viernes, 6 de marzo de 2015

¿Colesterol muy bajo?



Cuando hablamos de colesterol, suele ser para quejarnos de sus altos niveles. Del daño que esto produce a nuestro corazón, a las arterias, del peligro para el cerebro, de que tanta grasa tapona las arterias, de que se acorta la vida cuando se desbocan las cifras del colesterol...

Mas nunca -o casi- nos cuestionamos de lo que podría pasar si los niveles del colesterol bajaran demasiado, si llegaran a niveles muy inferiores a los normales.

Sí, está escrito: tener entre 180 y 200 de colesterol es aceptable. De allí en adelante, ¡ojo! afloran los perjuicios y riesgos. ¿Que debe bajar? Sí es cierto: si hay excedentes es mejor eliminarlos. Pero, ¿hasta qué punto?

Sabemos que el colesterol es una grasa que fabrica el mismo cuerpo. Que es esencial, indispensable para el funcionamiento de varios mecanismos, entre los cuales el funcionamiento y transporte de hormonas. Se ha dicho, así mismo que incluye en la producción y buen funcionamiento de algunos neurotransmisores. Así que una cantidad adecuada de colesterol es positiva.

Pero cuando esa cantidad se excede, se prenden las luces de las alarmas. El excedente llega a través de los alimentos lo que significa que se presenta porque comemos demasiadas grasas. Muchas más de las que deberíamos. Cantidades de cremas y mantequillas, fritos, gordos de las carnes, piel del pollo, pasteles, helados, todos llenos de margarinas y aceites hidrogenados... Tantísimos alimentos que son deliciosos, nadie lo duda, pero que dejan en nosotros su huella bien impresa.

Ahora los científicos se han cuestionado en torno a lo que puede suceder cuando la cantidad de colesterol presente en la sangre es demasiado baja. Digamos que los totales deducidos en los exámenes de laboratorio no llegan a 100. 

La deducción es asombrosa, como lo cuenta la escritora Jean Carper, en su libro "Los alimentos: medicina milagrosa". Comienza con un interrogante: ¿Es posible que la falta de colesterol aumente los niveles de agresividad y mal humor? "Aunque parezca absurda y traída de los cabellos, es una teoría de la cual se habla seriamente en los círculos científicos y sobre la cual existe cierta certeza".

Según lo escribe, los primeros indicios surgieron a raíz de un estudio adelantado a gran escala, en 1981, por el Instituto Nacional de Salud. En dicho estudio, se demostró lo que hoy es bien conocido y confirmado: los bajos niveles de colesterol llevan a la reducción del riesgo de ataques cardíacos. Sin embargo, "para sorpresa de los autores, el hecho de tener bajos niveles de colesterol no se traducía en un mayor tiempo de vida. De alguna manera, a falta de ataques cardíacos, había un aumento en el número de accidentes, homicidios y suicidios".

Otros estudios adelantados en Finlandia igualmente demostraron  la relación entre los bajos niveles de colesterol y los comportamientos violentos y agresivos.

Otra investigación citada por la escritora cuenta como un experimento adelantado con 30 monos durante dos años arrojó conclusiones similares a las anteriores. Los monos fueron divididos en dos grupos. A los del primero, se les alimentó con productos ricos en grasa mientras que a los segundos se les limitó de manera drástica la grasa. El resultado observado fue el de encontrar que estos últimos monos tuvieron comportamientos propensos a la agresividad frente a sus compañeros.

A pesar de que los científicos manifestaron desconocer el mecanismo mediante el cual se producía el cambio en el comportamiento, sí expusieron la posibilidad de que el colesterol podría influir sobre la forma como se liberan los neurotransmisores en el cerebro, entre éstos la serotonina responsable de los estados de ánimo.

Y esto no es todo: más estudios arrojaron la conclusión de que algunos hombres con niveles bajos de colesterol (menos de 160) presentaron estados de depresión con mayor frecuencia que los que tenían niveles más altos de colesterol.

Por supuesto, estas conclusiones deben ser aún complementadas con más estudios. Sin embargo, por lo pronto, queda reiterada la necesidad de controlar, de manera periódica, los niveles de colesterol en la sangre. Y, como dice el dicho, ni muy muy ni tan tan. O sea, ni muy alto ni tan bajito!

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