Gloria Moanack©
Todos lo hemos escuchado: desayunar como rey, almorzar como príncipe y cenar como mendigo.
Pero ponerlo en práctica no es siempre fácil. ¿Cuántas veces los universitarios no alcanzan siquiera a almorzar y deben esperar hasta el regreso a sus casas, tarde en la noche. Tan hambrientos que devoran como ogros lo correspondiente al almuerzo, a la cena y hasta la merienda. O altos ejecutivos que, con frecuencia, son invitados a cenar en restaurantes muy elegantes en donde no se escatima ni en cantidades ni en variedades. O quienes, hombres y mujeres, van al gimnasio después de su jornada laboral, y se dedican a su rutina de ejercicios hasta tarde.
O tantos casos que no logran acatar los horarios regulares y se resignan a comer cuando sus ocupaciones se los permiten.
Y en lo referente al desayuno: ¿Cuantos no salen de casa sin haber probado bocado porque, a esas horas, nada pasa?
Así que acaba siendo un poco ilusorio pretender establecer los horarios con disciplina militar. Pudo ser plausible hasta hace unas décadas, pero hoy la vida moderna se ha encargado de tergiversar el orden de las cosas. ¿Es esto saludable?
Comencemos por aceptar que, de todos modos, el desayuno sigue siendo la comida más importante del día Importante porque, después de varias horas de ayuno, el cuerpo necesita recuperar energías y almacenar más energías para iniciar sus labores "con el pie derecho".
Aceptemos luego que acatar horarios más o menos fijos para las comidas restantes es igualmente importante. Tengamos en cuenta que pequeñas colaciones intermedias entre desayuno y almuerzo y éste y cena son saludables y benéficas. Todo esto para la salud del sistema digestivo, para impedir reflujos y dolores abdominales, para evitar fluctuaciones bruscas del azúcar en la sangre, en fin, por qué no aceptarlo, para mantener estables los estados de ánimo. nada pone peor el humor que tener que aguantar hambre!
Hablemos del desayuno. Es cierto y es muy frecuente que un número alto de personas no logran comer en las primeras horas de la mañana. No importa la edad. Otras personas prefieren dedicar esos minutos a dormir más en vez de comer. Y otras más no comen porque siempre están atrasadas y ni pensar en tiempo para desayunar!
Cuando esto ocurre, conviene trasladar el desayuno de horario: hacer una buena colación dos o tres horas, no más, después de haberse despertado. Conviene seleccionar bien los alimentos, incluir una fruta, un producto lácteo, una harina que puede variar entre el pan, una arepa, tortillas, crepe o cereales.
Aquí se anota lo que significa el desayuno para la salud:
- Las bebidas, que sean leche, café, té o chocolate. Muchos recomiendan tomar un vaso de agua en ayunas para depurar el organismo. Cualquier bebida, incluidos los jugos frescos de frutas, rehidratan el cuerpo después del ayuno de varias horas.
- Carbohidratos o proteínas vegetales: optimizan el desempeño intelectual (su cerebro se lo agradecerá). Nutren los músculos y proporcionan suficientes energías hasta la hora del almuerzo. Se ha observado que los estudiantes en edad escolar que llegan en ayunas al colegio tienen un rendimiento inferior al de sus compañeros. Conviene seleccionar harina de absorción lenta y para ello es ideal el pan integral preparado con trigo o avena.
- Proteínas y calcio: Ayudan a construir y reparar las células. La leche y todos sus derivados son altamente recomendados.
- Vitaminas, minerales, polifenoles: Fortalecen y protegen el cuerpo. Frutas y/o verduras frescas son recomendadas.
Hablemos ahora del almuerzo. Lo deseable, como lo dijimos, es que sea posible dedicarle un tiempo suficiente respetando horarios fijos o aproximados. Las cafeterías y restaurantes en lugares de estudio o de trabajo ofrecen la opción de almorzar lo que acaba siendo muy conveniente tanto desde el punto de vista de la practicidad como para el bolsillo. Claro está que, en este último punto, algunos colegios abusan de los costos que facturan, a pesar de lo cual los padres de familia los aceptan sabiendo que sus hijos podrán almorzar a horas convenientes.
Algunas sugerencias:
- Comience con verduras y vaya luego al plato principal con carne, pollo o pescado, acompañado de verduras y/o una harina o cereal (arroz, papa, maíz, pasta).
- Trate de limitar a dos veces por semana el consumo de carnes rojas. Los pescados en cambio pueden comerse hasta cuatro veces. Recuerde que las leguminosas con un cereal son proteínas completa.
- Evite los platos demasiado grasos. Si no lo puede hacer, evite agregar vinagreta, crema, mayonesa o salsa a las verduras.
- En cuanto al queso o yogur, las frutas y el pan, si realmente no tiene hambre, déjelos para comerlos en las horas de la tarde. Los apreciará mejor.
Para las meriendas:
Una fruta siempre suele ser bienvenida. O un yogur con fruta. O un pedazo de queso, unas galletas saladas, avena preparada en leche. Otros alimentos que puede tener a la mano si no sufre de problemas de peso ni de colesterol, incluyen: una tableta de chocolate, pan con mantequilla y mermelada, unas nueces, croissant o una crepe.
Las merienda a media mañana o tarde establece una pausa muy saludable y le permite hacer algunos ejercicios de estiramiento, caminar unos minutos, distraer su mente y recuperar energías.
En cuanto a la cena, para la cual en términos generales se recomienda:
- Comer liviano (en cantidades y calidad) para no sobrecargarse y dormir tranquilo
- No abusar en ninguno de los extremos: ni comer demasiado lo que le puede provocar pesadillas, ni demasiado poco. Al rato tendrá de nuevo hambre y ésta es muy mala compañera del sueño.
- Dejar pasar por lo menos dos horas antes de ir a la cama
- Si sufre de trastornos de sueño, evite consumir productos que contengan cafeína o alimentos muy ricos en vitamina C.
- Tratar de complementar en la cena los alimentos que le hicieron falta durante el día tales como verduras y frutas
Para la cena es igualmente recomendado preparar sopa de verduras o crema de las mismas. Son muy fáciles y rápidas de hacer y, además de ser livianas, aportan buena cantidad de vitaminas y minerales.
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