¿Come usted en su cama? ¿Frente al televisor, o frente a la pantalla de su computador? ¿Mientras lee el informe que le pasaron en la oficina para que lo analizara... O se contenta con un sandwich y una gaseosa y los come mientras viaja en el bus?
Estos son algunos de los errores que cometemos a diario. Estos y muchos otros que, por volverse hábitos, ni siquiera pensamos en corregir.
Y sin embargo, unos más, otros menos, son errores que nos perjudican. Por ello, es conveniente revisarlos y, sobre todo, eliminarlos. Su salud y su estómago, hasta su silueta se lo agradecerán.
Revisemos algunos de ellos.
- Comer en la cama... Muy frecuente. Llega usted del trabajo, tiene frío, está cansado (a) y lo que se le ocurre es enfundarse en la cama con su bandeja de comida.
Una cosa es desayunar en la cama, cuando apenas se despierta. Pero otra bien distinta es cenar. De todos modos, en ambos casos se comete un error. Porque la cama, no lo olvidemos, tiene una función muy especial y casi exclusiva que es la de dormir. Leer, hacer el amor son otras funciones. Mas no comer.
¿Por qué no? Simplemente porque es una de las costumbres que atentan contra el buen dormir. La higiene del sueño tiene sus normas gracias a las cuales se evita o se lucha contra el insomnio. Y una de ellas, es acatar esa misión de dedicarla a dormir.
- ¿Frente al televisor, a su pantalla de computador?
En un caso como en el otro el error está presente. Cuando uno come, cuando se alimenta, es aconsejable concentrarse en la comida. De pronto podemos estar en reunión y conversar con quienes nos rodean. Mas este no es el caso ante una pantalla.
Entre otras razones porque comer frente al televisor ha sido citado como uno de los incentivos o causas para ganar kilos. Simplemente porque se come sin darse cuenta de las cantidades. Es cierto que usted se sirve en el plato, pero está distraído y lo que se da con frecuencia es que no acaba con la sensación de saciedad. Por lo cual, se vuelve a servir cantidades mayores o busca otros alimentos que, con frecuencia, acaban siendo comida chatarra. Galletas, helados...
Para los niños, esta observación es aún más acertada. Con un aditivo: en vez de comer y luego dedicarse al juego o a un ejercicio, la pantalla les invita al sedentarismo.
Y la que sufre en este caso es la línea...
Por demás, no se tiene atención a la acción de masticar y muchas veces se "traga entero".
- ¿Siempre de prisa? A propósito: comer muy de prisa, sin darse tiempo ni de masticar ni de disfrutar es otro de los errores y malos hábitos que se adquieren gracias al estrés, al afán por reiniciar labores, a la falta de tiempo que se le concede a las comidas porque, cuando se está solo, estas comidas acaban siendo aburridas.
La primera etapa de la digestión se da en la boca. Cuando el bocado se mezcla con la saliva, mientras se va masticando. Si no se tiene en cuenta ete primer paso, la digestión se hace más pesada, los alimentos llegan casi enteros al estómago y éste acaba cansándose de hacer el trabajo solo y sin previa preparación.
Uno de los puntos importantes de la masticación además es que el alimento llega al estómago listo para ser mezclado con los jugos gástricos. ¿Sufre usted de estreñimiento, reflujos, flatulencia, de pronto en esta omisión se encuentra en origen de sus males.
- ¿Demasiado postre? Muchas veces se deja un espacio en el estómago sin llenar para que allí quepa el postre. Y muchas veces, además, el postre acaba cobrando una importancia mayor.
Por supuesto, es sabroso endulzar los últimos bocados del almuerzo o la cena. Pero cuide de no abusar de las cantidades. Mucho azúcar también llega a producir estreñimiento y reflujo. Además de elevarse el nivel de glucosa en la sangre, podría predisponer a sufrir de diabetes. Y si el postre consiste en cremas, mantequilla y chocolate, podría llegar a significar riesgo para que se eleven las cifras del colesterol y la tensión arterial.
- ¿Mucha sal? Respecto a la tensión arterial, se presenta la sal. Hay personas que, sin antes probar el primer bocado, ya tienen el salero en la mano.
Dos aspectos son de recordar: el exceso de sal predispone a la hipertensión arterial y, a la vez, llega a cansar los riñones.
Así que no sea generoso (a) en el uso del salero. Reserve su generosidad para otros menesteres. Como el de tomar mucha agua...
- Sí, tome agua... Sin exagerar a la hora de las comidas, pero hágalo a lo largo del día. Hay quienes aconsejan tomar un vaso de agua fría antes de almorzar o de cenar. Dicen que ayuda a combatir el estreñimiento. Hay quienes aconsejan también tomar un vaso de agua al levantarse de la cama.
Nada se opone a ello, al contrario. Puede preparar el organismo a recibir alimentos y ayudar a su digestión. Lo que debe evitarse, sobre todo en los niños, es tomar agua con cada bocado. Como si el alimento necesitara ser empujado por el agua!
De todos modos, y es bueno recalcarlo, es mejor tomar demasiada agua que no tomarla. Y siempre es más conveniente buscarla, buscar jugos naturales o aguas aromáticas, que dirigirse a las gaseosas y otras bebidas dulces y artificiales.
- ¿Cuándo llega la fruta? Existe una fuerte tendencia entre los nutricionistas a aconsejar las frutas para entre las comidas. Se establece que la fruta comida justo después del almuerzo o la cena se fermenta y produce dificultades de digestión y/o flatulencia.
Y sin embargo, nuestros abuelos veían en la fruta la vía ideal para digerir mejor...
Usted verá qué le conviene más. De todos modos, una fruta a media mañana o media tarde, o aún antes de dormir es un excelente alimento y una buena alternativa.
- Hacer cinco comidas. Sí. Se ha establecido que dividir los alimentos totales del día en cinco comidas es una gran alternativa, benéfica en varios sentidos: evita las fluctuaciones de la glucosa en la sangre, evita pasar horas o momentos de hambre tras los cuales uno solo desea botarse sobre la comida y "desbocarse", ayuda a la digestión.
Comer cinco veces no significa comer más. Sino ordenar las cantidades que se acostumbra comer en el día y dividirlas en cinco comidas. Por supuesto, y en eso se debe insistir, allí queda incluido el desayuno. Por ningún motivo se le debe omitir. Los nutricionistas lo presentan como la comida principal, la que nos ayuda a comenzar bien el día y la que nos da las energías para emprender las actividades de la jornada.
- ¿En cuanto a horarios? Claro está que se deben respetar los horarios establecidos para las comidas. A menos que se presenten inconvenientes serios, que lo lleven a postergar una comida, es preciso cumplir con el esquema acostumbrado.
Y, sobre todo, nunca omitir el desayuno ya lo dijimos) por falta de tiempo o porque se prefiere dormir unos minutos más, ni al almuerzo porque se estaba demasiado ocupado en el trabajo, ni la cena "para no engordar".
Y en cuanto a la cocción de los alimentos, miremos algunos errores o fallas, muchos de ellos cometidos por falta de conocimiento o por prejuicios:
- Error 1: Botar el agua en donde se han cocinado las verduras.
- Error 2: Ahogar esas verduras en una olla inmensa de agua cuando la décima parte de ésta sería suficiente.
- Error 3: Sancochar las verduras hasta que se deshagan y se vuelvan puré...
- Error 4: Cocinar la carne con su grasa, el pollo con su piel. Aún si la grasa y la piel se desechan en el momento de comer, de todos modos tanto la carne como el pollo y la salsa han quedado embebidos. Semejante equivocación se comete cuando, después de fritar un alimento, se envuelve en papel para que éste absorba la grasa. Cuando ésta ha quedado impregnada, ya nada se puede hacer!
- Error 5: Desechar el agua en que se han cocinado las leguminosas. A menos de tener serios problemas en la digestión de las leguminosas, es preferible mantener esa agua. En ella están los minerales!
- Error 6: Mezclar en un mismo plato varios carbohidratos (papa, arroz, pasta, etcétera) cuando uno solo por comida es suficiente.
- Error 7: Preparar en un mismo plato proteínas vegetales y animales. Ocasionalmente se pueden cocinar fríjoles con carne. Sin embargo, es aconsejable dejar las proteínas animales sin mezclar con las vegetales. Estas deben complementarse con cereales para adquirir todo su valor como proteínas.
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