miércoles, 26 de febrero de 2014

Corazón y pescados




Existe una amistad muy feliz entre ellos. una amistad que se extiende además al cerebro y pasa, casi sin límites, al resto del cuerpo. Amigos son también otros frutos de mar que contribuyen, al igual que el pescado, a proteger contra algunos cánceres.

Es una amistad de la que se benefician el cerebro y el corazón de grandes y pequeños, mientras que los pescados y frutos de mar ven crecer su buena estrella y su fama. Así es como llegaron a ocupar hoy un puesto de privilegio en las dietas del Buen Comer. Los pescados son excelentes fuentes de minerales y vitaminas pero son, sobre todo, ricos en ácidos grasos esenciales, entre los cuales el omega 3. 

Precisamente es este omega 3 el operador de los "milagros". Entre éstos, hay muchos ejemplos: las personas que comen con bastante frecuencia pescado y otros productos de mar tienen entre 40 y 60 por ciento menos riesgos de morir por fallas cardíacas. No se trata solo de la prevención del infarto del miocardio sino de la muerte súbita ocasionada por episodios de arritmias cardíacas. Veamos estas conclusiones: si usted ya sufrió de un infarto, el consumo de pescado, por lo menos tres veces a la semana, lo protegerá contra una reincidencia. Si usted nunca lo sufrió el mismo pescado le ayudará a prevenir un infarto. Con estas frecuencias: en el primer caso, se reducirá en un 45 por ciento la presencia de arritmias cardíacas mortales mientras que, en el segundo caso, la reducción será de 81 por ciento. Lo que equivaldría a decir que, con el consumo de pescado, ase podría evitar la muerte por arritmias de 8 de diez personas.

El pescado tiene igualmente mucho que ver con otros aspectos que atañen al corazón y su integridad:

- Beneficia los tiempos de coagulación impidiendo la formación de trombos o alteraciones que conduzcan a un infarto;
- Mejora la tensión arterial gracias a su importante aporte de potasio y su bajo contenido en sodio;
- Ayuda a nivelar las cifras del colesterol en la sangre. Incrementa el porcentaje del colesterol bueno. La grasa de algunos de los pescados ayuda a bajar las cifras del colesterol total y de los triglicéridos.

¿Qué significa comer con frecuencia? Por lo menos entre 300 y 400 gramos a la semana, lo que equivale a entre tres y cuatro comidas. Pescados y también frutos de mar como las ostras, camarones, langostinos y langostas y los mejillones. Aunque todos éstos aportan colesterol, los beneficios que proporcionan son tan altos que los médicos autorizan a quienes sufren de colesterol alto incluirlos en su dieta una vez a la semana. Entre los pescados, vale la pena insistir en los más grasosos como el atún, el salmón, la trucha y las anchoas.

Entre los pescados de carne blanca, se cita de manera prioritaria al bacalao. Excelente en su tenor en proteínas, aporta los 8 aminoácidos esenciales que el cuerpo necesita y que no procesa por sí mismo. Es además rico en ácidos grasos esenciales. Este y otros pescados blancos aportan vitaminas A, B (12 y 9) y D, potasio, fósforo, sodio, calcio y flúor.

De todos modos, todos los pescados son provechosos, frescos o enlatados, no tiene importancia. Estos últimos no pierden sus cualidades. No ocurre lo mismo en los congelados. Bien seda por ubicación geográfica u otros factores del mercado, incontables personas no tienen la posibilidad de comprar el pescado fresco. En este caso, es aconsejado adquirir el pescado que tenga un tiempo máximo de entre 3 y 6 meses de congelación. Tiempo tras el cual el producto, aunque no se degrada, sí comienza a perder su aporte en minerales y el omega 3.

Hablemos ahora de la gran amistad, por no decir "compinchería" que existe entre el cerebro y los productos de mar. Ya lo habíamos comentado en ocasión anterior que el pescado y sus congéneres marinos son ricos en zinc, mineral indispensable para el buen funcionamiento del cerebro. Investigaciones adelantadas en distintos países a lo largo de las últimas décadas concluyeron que las facultades mentales y la memoria de quienes no consumían pescado tendrían a alterarse con más facilidad a través de los años. En cambio, adultos mayores grandes consumidores de productos de mar presentaron dos veces menos alteraciones intelectuales y conservaron casi intactas sus facultades mentales.

Esta protección se debe no solo a los minerales y vitaminas sino también al omega 3. Un ácido graso esencial que se incorpora con gran facilidad a las neuronas y con ello vela por el desarrollo y el mantenimiento del cerebro, maravilloso órgano mayor. El efecto no solo beneficia a los adultos mayores sino que comienza a ejercerse cuando el feto aún se encuentra en el útero de su madre. La protección se extiende aún después del nacimiento y a lo largo de los primeros años de vida hasta la edad adulta. De donde la importancia de que madres gestantes, niños y adultos tengan el pescado como parte de su dieta cotidiana.

Hay un elemento adicional no solo relacionado con el cerebro sino con el sistema nervioso en general: el omega 3 también interviene para la prevención y el tratamiento de enfermedades como la depresión. Canadá, Alemania y Nueva Zelanda, países en donde se acostumbra poco la comida de mar registran mayores niveles de depresión frente a otros países como Japón, Corea y Taiwan. 

Un punto adicional: las mujeres que, durante la gestación, suelen incluir con frecuencia los productos marinos en su alimentación sufren mucho menos de la bien conocida depresión que sigue al parto. Al consumo del pescado se le suma igualmente el del aceite de canola, rico en omega 3.

Y llegamos al cáncer. El consenso no es unánime pues grupos de investigadores no hallaron relación positiva en relación con la prevención del cáncer y el consumo de pescado. Otros investigadores en cambio hablan de las bondades del aceite de pescado para impedir la diseminación de las células cancerosas del seno. Así mismo se ha comprobado que el consumo frecuente de pescado sí protege contra el cáncer de próstata. 

Acción que se atribuye al omega 3. Se recuerda que los mayores portadoras de este ácido graso esencial son el salmón (ya muchas veces mencionado), el arenque y el atún, y, en menores proporciones, las sardinas y anguilas, anchoas y trucha, ostras y langosta.

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