Para muchos, este puede ser un gran temor: engordarse cuando se deja de fumar. De hecho, para muchos también, puede ser tan grave que los lleva a desistir de su propósito.
Es una realidad: la inmensa mayoría de los fumadores que abandonan el hábito empiezan a ganar kilos. El promedio puede situarse a una ganancia cercana a los ocho kilos. Para algunos puede ser muy superior mientras que para otros es inferior. Lo grave es que son kilos que parecen adherirse al cuerpo y que es muy engorroso lograr perder.
Sin embargo, y este es un mensaje importante, no necesariamente toda persona que deja el tabaco se va a engordar. No lo es y acá vamos a conversar en torno a este tema: depende de como cada persona asuma el reto. Quizá algunos persistirán en dejar de fumar porque, a decirlo de verdad, vale la pena. Los beneficios son inmensos y comienzan a sentirse casi desde el primer momento.
¿Por qué de esa ganancia de peso? Existen dos razones principales: la primera es que la nicotina y demás sustancias presenten en el cigarrillo intoxican el cuerpo. Es decir, lo mantienen intoxicado. Hasta los riñones llegan los desechos del tabaco. Y a medida que va limitando la intoxicación, el cuerpo comienza a reaccionar, se depura y aprovecha mujo mejor los nutrientes.
La segunda razón es que siempre se anda buscando un sustituto. Como siempre he dicho (soy ex fumadora), del cigarrillo es el peor enemigo pero qué buen amigo es! Sirve para todas las ocasiones y circunstancias: si usted tiene hambre, un cigarrillo se la calma; y si comió demasiado, qué mejor digestivo que el cigarrillo... Y si está triste, qué buena compañía y qué consuelo... Y si uno está feliz, ni hablar! Qué maravilla celebrarlo con un cigarrillo. Por esa multiplicidad de "maravillas" es que se hace más apremiante buscar sustitutos. Entre éstos, llega la comida en primer lugar: ocupa las manos y la boca, distrae y de cierta manera sacia.
Así empezamos a comer. Cualquier cosa y a cualquier momento. Sobre todo, cosas que tenemos a la mano: golosinas, papitas fritas, bizcochos, empanadas, cualquier cosa es válida. Por supuesto, hay menos probabilidades de cambiar los antojos por un pedazo de queso o una fruta. Los que nos gustan son los más "malvados", los más pecaminosos. Así nos "vengamos" de nosotros mismos!
Como es de esperarse, ese apetito feroz es el culpable de los kilos que se van amontonando. Los sustitutos son, hasta cierto punto, útiles para calmar la ansiedad pero acaban siendo bastante traicioneros y finalmente compañeros poco fiables.
La adicción al tabaco tiene dos aspectos: uno es la dependencia física. El segundo es la sicológica. En el primer caso, el cuerpo se ha acostumbrado tanto a los efectos de la nicotina, está tan adicto a ella, que cuando le hace falta empieza a gemir. De verdad, le hace mucha falta. Necesita colmar ese vacío.
En el segundo caso, la dependencia sicológica se deriva de lo que acaba significando el cigarrillo para cada persona. Ya lo mencionamos, es el instrumento para afianzarse, para esconder la inseguridad, es la manera de poderse mover mejor y de utilizar las manos cuando se está entre personas que intimidan. Cada cual le adjudica distintos significados y razones de ser.
Por eso la dependencia sicológica puede llegar a ser más complicada de distraer que la física. Los médicos aseguran que la necesidad física, ese afán aparentemente incontrolable de prender un cigarrillo solo dura, con igual intensidad, uno o dos minutos, después de los cuales se diluye. En cambio, la dependencia sicológica es más insistente, y no se deja distraer.
Uno de los mayores alicientes del dejar de fumar es saber que los beneficios se sienten casi el mismo día. Veamos algunas de las reacciones positivas: pasadas las 24 horas sin cigarrillo, se comienza a respirar mejor, la famosa tos del fumador tiende a desaparecer. Algo maravilloso también: se comienzan a sentir los olores! Se perciben los sabores! Comienza a dormir mejor. Y si de pronto usted tiene hijos (as) que le instaban a dejar de fumar, observará como se le acercan con mayor placer a darle un beso cuando antes huían haciendo muecas porque usted "apestaba a tabaco".
Esto no se los digo para infundirle falsas expectativas. Dejar de fumar es duro. Muy duro! Es abandonar a aquel famoso amigo/compañero/compinche y es casi una traición de nuestra parte!
Si regresamos a nuestra primera charla, nos podemos preguntar cómo podemos evitar ganar kilos y más kilos.
Dos pasos esenciales: establecer un programa muy serio e inmediato de ejercicios o comenzar la práctica constante de un deporte que exija energías. Natación, tenis, caminata rápida, trote, bicicleta... Si usted no ha practicado ejercicios en mucho tiempo, le conviene consultar con un médico deportólogo. El le establecerá una rutina apropiada para su constitución, su estado físico y sus necesidades. El ejercicio, ya lo sabemos, no solo le ayudará a bajar la tensión y el nerviosismo sino que le permitirá perder calorías y con ello controlar mejor su peso, a tiempo que le ayudará a depurar y fortalecer su organismo.
El segundo paso es, por supuesto, cuidar su alimentación. Hay muchas ayudas para distraerlo en su afán de comer. Por ejemplo, si le gustan las verduras (ojalá que sí) tenga a la mano zanahorias, pepinos o cocombros, pimentones crudos que podrá ir comiendo en cualquier momento y que no le aportarán mayor cantidad de calorías.
Otras ayudas pueden ser disponer de alimentos bajos en calorías y que le produzcan sensación de saciedad. Por ejemplo, puede permitirse uno o dos caramelos, tener goma de mascar, unas pocas almendras o maní. Algunos optan por mantener a su lado un vaso de agua que van tomando poco a poco, otros buscan el café y hasta gaseosas light que, a pesar de no ser tan recomendadas desde el punto de vista nutricional, son útiles en esos momentos.
Es también prudente pedir el concepto de un médicos nutricionista o de un dietista. Le diseñarán dietas que le ayudarán a mantenerse en su peso sin por ello pasar hambre.
Lo importante es no desanimarse. Dejar de fumar un día es de por sí una hazaña. Un cada nuevo día será un triunfo. El reto vale la pena.
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