¿Qué tiene que ver la caminata con el Buen Comer? Aparentemente no mucho. A menos que andáramos buscando recovecos y retorcijos para acabar diciendo que sí, una buena alimentación proporciona más energías y aleja el cansancio. En fin...
Pero lo que sí tiene mucha relación con el caminar y, más allá, con el ejercicio, es el Bien Estar. De hecho, una rutina adecuada de ejercicios o la práctica constante de deportes son de por sí una garantía para alejar la aparición de ciertos cánceres, entre los cuales los de próstata, colon y riñones.
Además, el ejercicio ayuda a combatir la obesidad, siendo ésta otro de los riesgos grandes de enfermar de cáncer, entre los cuales el de seno, endometrio y útero. Un ejemplo: la obesidad duplica el riesgo de la aparición de un cáncer de útero.
Un estudio muy interesante fue desarrollado por el doctor Jacques Fricker, médico nutricionista francés y autor de varias obras relacionadas con la nutrición y la salud, con el ejercicio y la longevidad. En su libro "Bien manger pour etre au top" (que se podría traducir como Bien comer para encontrarse al máximo), el doctor Fricker expone la relación entre la obesidad y el sobrepeso con los riesgos de contraer distintas enfermedades graves. No solo habla de cáncer sino de accidentes cardio y cerebrovasculares, de diabetes y colesterol alto. Cuenta como la rutina de ejercicios no solo combate la depresión sino que incrementa las capacidades intelectuales y mentales aún en personas mayores de 60 años.
Vayamos por partes.
El primer punto es el del sobrepeso y la obesidad. Un comentario bien interesante tiene que ver con el hecho de que una persona que camina todos los días entre 4 y 5 kilómetros, aún teniendo exceso de peso, se encuentra en mejor estado de salud que otra persona delgada pero sedentaria. Así mismo, un hombre joven, con 30 por ciento de más de su peso deseado, ve multiplicados por dos los riesgos de sufrir de insuficiencia coronaria.
Pero no todos los sobrepesos son igualmente peligrosos. Depende de dónde se ubica la grasa excedente: es más peligrosa si se ubica en el abdomen, por encima del ombligo. Es la que se encuentra de preferencia entre los hombres. Los riesgos se asocian directamente con problemas serios en el corazón y el cerebro, las arterias y el cáncer. En cambio, el peligro es menor cuando la grasa se ubica alrededor de las caderas, las nalgas y los muslos, modalidad más frecuente entre las mujeres, y que se denomina silueta en forma de pera. Allí se explica por qué el exceso de kilos llega a ser más peligroso para los hombres que para las mujeres.
Si usted desea comprobar en qué punto se encuentra, tome un metro -de los que utilizan las costureras- y mídase la cintura en su punto más delgado y las caderas en su punto más ancho. Divida los resultados obtenidos de la cintura por los de las caderas, tomados en centímetros.
Normalmente, el resultado para los mujeres se sitúa entre 0.64 y 0.85, y para los hombres, entre 0.85 y 1. Si es superior a 1 en los hombres y a 0.85 en las mujeres, los riesgos se elevan y es aconsejable perder peso. Este consejo se aplica para quienes no han cumplido 60 años, edad después de la cual se aminora el riesgo del sobrepeso sobre las arterias.
Llegamos entonces a lo que significa el ejercicio para el Bien Estar y la longevidad.
La práctica de un deporte disminuye en entre un 30 y un 50 por ciento las tasas de mortalidad, o sea el riesgo de morir en el curso del año. Estadísticas norteamericanas indican que la falta de ejercicio y el sedentarismo son culpables del 12 por ciento de los decesos anuales.
Pero no por ello se hace indispensable pasar horas en un gimnasio o sobre las canchas deportivas. Tres horas a la semana de un buen ejercicio son suficientes para proporcionar protección y alcanzar longevidad. Ha de ser un ejercicio de cierta intensidad en el que trabajen a plenitud el corazón y los pulmones y todos los músculos funcionen.
Sin embargo, si usted no es de los que gustan del deporte ni de los ejercicios, bien puede consagrarse a otras actividades. Tales como arreglar las matas del jardín, realizar trabajos domésticos (planchar y cocinar también son ejercicio!), montar en bicicleta a ritmo suave. En este caso, necesitará de un mínimo de seis horas semanales para que el ejercicio sufra su efecto protector. Otra solución puede ser la de caminar entre 4 y 5 kilómetros diarios, a un ritmo superior al que seguiría si fuera a mirar vitrinas.
Las personas sedentarias sufren tres veces más de infartos y accidentes cerebrales que las son físicamente activas. Se recuerda que el ejercicio y el deporte previenen la hipertensión arterial y la diabetes, aumentan el buen colesterol (HDL), evitan las trombosis porque licúan la sangre, mejoran el ritmo cardíaco y evitar las arritmias, controlan el eso corporal y ayudan a combatir el estrés.
En cuanto a su incidencia en la aparición de un cáncer, se establece que las personas activas que practican un deporte o mantienen una rutina regular de ejercicios tienen entre 40 y 60 por ciento menos riesgos de sufrir de un cáncer de colon, 30 a 40 por ciento menos frente a un cáncer de seno y endometrio, y 10 a 30 por ciento menos para un cáncer de próstata. Cómo lo logran?
- Modulando y regularizando el crecimiento de las células
- Reduciendo los niveles de insulina, hormona cuyo exceso incrementa la proliferación desordenada de células
- Modulando el ciclo menstrual en las mujeres.
En cuanto a su beneficio en el cerebro, se ha comprobado que el ejercicio incentiva el incremento de ciertos neurotransmisores como las endorfinas. Proporciona además un efecto benéfico contra la depresión y ayuda a mantener elevadas las facultades intelectuales. Cada milla (1.6 kms) caminada reduce en 13 por ciento el riesgo de ver sus capacidades mentales disminuir.
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