viernes, 21 de marzo de 2014

Gases: ¡Qué vergüenza!



Nadie lo niega: los gases protagonizan situaciones muy embarazosas. Que ponen en aprieto a cualquiera! Sí, cualquiera menos los bebés que no se han contagiado aún del pudor y el malestar que generan en un ambiente social.

Sin embargo, nadie se escapa de ellos, los gases. Toda persona normal presenta un promedio diario de 14 expulsiones. Esta frecuencia se incrementa cuando se han comido algunos alimentos particularmente culpables de flatulencia. Como los fríjoles, por ejemplo, o los garbanzos, a los que se les ha atribuido, con justicia, el seudónimo de músicos...

En la inmensa mayoría de los casos, los gases son normales y su expulsión es tan legítima como cualquier otra manifestación física: el orinar, el estornudar, una carraspera ocasional, una rasquiña leve. Esos gases son producidos por la dieta alimentaria y, en algunos casos, por el aire que "se traga" al comer o al beber. Si su frecuencia se incrementa notablemente y que va acompañada de dolores de estómago, si la persona se siente realmente incómoda, es mejor consultar con un médico. Muchos casos se derivan de una intolerancia especialmente a los productos lácteos o al trigo.

Los gases se producen por la fermentación de algunas sustancias en el colon. Así ocurre el proceso: buena parte de los carbohidratos -azúcares, almidones, fibra), más un número indeterminado de productos así como las leguminosas no son digeridos en su totalidad por el estómago y el intestino delgado, lo que significa que sus residuos llegan al intestino grueso. Allí los esperan unas bacterias golosas, habitantes consuetudinarias del colon, benéficas por demás, que las ingieren como si fueran un gran banquete. A ese momento comienza la fermentación que da lugar a la aparición de los gases.

Cualquier alimento es susceptible de ser "padrino" de la flatulencia Hasta la aparentemente inofensiva lechuga. Depende de cada persona y de su susceptibilidad. Lo que a muchos puede no causar daño alguno sí puede resultar molesto para otros. De igual manera, un alimento puede ser inofensivo a lo largo de varias décadas de vida y de pronto, sin previo aviso ni razón aparente, convertirse en autor de flatulencia.

De todos modos, sí existen alimentos o productos que son citados como los más comúnmente implicados. Entre éstos se citan:

- Los azúcares oligosacáridos que se encuentran en gran concentración en algunas leguminosas y en unas verduras. Los humanos no poseen la enzima apropiada requerida para digerir esos azúcares. Una de las maneras de evitar la flatulencia es proceder a una cocción en la que se cambie varias veces el agua (ver más adelante).

- La fibra soluble como el salvado de avena, especialmente en personas que comienzan de pronto a consumirla y no tienen la precaución de empezar por muy pequeñas cantidades que se irán incrementando a medida que el organismo se acostumbre a digerirlas.

- La lactosa o azúcar de la leche una de las más corrientes culpables. Se presenta sobre todo en personas que no poseen la enzima lactasa que les permita digerir la lactosa. Se anota que muchas personas, aún con la enzima, sufren de flatulencia cuando consumen productos lácteos. En este último caso ya no se habla de intolerancia. El yogur es el único derivado lácteo que no suele producir gases.

- El almidón. Algunos alimentos como el trigo, la avena, las papas y el maíz, que contienen almidón, pueden no ser digeridos completamente en el estómago y el intestino delgado. Las partículas de almidón, así sean mínimas, que llegan al colon alegran las bacterias productoras de gases...

- La fibra soluble. Entre otras, la de la manzana y la cebolla y el salvado de avena.

- Azúcares de dieta o edulcorantes, especialmente el Sorbitol cuyas partículas edulcorantes no son absorbidas ni digeridas por el organismo.

- Las bebidas con gas y gaseosas.

- Algunas verduras, entre las cuales el brócoli, las repollitas de Bruselas, el repollo, el colinabo y el rábano, el coliflor, la cebolla. En algunos casos se incluyen además las berenjenas y las alcachofas, el apio y la zanahoria.

¿Existe algún tratamiento para combatir la flatulencia?

Algunos aconsejan cocinar los alimentos más culpables con un poco de ajo y de jengibre. Otros hablan de pastillas de carbón que se venden en droguerías (farmacias). Pero en general, no hay un tratamiento específico y los anteriores son como paliativos. No lo hay por cuanto, ya visto, la flatulencia es un proceso natural intrínseco al acto de alimentarse. Los gases suelen comenzar tres horas después de ingerida la comida, llegar a un máximo a las cinco horas y acabarse a las siete horas.

Si bien no hay medicamentos para evitarlos y que los gases, en esas condiciones no se curan (¡no son un a enfermedad!), se aconseja a quienes los sufren de comenzar a comer en ambientes apacibles, dejar el afán y las angustias fuera de la mesa, masticar muy bien y beber con la ayuda de un pitillo. Esto es para aquellas personas que se dan un tiempo escaso, mínimo para alimentarse y que, al masticar muy rápido, con la boca abierta, y al tomar igualmente rápido, se llenan de aire que se traduce en gases.

Otro consejo que se suele dar es convertirse en investigador detective. Comenzar a observar todo lo que se come para determinar cuál o cuáles son los alimentos que producen gases. Si se logran detectar, como es obvio, es aconsejable eliminarlos de la dieta y remplazarlos por otros de iguales o parecidas cualidades nutricionales. Es como actuar en caso de las alergias: se suprimen los alimentos más sospechosos y se espera la reacción. Luego, volverlos a introducir uno por uno para así asegurarse que la selección ha sido acertada.

Fríjoles en remojo:
Enjuague los fríjoles, garbanzos u otra leguminosa;
Póngalos en agua hirviendo y cocínelos por 3 minutos en olla tapada;
Déjelos reposar por dos horas, bote el agua y remplácela por agua limpia, Déjelos durante dos horas;
Cambie nuevamente el agua y déjelos en remojo durante toda la noche;
Enjuáguelos, cambie el agua y póngalos a hervir durante una hora o más si es necesario.

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