En alguna oportunidad, un amigo comentaba que solo quien hubiera sufrido de cálculos renales podía calibrar lo que significaba el dolor de un parto. Porque ambos dolores, el de los cálculos renales y el del alumbramiento, se equiparan en intensidad. Y este amigo, consuetudinario formador de piedras en sus riñones, parecía hablar con la certeza de quien ha sufrido varias veces la dolorosa experiencia.
Lo cual puede ser cierto.
Cálculos en la vesícula biliar y cálculos en los riñones: algunas similitudes, bastantes diferencias. Ambos cursan silenciosos, sin dar síntomas hasta convertirse en un a alarma llena de dolor y de urgencia. Ambos comienzan con el tamaño de un grano de arena. Ambos tienen componentes hereditarios. Pero mientras los primeros provienen de la saturación de la bilis dada por el colesterol, los segundos son el resultado de la acumulación de calcio y oxalatos en la orina. Mientras los primeros se presentan más en las mujeres, los segundos prefieren a los hombres. Y mientras los primeros exigen la extracción de la vesícula, los segundos permiten la conservación del riñón. A menos que, en casos extremos, hayan invadido tantísimo el tejido renal que lo hayan deteriorado, llevando entonces a soluciones más radicales.
Los cálculos suelen formarse en el interior de los riñones pero, por distintas razones, pueden movilizarse hasta el uréter o la uretra y bloquear la salida de la orina. Mientras se encuentran quietos, sedentarios en su rincón, no se manifiestan ni crean problemas. Es más, en muchas ocasiones se evacúan solos sin la intervención de un médico. Pero ¡ay de lo que ocurre cuando comienzan a deambular! Y que llegan a obstruir el paso de la orina. Los síntomas no solo incluyen un dolor muy intenso sino que éste va acompañado de náuseas y vómito, fiebre y escalofrío, sangre en la orina, irritación de la vejiga e hinchazón abdominal. Por supuesto, es cuando la persona debe acudir de urgencia a un centro hospitalario.
Existen dos alternativas para el tratamiento, designadas según el criterio del urólogo y las circunstancias y características de los cálculos: la cirugía y la litotricia. Esta última consiste en enviar rayos -ultrasonido- al riñón para pulverizar los cálculos. Es un procedimiento ambulatorio, con anestesia local, y la persona recupera al día siguiente su actividad cotidiana.
Cómo y por qué se forman los cálculos es otro tema. Cualquier persona adulta puede sufrirlos sin embargo existen predisposiciones y factores de riesgo. Entre éstos, se citan:
- Hombres de 40 años y más. Ellos son tres veces más propensos que las mujeres a sufrir de cálculos renales.
- Enfermos de gota, con altos niveles de ácido úrico o con sobreabsorción de calcio. Esto se detecta mediante análisis de la sangre y la orina.
- Antecedentes familiares.
- Consumidores de alcohol.
- Enfermos que han guardado la cama durante mucho tiempo.
Sin embargo, el factor más importante es la misma composición de la orina. El exceso en ésta de calcio y de oxalatos crea un terreno propicio para la aparición de las piedras. Es en este terreno en el que interviene la alimentación. En efecto, existen alimentos ricos tanto en calcio como en oxalatos, sustancias éstas que se disuelven en la orina y pasan por los riñones. Cuando la orina se encuentra demasiado saturada, los oxalatos de calcio se separan para formar masas pequeñas que, con el tiempo, se endurecen y se convierten en cálculos. Los oxalatos de calcio, o cristales, son culpables del 80 por ciento de los cálculos que se detectan en el mundo occidental.
Existe una medida de prevención altamente recomendada y es el consumo abundante de líquidos, sobre todo de agua. Se habla de nuevo en la necesidad de tomar dos litros diarios de agua. Pero, para los formadores de calcio, la medida debería duplicarse: dos vasos de agua u otro líquido similar cada dos horas. Los líquidos parecen disolver los cristales e impedir que se convierten en piedras.
Señalemos ahora a los principales culpables relacionados con la dieta.
- La proteína animal. En especial, la carne roja aunque también influyen el pollo y los productos de mar. El consumo alto de proteína animal triplica los riesgos. Procure no comer carne todos los días y cuando lo haga, no se exceda de 180 gramos diarios. La proteína animal eleva en la orina el nivel de las materias primas de los cálculos: calcio, oxalatos y ácido úrico.
- El alcohol, cuyo consumo debe limitarse. Se ha confirmado que las bebidas alcohólicas tienden a elevar los niveles de ácido úrico y calcio en la orina. La cerveza, en especial la de barril, contiene oxalatos.
- Refrescos y otras bebidas muy dulces, y jugos de frutas cítricas. Ambos tienen contenido alto en oxalatos.
- El exceso de sal. En este sentido, debe tenerse cuidado con los enlatados, jamones, salchichas y otras carnes similares, alimentos preparados que se venden frescos o congelados, productos de paquete como papas fritas.
- Cacao y chocolate caliente, bebidas muy altas en oxalatos.
Existe el temor de que los suplementos de vitaminas y minerales pueden predisponer a la formación de cálculos renales, de manera especial en las personas que les son propensas. En consecuencia, si sufre o tiene riesgo de sufrir de cálculos, solicite la opinión del médico antes de tomar vitamina C, Calcio y vitamina D.
No olvidemos mencionar las verduras y frutas que pueden participar en la formación de las piedras en los riñones. Contradictoriamente, los oxalatos citados como las sustancias benéficas por excelencia, son los malvados componentes de verduras y frutas cuando se habla del riesgo de los cálculos.
Aquí va la lista de los principales culpables, cuyo consumo debe ser limitado o evitado por las personas en riesgo:
- Verduras: Acelgas, endibias, espárragos, espinacas, habichuelas o judías verdes, perejil, remolacha, hojas de remolacha, tomates, verdolaga. Acelgas y remolacha son las que más contienen oxalatos.
- Frutas: Arándanos, ciruelas, fresas, grosellas, higos, piel de limón, moras, naranjas y uvas.
Se incluyen, adicionalmente, las almendras, las semillas de amapola, la papa dulce, batata o boniato, y la pimienta.
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