miércoles, 6 de agosto de 2014

Cáncer y alimentos (3)



Caben pocas dudas ya: la grasa de origen animal, saturada, y el alcohol son dos elementos que incentivan la aparición del cáncer.

Por supuesto, hablamos de los excesos del uno y de la otra. Porque bien es sabido que una copa de vino rojo, o dos, al día, pueden ser benéficas, mientras que una cerveza o un whisky de vez en cuando no perjudican. Así mismo, una carne frita, una tajada de ponqué con crema, una tajada de jamón o de tocineta con unos huevos fritos, ninguno hace daño mientras se coman muy de vez en cuando.

Pero basar una dieta sobre alimentos grasosos, excederse en las bebidas alcohólicas, consumirlas en cantidades y todos los días, esas sí son prácticas que implican altos riesgos frente a cualquier tipo de cáncer. Pero no son los únicos culpables: así como se califica como de alto riesgo la carne, el pollo o cualquier otro alimento asados en la parrilla o al carbón, así mismo se mencionan los aceites vegetales con alto contenido en omega 6. Y, por supuesto, se recalcan los daños que hace el tabaquismo ya no solo sino combinado con el alcohol.

Hablemos de éste, el alcohol.

Su consumo excesivo implica el riesgo de que se presenten varios tipos de cáncer. Entre los cuales el de las vías digestivas y el hígado, el colon, la próstata, los senos y riñones.

La combinación de cigarrillo con alcohol eleva en 43 veces la probabilidad de enfermar de cáncer de garganta, y en 143 veces la del cáncer nasal. De manera aún más específica, existe una relación estrecha entre la cerveza y el cáncer rectal. Otras investigaciones concluyen además que los hombres que consumen cinco o más cervezas al día se enfrentan con el riesgo creciente de contraer cáncer. De hecho, entre más se bebe alcohol, mayores son los riesgos que que un cáncer se presente.

Acerca del tema hay más consideraciones. Beber alcohol en exceso podría no solo producir cáncer sino estimular la diseminación del mismo al deprimir el sistema inmunitario. Bien es sabido que los bebedores consuetudinarios sufren con frecuencia de malnutrición, desnutrición y anemia, condiciones éstas que llevan a que el sistema de defensas del organismo se encuentre seriamente debilitado. Y en estas condiciones, no solo se presentan virus, infecciones y enfermedades, sino que el mismo organismo pierde su capacidad de combatir las células malignas.

Hablar del exceso en el consumo de alcohol es mencionar el hábito diario de tomar más de dos copas. Puede no ser diario pero sí significa que la persona busca el alcohol varias veces a la semana, y no se contenta con una o dos copas sino que lleva su consumo mucho más allá. Se recuerda que las mujeres tienen una capacidad inferior a la de los hombres para metabolizar las bebidas alcohólicas.

Otra advertencia que formulan los investigadores tiene que ver con las bebidas alcohólicas en personas que han sufrido anteriormente de cáncer. Pudieron haber superado su enfermedad, sin embargo, en ellas se multiplica el riesgo de ver de nuevo la aparición del mismo cáncer o de cualquier otro. 

¿Y las grasas?

Son cada vez más frecuentes las recomendaciones que los científicos hacen con respecto a la carne roja. Disminuir su consumo a, si acaso, una vez a la semana es una medida de precaución y casi prevención. La carne de res o de cordero tiene cualidades mas su consumo excesivo puede convertirse en un riesgo frente a la aparición de un cáncer.

Lo mismo se formula cuando la persona es obesa. La obesidad significa un serio peligro de enfermar de ciertos cánceres, entre los cuales senos, colon y próstata.

Pero hablemos de las grasas saturadas, de origen animal o vegetal.

Son varios los mecanismos mediante los cuales las grasas promueven el cáncer. Es tal su influencia que se les considera como un combustible para el crecimiento tumoral. Las grasas estimulan la producción de ácidos biliares en el colon lo que favorece la mutación celular hacia el cáncer. Otro de los mecanismos tiene que ver con el hecho de que las grasas, consumidas en exceso, adormecen el mecanismo de vigilancia tumoral del sistema inmunitario. En este sentido, el alcohol y las grasas juegan un papel similar ya que ambos atacan el sistema de defensas del organismo.

Esto no solo ocurre con las grasas de origen animal sino también con los aceites poliinsaturados con alto contenido en omega 6. Es el caso de varios aceites vegetales entre los cuales el de maíz.

En cambio, la grasa monoinsaturada, que se consigue en el aceite de oliva, no está implicada de manera alguna con el cáncer. Por el contrario, parece contrarrestar la enfermedad. Lo mismo sucede con los ácidos grasos omega 3 que se encuentran en los pescados grasos (caballa, atún, salmón, sardinas), y en otros productos de mar, en las nueces y en las semillas. Es más: el aceite de pescado, consumido a diario, frena el crecimiento de los pólipos, precursores del cáncer de colon.

Si hablamos de grasa saturada de origen animal, debemos mencionar también la grasa que se encuentra en la leche y sus derivados. Investigaciones recientes demuestran que los altos consumidores de leche entera o de sus derivados tienen mayores riesgos de contraer cáncer de próstata. De allí la recomendación que hacen los investigadores y nutricionistas de consumir leche descremada o, si acaso, semi descremada. Lo mismo se aplica a los derivados lácteos.

No deben olvidarse además las carnes curadas y ahumadas. Entre éstas, se incluyen salchichas, jamones, tocinos que llevan un alto porcentaje de sal. Se establece que el exceso de sal irrita el estómago, produce gastritis y puede incrementar la proliferación de células precancerosas así como aumenta la potencia de los cancerígenos químicos. Este exceso de sal combinado con las carnes ahumadas o preparadas sobre parrilla eleva considerablemente el riesgo de que se presenten células malignas. El peligro es mayor en quienes llevan una dieta pobre en frutas y verduras, alimentos capaces de contrarrestar el proceso del cáncer.

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