Sí, de la memoria también hay que ocuparse. Hay que cuidarla, cualquiera que sea la edad. Se hace mediante ejercicios pero también a través de la alimentación.
Porque perderla, esa facultad de memorizar y recordar, ya no es problema de adultos mayores. Ocurre hoy como con la diabetes: hasta hace unas pocas décadas, se había establecido que la diabetes era enfermedad de adultos. Mas hoy, niños y adolescentes la sufren igualmente.
Es lo que pasa con la memoria. El hombre moderno ya no tiene tiempo para concentrarse ni para grabar imágenes y sucesos. Vive de afán, atropellado por los acontecimientos y las tecnologías, y ya no le caben momentos para detenerse a reflexionar, para tratar de observar y recordar. Se habla del hombre moderno pero así mismo se aplica a los jóvenes adultos, a los adolescentes, a todos los que comparten la agitación del diario y atafagado vivir.
Es cierto que, a medida que pasan los años, se tiene la impresión -muchas veces real- de que la memoria se debilita. Así como sucede con muchas otras facultades mentales y corporales. Parecería como si estuvieran cansados de tanto trabajar!
Y asoma entonces el espectro del Alzheimer...
Sin embargo, esto no significa que es un camino sin retorno. Mucho puede hacerse para conservar y hasta mejorar la memoria. Esta, por demás, va estrechamente ligada a la concentración. Ambas dependientes del cerebro mismo y de su integridad.
Como para cualquier función del organismo, para que el cerebro funcione a plenitud se hace indispensable asegurarle un flujo constante de glucosa y oxígeno. Esto significa mantener una dieta balanceada, con alimentos provenientes de todos los grupos ricos en nutrientes. Adicionados con un suficiente aporte de hierro que garantizará un flujo de sangre completo, bien oxigenado y con propiedades adecuadas para nutrir el órgano maestro.
Mantener y conservar la facultad de pensar y reflexionar es tarea minuciosa, elaborada, que requiere del apoyo constante de la memoria y la concentración, ambos atados a la condición de una buena alimentación y de alta nutrición. No hablamos de las grasas saturadas (el cerebro las aborrece...) ni de cantidades de postres, ponqués, galletas y helados (el cerebro no los digiere...) sino de una alimentación en donde se encuentran los ácidos grasos esenciales, las vitaminas y minerales. Muchas frutas, mucha verdura, cereales completos, leguminosas, porciones pequeñas de carnes rojas, porciones grandes de pescados grasos... Mucho se ha hablado de la dieta saludable para el cerebro.
Investigaciones adelantadas en niños demuestran que las dietas incompletas, pobres en nutrientes, dificultan sus facultades para el aprendizaje. Y nada se gana dándoles suplementos en píldoras -así sean complejos vitamínicos y de minerales- mientras no se les corrija la dieta alimenticia.
Es cuestión de toda una vida. Conservar la memoria y la concentración es tarea cotidiana, propia de todas las edades. No es asunto improvisado ni tema de un día cualquiera o de cuando se llega a la vejez.
Los chinos, en su medicina milenaria, han previsto varias ayudas para ello. Entre las cuales, se incluyen:
- El Ginkgo biloba. Hojas de un árbol que se confeccionan en distintas presentaciones y que se venden en los almacenes naturistas. Aunque la medicina occidental no siempre lo reconoce, este es un producto que, según los chinos, puede ayudar a recuperar y conservar la memoria. Entre sus facultades está la de incrementar el flujo sanguíneo hacia las células cerebrales. Existen estudios que le atribuyen además la facultad de superar los síntomas tempranos del envejecimiento cerebral.
- El ajo. Bien sea como alimento agregado a las comidas, todos los días, o como píldoras. Ayuda a mantener la normalidad del flujo sanguíneo a tiempo que reduce las cifras del colesterol, combate la hipertensión arterial y el engrosamiento de la sangre, todo lo cual va en beneficio del cerebro y de su adecuado funcionamiento.
- Para todos los médicos y neurólogos, cualquiera sea su formación profesional, los ejercicios para hacer trabajar la memoria y la concentración son instrumentos más que adecuados y sobre todo recomendados. Se encuentran estos ejercicios en libros dedicados a ellos pero, aún sin ellos, es fácil diseñar cada uno sus propios ejercicios. Como ejemplo, podemos hablar de trabajar en fijar y mantener la concentración para luego memorizar lo que se ha visto. Esta es una actividad que podemos hacer diariamente y en cualquier momento. Adivinanzas, crucigramas, ejercicios matemáticos son pruebas adicionales para ejercitar el cerebro y fomentar el trabajo de sus facultades.
En cuanto a los alimentos, podemos citar varios de los que sí contribuyen a la salud de la memoria y a su preservación. Son algunos de ellos:
- Crustáceos: fuente especialmente rica en zinc. Este mineral es la clave para mantener una buena memoria y la facultad de concentración. No es frecuente encontrarlos en todas las dietas.
- Las ostras son especialmente ricas en minerales, sobre todo en zinc. También lo son los cangrejos, camarones, langostinos y los pescados grasos.
- Cereales no refinados, leguminosas, champiñones, trigo germinado se incluyen en la lista de los amigos de la memoria.
- Sin omitir las semillas de auyama y de girasol. Así como el maní y las nueces del nogal, todos ellos ricos en boro, mineral que juega un papel muy importante en las transmisiones eléctricas entre las neuronas.
- Frutas frescas, y de manera especial las uvas, peras y manzanas.
- Frutas secas, entre las cuales los dátiles, higos y albaricoques. Contienen minerales que impiden al cuerpo absorber minerales que, como el aluminio, incentivan la aparición de los radicales libres y con ellos el envejecimiento. Aunque no han concluido las investigaciones, el aluminio ha sido inicialmente acusado de incentivar la aparición del Alzheimer por lo cual se aconseja evitar su utilización tanto como implemento de cocina como ingrediente de desodorantes.
Deben evitarse las grasas animales que deprimen -hacen más lentas- las funciones cerebrales, así como el exceso de bebidas alcohólicas. Si bien una copa de vino rojo al día relaja y distensiona a tiempo que ayuda a manejar mejor el estrés, el exceso de alcohol deprime e intoxica el cerebro y con él funciones como la memoria y la concentración.
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