lunes, 13 de abril de 2015

Amigos de la mente



Hay alimentos que engañan y que obligan a reflexionar. ¿Es cierto, por ejemplo, que el alcohol incentiva la creatividad? ¿Es cierto que el chocolate estimula la actividad del cerebro?

Incontables escritores afirmaron en algún momento que no les era posible llenar una página sin tener al frente un vaso. Hemingway, Faulkner, Fitzgerald. Tres entre muchos que ligaban, con lazos indelebles, la inspiración a una amplia dosis de alcohol.

En una oportunidad, Faulkner llegó a declarar que no podría jamás empezar a escribir sin tener al frente una botella de whisky. Mientras que, para el matemático francés el café era indispensable y para el poeta británico, Housman, la cerveza y el té eran fundamentales para su trabajo.

Hemos visto en otras oportunidades anteriores que sí, en efecto, el alcohol y el café son estimulantes y, en ese sentido, pueden desencadenar estados de ánimo propios a la creatividad. Sin embargo, y esto también lo vimos, el exceso de alcohol causa depresión mientras que demasiado café alborota el sistema nervioso.

Veamos qué sucede con el chocolate. Sí llega a ser un poderoso estimulante porque le aporta una sustancia química, la feniletilalanina, que es utilizada por el cerebro para confeccionar la norepinefrina, neurotransmisor que incentiva la actividad cerebral.

Así existen muchas otras sustancias. Una de ellas, poco conocida es la thujiona, relacionada con la nuez moscada, afamada por ser igualmente un poderoso estimulante para el cerebro. Esta sustancia es un ingrediente del licor ajenjo y es también agregada en pequeñas cantidades al vermut y al aceite hecho con las hojas de cedro.

En muchos otros campos se han encontrado más sustancias que benefician al cerebro y hacen más poderosas su actividad. De hecho, las células cerebrales, al igual que cualquier otra célula del cuerpo, necesitan de los nutrientes que les son dados a través de la alimentación para funcionar de manera adecuada.

En este sentido, y siendo que el pensamiento es una de las funciones básicas del cerebro, todo lo que implique deficiencia nutricional se traduce en una deficiencia en la función del pensar.

Veamos algunas de las sustancias amigas del cerebro:

- Se ha comprobado que la vitamina C interactúa con una enzima conocida como fosfodiesterasa que reduce las depresiones en el cerebro e incrementa todas las respuestas normales de las neuronas. Esta vitamina se encuentra en muchas verduras y frutas, entre las cuales el pimentón, el kiwi y la guayaba, los cítricos, los frutos rojos, entre los cuales las fresas.

- También se ha comprobado que la colina o lecitina es esencial para que se cumpla correctamente la comunicación entre las neuronas, para la concentración y la coordinación motriz. La colina se encuentra en las leguminosas, en la soya, aceites como el de girasol y ajonjolí. La lecitina se encuentra igualmente en cápsulas.

- La vitamina B5 o ácido pantoténico ayuda a superar dificultades de aprendizaje en los niños.

- La vitamina B6 o piridoxina está estrechamente ligada con varios de los químicos propios del cerebro así como la integridad del sistema nervioso. Esta vitamina ha sido suministrada con éxito a niños con trastornos como el autismo y la hiperactividad.

- En cambio, el cobre tiene tendencia a súper excitar las neuronas pero su influencia puede ser contrarrestada por el zinc.

- En general, bajos niveles de vitaminas han sido ligados con dificultades para la concentración y demasiada excitación del sistema nervioso.

- Se cree hoy que la memoria y las células que se encargan de ella dependen del ácido ribonucléico (RNA por sus siglas en inglés). Se le encuentra en buenas cantidades en los huevos, el pescado y otras proteínas. Sin embargo, el cuerpo requiere de vitamina B6 para convertir las proteínas en aminoácidos y de vitamina B12 para fabricar el RNA.

- No olvidemos los antioxidantes. Vitaminas A, C y E, más el betacaroteno ayudan a proteger el cerebro contra la acción destructora de los radicales libres Son ayudados en esta labor por numerosas sustancias como el ginkgo, el magnesio y el zinc, el jengibre, el ajo el selenio y la metionina. 

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