miércoles, 29 de enero de 2014

Emociones y colon



 Gloria Moanack©

Hace unos años, un abogado canónico, especializado en anulaciones de matrimonios, comentaba que un gran número de sus clientas habían sufrido, poco después de la anulación, de un cáncer de seno.

En otra oportunidad, a raíz de investigaciones adelantadas por él, un siquiatra concluía que una el cáncer de próstata se presentaba, con frecuencia inusitadamente elevada, en hombres que habían sido infieles con sus esposas a lo largo del matrimonio.

Mente, cuerpo. Desde hace unos años se ha desarrollado nuevos enfoques de la medicina que llevan a coligar, de manera casi inseparable, la mente con el cuerpo. Estos se interrelacionan hasta el punto de influir, de manera negativa o positiva, el uno sobre la otra, y viceversa. Esta influencia se hace palpable no solo en los síntomas de las enfermedades sino en la aparición y el desarrollo de éstas mismas.

Instituciones tan serias como la facultad de Medicina de la Universidad de Harvard fueron pioneras en esta manera distinta de comprender las enfermedades y de ejercer la medicina. Al igual que sucede en la medicina china, el hombre comienza a verse con un enfoque integral. El origen de incontables trastornos puede iniciarse en el cerebro, las emociones, las creencias, los miedos y ansiedades, mientras que fallas en el organismo destiñen en la mente acarreando cambios y desequilibrios.

Con este enfoque, nos inclinamos a mirar cada órgano del cuerpo con una visión más amplia. Y esto se aplica también al colon. Se ha establecido que el estrés, las ansiedades y las emociones, de manera especial las que pertenecen al campo afectivo, alteran el sistema digestivo y causan en el intestino grueso, o colon, diversos trastornos y síndromes. Uno de éstos es el colon irritable, conocido también como colon espástico o colitis mucosa.

Es un síndrome que en sí no es una enfermedad ni tiene consecuencias graves siempre y cuando se le someta a tratamiento. Sí se presenta con síntomas muy molestos que pueden afectar el curso de la vida cotidiana. No es acompañado por una lesión del colon sino que es un trastorno en el funcionamiento de éste.

A medida que han transcurrido los años y la vida se ha ido agitando, los hombres están sumergidos en una carrera bien sea para sobrevivir, conservar sus empleos, triunfar, satisfacer las exigencias de la sociedad consumista, etcétera. En esta misma medida, el colon se ha ido haciendo más irritable. Y hoy muchas más personas sufren del síndrome, y entre éstas un elevado número lo dejan pasar tratando de aliviarlo con diversas pastillas. Porque realmente lo desconocen y más bien lo asimilan a simples malestares de una digestión pesada.

Así no consultan. Por lo cual tampoco se liberan del síndrome. De allí que sea necesario conocer sus síntomas:

- Dolores abdominales, a veces difusos, flatulencia, gases, hinchazón
- Estreñimiento o diarrea, evacuaciones irregulares
- Náuseas y posible pérdida de peso
- Trastornos del apetito
- Dolores de cabeza, fatiga, concentración dispersa
- Ansiedad, depresión.

Estos síntomas no son permanentes. Pueden presentarse de manera esporádica, después de una de las comidas o sin que medien causas aparentes. Una situación de mucha tensión, un día de estrés, discusiones con colegas o llamados de atención del jefe,  cualquiera de estas u otras situaciones pueden ser detonadoras del malestar. Muchas veces, además, intervienen factores distintos como el abuso con el café, el tgé, el alcohol y el tabaco.

Si bien se presenta en cualquier momento de la vida, suele hacerse más frecuente entre los adultos y de manera especial entre las mujeres. A veces va acompañado del síndrome premenstrual. No se descarta una predisposición genética que lleva a tener un funcionamiento deficiente del músculo liso del estómago.

Si usted, habiendo visto los síntomas, concluye que puede ser víctima del colon irritable, le conviene consultar con un gastroenterólogo. Existen medicamentos que el especialista formula pero, así mismo, se estipula que la fuerte conexión del síndrome con los alimentos lleva a la creación fundamental de nuevos hábitos alimenticios.

Para aplacar el colon, se recurre a varias medidas. A veces, se aconseja pedir ayuda de un sicólogo para aprender a manejar emociones y ansiedades. Pero en general el primer paso consiste en emprender una rutina de ejercicios o la práctica de un deporte, la asunción de pasatiempos capaces de distraer el estrés, la reorganización de los horarios, aprendiendo a limitarse en las responsabilidades agobiantes. Otro de los consejos sabios es dormir bien. controlar las bebidas alcohólicas y las gaseosas y, en lo posible, dejar de fumar.

Y, por supuesto, cuidar la alimentación. Con una medida fundamental: incluir las fibras.

Una dieta pobre en fibras solubles e insolubles acarrea siempre dificultades. Sea porque incentiva el estreñimiento y causa irritación en el tracto intestinal, o porque, mucho más grave, lleva a largo plazo a la aparición del cáncer de colon. Hay alimentos, entre los cuales los integrales, que trabajan para la evacuación de las heces y, en consecuencia, la corrección del estreñimiento. Las fibras solubles se encargan de aumentar el volumen de las haces mientras que las insolubles facilitan el tránsito a través de los intestinos.

¿Qué comer? Por supuesto, al médico le corresponde fijar las pautas. Cada persona es individual, su tratamiento ha de ser específico de acuerdo con sus condiciones individuales. Pero se establece que los alimentos más recomendados incluyen:

- Verduras y frutas
- Cereales no refinados
- Leguminosas
- No olvidar el agua en buena cantidad, con un mínimo ideal de dos litros diarios.

Siendo, en cambio, los menos recomendados:

- El exceso de azúcares
- Las carnes rojas en exceso
- Las bebidas estimulantes como el té, el café, el alcohol y las gaseosas
- Las harinas refinadas
- Los fritos y alimentos con exceso de grasas.

Muchas personas, más de las que se piensa, mantienen una dieta pobre en fibras. Para ellas se dirige esta advertencia: se les recomienda comenzar a incluir las fibras y productos como el salvado, en pequeñas cantidades. Agregarlas todas de una vez no es favorable: el organismo se debe ir acostumbrando ya que la digestión de las fibras es más exigente y laboriosa y puede acarrear molestias como flatulencia, gases, digestión pesada y hasta diarrea o estreñimiento.

Si bien se mencionaron el estrés, las ansiedades y los problemas emocionales como causas primordiales del colon irritable, no pueden dejarse de lado otras dos causas: la intolerancia y las alergias a los alimentos. Si la reacción negativa es inmediata después de la ingesta de un alimento, si va acompañada por prurito, rasquiña, manchas rojas en la piel y hasta dificultades para respirar, se trata de una alergia. En caso de intolerancia, las reacciones son mucho más lentas, pueden demorar horas y hasta días en aparecer.

Cualquiera que sea el caso, ambas situaciones pueden transformarse o desatar la irritabilidad del colon. Ocurre con más frecuencia en personas con tendencia o predisposición a ser alérgicas. Por supuesto, en estos casos el tratamiento es bien distinto e incluye, por supuesto, la eliminación temporal o definitiva del alimento culpable. Una vez más, la labor de investigación y la consulta con un médico son prioritarias.

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