Hay países en donde la familia organiza una gran fiesta cuando uno de sus miembros entra en la séptima década de su vida. Porque, contrariamente a lo que sucede con demasiada frecuencia, para ellos cumplir 70 años ha de ser visto como una conquista, una gran alegría, sin tacharlo de tanto concepto lúgubre, negativo con que la sociedad moderna ha endilgado la vejez.
Por supuesto, para muchos de ustedes queda lejos el camino a recorrer hasta cumplir los 70! Sin embargo, también para ustedes, jóvenes, van estas líneas. Pensamos que la longevidad es un encaje que se va tejiendo a lo largo de la vida. No es obra de pocos días.
Hablemos entonces de las tramas de ese encaje. Están la nutrición, el ejercicio, el trabajo intelectual, la riqueza espiritual. Están igualmente el saber disfrutar y reír, y también el amar -el amor es un gran antídoto contra la decadencia-, está el seguir construyendo momentos, y el mantenerse optimista frente al futuro. Porque ni siquiera a los 70 deja de haber futuro.
Es indudable que, a medida que avanza la edad, crecen los riesgos de enfermar. Cáncer, enfermedades cardíacas y cerebrales, demencias. La sociedad hoy da testimonio de una mayor longevidad de sus ciudadanos. Pero el hecho de que haya mayores riesgos no implica obligatoriedad, y la prevención actúa en favor de más años de vida, con calidad e integridad.
¿Cuál debe ser el peso ideal después de los 70 años?
Sin lugar a dudas es prudente mantener el peso que se ha tenido durante los últimos años, siempre y cuando sea un peso adecuado. No debe ser motivo de preocupación si, con la edad, usted gana unos dos kilos. Sin embargo, si existe sobrepeso, sí es adecuado tratar de perder los kilos que sobran, pero hacerlo en forma paulatina, sin excesos y sin privarse de los alimentos que son más nutritivos.
Alimentarse bien, nutrirse con equilibrio y mesura no es siempre fácil. La vida hoy tiende a relegar al adulto mayor a un rincón. Falta de recursos económicos, dificultades para movilizarse y hacer el mercado, para cocinar, pérdida de la dentadura, soledad y tristeza, algunos de los factores que actúan en contra de una buena nutrición. Sin contar con otros elementos adicionales como son el trastorno del apetito muchas veces ocasionado por medicamentos, y la pérdida de la facultad de saborear la comida.
A pesar de ello, es primordial tener en cuenta:
- La carne y el pescado constituyen las fuentes óptimas de proteínas para asegurar la vitalidad de los músculos y los órganos. Inclúyalos en sus comidas, dos o tres veces al día, le serán provechosos. Si no puede masticar la carne en trozo, adquiérala molida pero baja en grasa. Los productos lácteos son otra fuente rica de proteínas. Le proporcionan además calcio que le ayudará a combatir la osteoporosis.
- Existen otros alimentos a los que debe privilegiar en su dieta: frutas y verduras. Ricos en potasio, fibras, vitamina C, polifenoles, magnesio y ácido graso Omega 3 (frutos secos y nueces). Todos ellos protectores que ayudan a reducir a la mitad el riesgo de infartos y accidentes cerebrales y del mismo cáncer.
- Hay alimentos igualmente imprescindibles como lo son los aceites de oliva y canola, y los pescados grasos. El Omega 3 que aportan es aún más importante después de los 70.
Las proteínas pueden consumirse con el almuerzo y la cena. Gracias a un ciclo permanente de construcción/destrucción, éstas se encuentran en permanente renovación. El proceso, sin embargo se altera con la edad y tiende a primar el ciclo de la destrucción, y es por lo cual se convierten en alimento de tal importancia. Las proteínas del almuerzo son altamente provechosas, lo mismo que las de la tarde. En la cena, van reforzadas gracias al consumo adicional de una fécula o azúcares lentos. No solo le ayudarán a mejor dormir sino que impedirán la destrucción de las proteínas que se acelera en las horas nocturnas.
Con mucha frecuencia, la atracción por los sabores dulces se hace mayor con la edad. A veces es asunto mecánico: es más fácil comer un flan de caramelo que masticar una pechuga de pollo... Para no caer en excesos, conviene seleccionar los postres que le causen placer sin perjudicarlo. Algunos ejemplos son:
- Productos lácteos, flanes, yogur, helados, que le aportarán proteínas calcio;
- Frutas y compotas;
- Pan endulzado con miel y/o mermelada, galletas, que le darán energías.
Miremos ahora cuáles son los factores de riesgo y qué debe hacerse frente a ellos. Los dividimos en tres grupos:
- Los que no se pueden corregir ni cambiar pero que, gracias a una buena alimentación, se pueden esquivar hacer menos graves:
1) El sexo masculino.
2) La edad.
3) Los antecedentes familiares. Hay predisposiciones recibidas a través de los genes como la de enfermar de algunos cánceres (seno por ejemplo) y la de tener infartos y diabetes.
4) Los antecedentes personales y la trayectoria de vida, enfermedades contraídas en años anteriores por ejemplo.
- Los riesgos que los médicos pueden tratar y curar o controlar. Entre ellos: la diabetes, la hipertensión arterial, el colesterol alto, el exceso de kilos, un abdomen prominente. Se recuerda que la grasa que se acumula en la parte abdominal es mucho más perjudicial que la que se encuentra en el resto del cuerpo. Es uno de los grandes factores de los accidentes cardíacos.
- Los riesgos modificables de parte suya y que atañen a sus hábitos de vida:
1) Tabaquismo, causa mayor de accidentes cardíacos y cerebrales, de cáncer.
2) El sedentarismo. La actividad física es un elemento primordial de protección. Mucho más importante que mantener el peso adecuado es tener una rutina de ejercicios diarios. Caminar, subir y bajar escaleras, trabajar en el jardín, hacer labores de aseo en la casa. Actividades que benefician tanto el corazón como el cerebro, ayudan a controlar el peso y, a la vez, a fortalecer músculos y huesos.
3) El estrés. Es conveniente adoptar actividades que produzcan placer y descanso, que lleven al cerebro a ejercitarse, y que lo mantengan al tanto de la vida y del mundo moderno.
4) El sobrepeso, riesgo no despreciable tampoco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario