Sí ha sido comprobado que los alimentos poseen poderes curativos.
Atención: no operan milagros pero, entre sus componentes, se encuentran sustancias naturales, química o no, que pueden influir en la aparición o la prevención de trastornos y enfermedades.
La confirmación de ese poder de proteger y de curar ha sido demostrada en múltiples investigaciones, a nivel mundial. Sin embargo, los mecanismos a través de los cuales se operan estas influencias no han sido siempre elucidados. Como tampoco es cierto afirmar, de manera categórica, que una o tal planta, una o tal verdura, cereal, proteína, son capaces por sí solas -y como por encanto- de ahuyentar los males. O que, con solo comer un diente de ajo, de vez en cuando, se recibirá una dosis suficiente para combatir las bacterias...
No es asunto de brujería lo que se dice.
Es más, para que se hagan efectivos los poderes de curación, es menester conocer a fondo las características y el alcance de cada alimento.
O sea que tampoco es asunto de improvisaciones.
A pesar de todas las advertencias, es interesante abrir el campo a nuevas cualidades que se pueden desprender de los alimentos. De como una nutrición adecuada se convierte en un instrumento de más vida y mucha más salud.
Aquí van algunos apuntes que ilustran este mundo peculiar que es el de convertir los alimentos en una casi botica de medicamentos. Casi.
Alimentos y antibióticos.-
Cuando en la década de los años 40 comenzó a hablarse de la penicilina, antibiótico que debía revolucionar la medicina, se dijo que la sustancia base de ese importante medicamento había sido obtenido a partir de un pan mohoso.
A partir de ese momento, las investigaciones científicas se encauzaron hacia la búsqueda de otros elementos y sustancias naturales capaces de combatir las bacterias.
De esa búsqueda resultó la clasificación del ajo como uno de los candidatos potentes para proporcionar una lucha efectiva contra las infecciones. Así fue. Hoy, los científicos ven en el ajo un instrumento capaz de matar o por lo menos incapacitar a por lo menos 72 bacterias infecciosas causantes, entre otras enfermedades, de diarreas, disentería, encefalitis, tuberculosis, botulismo. Su poder es atribuido en gran parte a uno de sus componentes, la alicina.
Pero el mérito no fue acaparado por el ajo sino que se comparte -aún si en una menor proporción- con la cebolla Esta es igualmente vista hoy como potente antibiótico y antiséptico.
Los mecanismos mediante los cuales estos productos actúan contra las bacterias son descritos como el poder de alterar el proceso de síntesis de las proteínas. A ello se suman algunas de las sustancias que los componen como son el ácido fólico y la transpeptidasa.
Otros alimentos con poder antibacteriano son: las aceitunas, el ají, la albahaca, el apio, arándano rojo, azúcar, banano, café, cebollín, ciruela, coco, comino, eneldo, jengibre, limón verde, manzana, marañón, miel, el alga marina nori, la nuez moscada, la papaya, rábano picante, regaliz, remolacha, repollo, salvia, sandía o patilla, semilla de mostaza negra, té, verdolaga, vino, yogur, zanahoria.
Alimentos y agentes anticancerosos.-
Este aspecto es mucho más complejo. Pero igualmente fascinante y, lo que es muy importante, confirmado a través de infinitas investigaciones.
El cáncer, como se ha informado tantas veces, es un proceso lento que comienza con una sola célula sometida a sustancias cancerígenas y que, a su vez, puede dar lugar a una multiplicación de células, todas ellas teñidas por los agentes cancerosos.
Los alimentos no operan milagros, ya lo dijimos pero insistimos en recalcarlo. Lo que puede suceder, sin embargo, es que algunos alimentos y sus componentes pueden interferir en el proceso inicial y seguir operando en varias de las etapas posteriores de su desarrollo.
Son varios los mecanismos de esta intervención. Algunas sustancias pueden impedir la activación de los posibles agentes cancerosos, o pueden bloquear la mutación del material genético ADN de la célula. Pueden igualmente estimular la acción de las enzimas encargadas de combatir las sustancias cancerígenas, o actuar a nivel de las hormonas para neutralizar los agentes tóxicos promotores del cáncer. Su poder puede llegar hasta evitar que las células cancerosas se dispersen para establecer nuevas colonias.
Para que esto ocurra, se requiere de la acción de alimentos que presentan grandes concentraciones de sustancias o componentes anticancerosos. Entre estos alimentos se incluyen las frutas y las verduras.
Principales alimentos con actividad anicancerosa: aceite de oliva, ajo, albahaca, arroz integral, avena, bayas, cebada, cebolla y cebollín, cítricos, cocombro o pepino, crucíferas (brócoli, coliflor, repollitas de Bruselas), cúrcuma, estragón, frijol de soya, jengibre, linaza, mariscos, melón cantaloup, menta, orégano, papa, regaliz, repollo, romero, salvia, solanáceas (berenjena, tomate, pimentón), té, tomillo, trigo entero, zanahoria, apio.
También las vitaminas son capaces de contrarrestar el cáncer Entre ellas, se cita la vitamina C con múltiples poderes.
Alimentos antidepresivos.-
Citan entre ellos el azúcar, la cafeína, el jengibre y la miel. Pero también se incluyen las hortalizas de hojas verdes y otras verduras por su aporte en ácido fólico, los mariscos, leguminosas y nueces, por su componente en selenio, y algunos carbohidratos como la pasta, el pan, los cereales, galletas y tortas.
El mecanismo mejor conocido para que los alimentos sean capaces de combatir y hasta vencer la depresión es su capacidad de actuar sobre la serotonina, uno de los más importantes neurotransmisores del cerebro.
Hay alimentos que agotan la serotonina del sistema nervioso y, con ello, causan depresión y ansiedad. En cambio, otros alimentos sí poseen la capacidad de modificar el estado de ánimo ya que son protectores y hasta propulsores de la secreción de serotonina.
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