miércoles, 30 de abril de 2014

Fatiga crónica, acné, colitis y otros más



¡Una vez más! Nos podríamos preguntar hasta dónde llegan los tentáculos de la nutrición... Porque trastornos y situaciones tan diversos como los parásitos intestinales y las cataratas, o los quistes benignos del seno tienen conexiones con la alimentación. Difícil de sospecharlo, verdad?


El acné no es consecuencia de comer chocolate ni mantequilla. Las otitis pueden ser resultado de alergias alimenticias. Los parásitos intestinales, tan frecuentes en el mundo, suelen manifestarse con síntomas propios a un colon irritable...

Estos y otros problemas de salud tienen que ver con la alimentación. Es así, y aquí van algunos ejemplos.

Parásitos al ataque. Es muy fácil contaminarse de distintos parásitos intestinales. Y no solo en países del Tercer Mundo sino en cualquier otro país. Basta de tomar agua contaminada o de olvidar lavarse las manos después de ir al baño y antes de comer para que los bichos malvados entren al intestino, se instalen y proliferen en él.

Entre los parásitos, citamos la giardia  las mismas amebas. Difícil de detectar mediante exámenes de laboratorio pero nunca silenciosas. Con frecuencia, sus manifestaciones se confunden con ataques del colon irritable, y la persona sufre de dolor abdominal, estreñimiento y/o diarrea, náuseas.

Igual que cualquier súperman, el hombre de todas las salvaciones, se presenta acá el ajo. En efecto, investigaciones concluyen que consumir ajo como tal, fresco, o tomarlo en comprimidos ayuda a eliminar los parásitos. Si no todos, por lo menos gran parte de ellos, entre los cuales las giardias. Para las amebas, se cita igualmente la piña, consumida en ayunas por la mañana, durante varios días. Otro remedio candidato a ser antiparásito muy efectivo es el de las semillas de ahuyama.

Un consejo: consuma ajo todos los días y su estómago se convertirá en un ambiente letal para los bichos. Una vez al mes, por lo menos, desayune con piña durante tres días seguidos, y los parásitos que se nieguen a salir de su estómago se verán obligados a despejar sus intestinos.

Acné. La creencia popular dicta que los alimentos grasosos crean ambientes propicios para la aparición del acné. Entre ellos, la mantequilla, la mayonesa y el chocolate. 

Las investigaciones sin embargo lo desmienten. El acné, terror de los adolescentes que, con frecuencia persigue a los adultos jóvenes, es problema hormonal. Y nada tiene que ver con la alimentación. 

Un elemento en cambio sí parece influir y se trata de yodo. Por supuesto, se le encuentra en la sal marina o en aquella sal enriquecida con yodo, medida que algunos gobiernos aplican para combatir el llamado coto. También se le encuentra en las algas marinas y en algunos alimentos de mar como los camarones, ostras y langostas. Alimentos que deberían evitarse.

Quistes del seno. Tan frecuentes en las mujeres de cualquier edad pero, en su mayoría, y por fortuna, benignos. Una relación directa podría existir entre el excesivo consumo de cafeína y la aparición o la proliferación de esos quistes mamarios.

A pesar de que el consenso científico no es unánime, sí existen algunas investigaciones que comprobaron que la presencia de metilxantinas, sustancia química presente en la cafeína, incrementa el riesgo de la formación de las pequeñas masas en los senos. Riesgo incrementado a medida que aumenta el consumo.

Por el contrario, se ha comprobado que el consumo de verduras de la familia de las crucíferas -repollo, brócoli, coliflor, repollitas de Bruselas- protege contra los quistes de seno ya que aceleran el metabolismo y ayudan a despejar la presencia del estrógeno que agrava los quistes.

Cataratas. De varias décadas atrás se confirmó que la exposición a los rayos solares, sin una debida protección, predispone a la aparición de cataratas. Una exposición que se extiende de año en año ya que el efecto nocivo, lejos de mitigarse con los intervalos, se va acumulando hasta degenerar en elemento altamente nocivo tanto para la piel como para los ojos.

La explicación es que éstas, las cataratas, pueden ser el resultado de la oxidación del cristalino Y ya lo vimos que uno de los elementos principales contra esa oxidación está en los antioxidantes. Presentes en grandes cantidades en las frutas y verduras.

De hecho, así se comprobó: las cataratas son mucho más frecuentes en personas mayores que no consumen cantidades suficientes de verduras no de frutas. Los riesgos pueden duplicarse cuando los niveles de vitamina C en la sangre son muy pobres.

Entre los antioxidantes que más contribuyen a proteger los ojos está el glutatión. Y este se encuentra no solo en los cítricos sino también en los espárragos. Aguacate, ajo (una vez más!), brócoli. nueces son otros de los productos que aportan antioxidantes.

Fatiga crónica.  Tantas personas la sufren! Jóvenes y menos jóvenes. Una fatiga sin causa aparente que altera la actividad cotidiana y acaba despertando la depresión. 

Pues también este trastorno se relaciona con la alimentación. Existen alimentos que la impiden así como otros que la promueven. 

Para decirlo con más pertinencia: la alergia a ciertos alimentos puede ocasionar la aparición y permanencia de la fatiga crónica. Los tres alimentos más comúnmente citados como culpables son el trigo, el maíz y la leche.

Se deduce entonces este consejo: la fatiga crónica es bastante difícil de detectar como tal. Pero si usted cree sufrirla, sométase a una prueba para detectar posibles alergias a uno o más alimentos. Es sorprendente la cantidad de productos que desatan reacciones adversas sin que se les sospeche. La prueba puede ser llevada a cabo en el consultorio de un alergólogo o mediante un examen de sangre llamado RAST. 

Sueño, azúcar y miel. Las abuelas lo saben: la miel es muy eficaz para combatir el insomnio. Eso dicen ellas y muchos de nosotros lo habremos comprobado. La miel o algún alimento que contenga almidón como unas galletas dulces. Ambos ayudan.

Pero hay otros alimentos, igualmente tradicionales, e igualmente eficaces. Tal es el caso de la leche tibia. Esta contiene opiáceos naturales, conocidos como casomorfinas, que podrían abrir el campo para una larga noche de sueño tranquilo.

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