antioxidante que actúa sobre el hígado.

- Ajo. Aporta elementos propios a la desintoxicación del organismo, actúa como antibiótico contra virus y hongos, reduce los niveles del colesterol y la tensión arterial.

- Aguacates. Contiene catorce minerales que regularizan las funciones del organismo y ayudan al crecimiento. Se destacan entre los minerales el hierro y el cobre. Ambos ayudan a la regeneración de las células sanguíneas, combaten la anemia e infunden energías para asumir los momentos de estrés y reducir las tensiones. Esta última facultad la comparten con el sodio y el potasio.

- Arroz integral. Así como el perejil y las verduras de hojas verdes. Aportan cantidades importantes de vitaminas B, apropiadas para fortalecer el sistema nervioso y luchar contra el estrés.

- Verduras de hojas verdes y cereales no refinados contienen magnesio, mineral que interviene en la lucha contra el estrés.

- Semillas de girasol y ajonjolí. Son ricas en potasio y vitaminas B, lo mismo que en zinc. 

- Repollo, como fuente importante de antioxidante y de vitaminas A, C y E, betacaroteno y selenio. Mientras el antioxidante contrarresta los daños que se producen en el organismo, las vitaminas y el selenio contribuyen a convertir el triptófano en serotonina, neurotransmisor éste que produce sensación de bienestar y serenidad.

- Almendras, ricas en magnesio, mineral que es eficiente para la secreción de adrenalina en las cantidades apropiadas, y para el metabolismo de los ácidos grasos. Los niveles bajos de magnesio se asocian con tensión nerviosa, ansiedad, irritabilidad e insomnio.

- Frutos rojos, ricos en manganeso y vitamina C. La carencia de esta vitamina lleva al debilitamiento del sistema de defensas y produce sensación de agotamiento.

En el sentido contrario, deben evitarse:

- La cafeína presente en el café, el te, el chocolate y otras bebidas o gaseosas.
- El alcohol
- El exceso de azúcares
- El exceso de sal en las comidas
- Las grasas saturadas
- Demasiada carne roja
- Cereales refinados
- Exceso de pimientas

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