lunes, 4 de agosto de 2014

Cáncer y alimentos (2)



Ya lo vimos: ni carne frita, ni al carbón, ni a la parrilla. Todos éstos son métodos de cocción que incentivan la formación y proliferación de células cancerosas.

¿Cuál es entonces la mejor forma de cocinar la carne, el pollo, el pescado para evitar el cáncer? Utilice el micro ondas, hierva, cocine al vapor o en estofado, ase sobre paila o en el horno. Estos métodos de cocción, a fuego de baja temperatura, impiden la producción de sustancias productoras de cáncer. Y otro consejo: evite cocinar durante largos lapsos de tiempo por cuanto, al igual que con las temperaturas muy altas (350 grados sobre el carbón!) esto también lleva a la liberación de agentes cancerosos.

Habíamos mencionado varios alimentos que protegen contra el cáncer. La gran ventaja de todos ellos es que son productos de consumo cotidiano, que entran en el canasta de cualquier familia, fáciles de comprar, con precios razonables para cualquiera, y adaptados al gusto de la inmensa mayoría de las personas. Tal es el caso de los cítricos, para citar un ejemplo.

Quedan otros que se exponen a continuación:

Soya

Los pueblos del Lejano Oriente los consumen habitualmente mientras que los occidentales, caso omiso de los vegetarianos, están apenas ahora aprendiendo a incluirlos en su dieta.

Los fríjoles de soya y todos sus derivados poseen más de cinco agentes anticancerosos. Bloquean los cánceres de tipo hormonal (seno y próstata), son fuente rica de inhibidores de proteasa que han demostrado, en laboratorio, ser efectivos contra los cánceres de colon, boca, pulmón, hígado, páncreas y esófago.

Otros dos de sus elementos, los fitosteroles y las saponinas, también tienen efecto poderoso contra algunos cánceres como el de colon, cuello uterino y piel. 

Estas cualidades se aplican no solo a los fríjoles de soya como tal sino a otros productos hechos con base en ellos, como el queso de soya o tofú.

El té

A esta bebida se le están descubriendo cada vez más virtudes contra el cáncer. Pero se habla del té puro, sea éste negro o verde, distinto de las hierbas aromáticas a las que les ha endilgado el apelativo de té.

Las investigaciones indican que varios tipos de cáncer han sido bloqueados en experimentos hechos en laboratorio gracias al consumo de té. Los beneficios hasta el momento encontrados se refieren al cáncer de piel, a los gástricos y a los pulmonares. Las propiedades se mantienen cuando el té es utilizado para elaborar otras preparaciones o bebidas.

¡El ajo, una vez más!

Todos los calificativos más elogiosos pueden atribuírsele al ajo. Y así lo hemos venido haciendo a lo largo de las páginas. Y ahora se cita esta otra: algunos compuestos del ajo como el aojeno- son tóxicos para las células cancerosas. 

Pero no es únicamente en la prevención que actúa por cuanto se ha demostrado igualmente que ataca un cáncer que se ha desarrollado modificando la respuesta biológica. Es un papel similar el que juegan medicamentos utilizados en los tratamientos oncológicos como la interleucina. Se ha establecido en el laboratorio -en las primeras etapas de la investigación- que los compuestos sulfurosos del ajo refuerzan la actividad anticancerosa de las células del sistema inmunitario llamadas a destruir las células tumorales.

Por demás, gracias a sus propiedades antibióticas, el ajo podría desestimular los cánceres de colon y estómago desencadenados por acción de un a infección bacteriana causada por la H. pylori.

El aceite de pescado

Este es otro de los productos incluidos en la dieta cotidiana de los cuales se han enumerado múltiples bondades. 

Ahora, en experimentos hechos sobre animales se ha estado observando que el mismo aceite no solo ayuda a combatir el cáncer sino a retardar el crecimiento de los tumores. 

Estas observaciones han podido trasladarse a seres humanos al comprobar, en estudios adelantados en hombres maduros, que la mortalidad por cáncer era inferior en quienes consumían pescado y en cuya sangre se encontraba mayor cantidad de ácidos grasos. 

Así mismo se comprobó que el aceite de pescado ayudaba a impedir la diseminación del cáncer de seno después de la cirugía, lo que equivaldría a decir que impide que este cáncer haga metástasis.

De nuevo se recomienda el consumo de pescados grasos como la caballa, el atún, el salmón y las sardinas. Un consumo que sea de tres veces o más a la semana. Así mismo, quienes no gustan del pescado, pueden adquirir en los almacenes naturistas o en droguerías, cápsulas de aceite de pescado que deben ser tomadas todos los días.

Repollo y trigo

Esto se aplica a todas las personas pero de manera especial a las mujeres, y a aquellas que entraron en la edad de la menopausia. 

Es bien conocido que el estrógeno -hormona femenina- promueve el cáncer de seno. Por lo cual, se hace imprescindible eliminar los rezagos de la misma hormona que aún circulan en un organismo.

Las conclusiones de estudios indican que tanto el repollo como las verduras de la familia de las crucíferas -como el brócoli, las repollitas de Bruselas, coliflor, nabos- así como el trigo (en especial el germen de trigo) tienden a agotar las reservas de estrógeno que podrían alimentar un cáncer.

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