Su vesícula biliar le agradecerá si se desayuna todos los días. Si no ayuna ni pasa más de catorce horas sin probar bocado. Si no se precipita en una dieta draconiana para adelgazar cinco kilos en una semana... Y si evita los alimentos pobres en fibras y ricos en azúcares.
Sí, su vesícula se lo agradecerá porque entonces tendrá muchos menos riesgos de llenarse de cálculos. Porque las tres situaciones arriba descritas son ideales para la formación de esas piedras, que pueden ser semejantes a un grano de arena o tan grandes, y quizás más que una nuez de nogal entera. Piedritas capaces de pasar desapercibidas durante muchos años pero que, de pronto, en cualquier momento y sin preaviso, pueden atascarse y conducirlo, de urgencia, a un quirófano.
Así son los cálculos biliares. Silenciosos pero rencorosos: no le perdonan al mundo occidental sus hábitos alimenticios, tampoco les perdonan a los obesos su exceso de kilos, ni a quienes se explayan a comer carnes grasosas mientras se olvidan que existen las verduras y el aceite de oliva.
A pesar de que trabaja en permanencia, la vesícula biliar rara vez se manifiesta. Es más, usualmente nos olvidamos que existe y no la recordamos ni siquiera para agradecerle que, gracias a ella, digerimos lo que comemos. En efecto, esa pequeña bolsa, ubicada debajo del hígado, se mantiene llena de bilis que expulsa hacia el hígado y el intestino delgado para ayudar a la digestión. En circunstancias determinadas, la bilis se satura de colesterol y se cristaliza dando lugar a la formación de pequeñas bolas, tan duras como piedras. Los cálculos.
En un alto porcentaje, esos cálculos pasan inadvertidos y no causan daño. Esto ocurre mientras las piedritas se mantienen quieta en el interior de la vesícula. Sin embargo, esto no siempre sucede: una de las bolitas puede decidir movilizarse y querer escapar cuando la vesícula se contrae para expulsar la bilis. Si la piedrita es pequeña, puede pasar sin problema. Pero si es grande -puede llegar a tener dos centímetros y medio de diámetro!- puede atascarse en el orificio destinado a la salida de la bilis. Es cuando se produce el dolor. Un dolor tan intenso, de pocos minutos y hasta más de una hora, acompañado de náuseas y de vómito. A ese momento, la vesícula puede inflamarse y es cuando se presenta la emergencia. El cálculo y la vesícula habrán de extraerse.
Los cálculos biliares no suelen presentarse en personas jóvenes. Llegan con la edad y afectan más a las mujeres que a los hombres. Suelen ser un mal de familia. En ese sentido, existe una propensión genética a sufrirlos. Pero no caben dudas de que la alimentación es un factor clave tanto para la prevención como para su aparición.
Este es el punto principal: fibras, hortalizas, leguminosas, aceite de oliva. Una alimentación rica en fibras ayuda a prevenir los cálculos biliares. Diversos estudios adelantados en varios países concluyen que los vegetarianos tienen menos probabilidades de sufrir de cálculos biliares que las personas que comen carne. Además de las hortalizas, se citan otros alimentos protectores entre los cuales están incluidas las nueces, fríjoles y lentejas, arvejas o guisantes, soya, habas y naranjas. Estos alimentos no solo previenen la formación de las piedras sino que protegen contra los ataques biliares.
Con las leguminosas y las mismas hortalizas hablamos de proteínas vegetales. Quizá son ellas las que proporcionan el beneficio mediante la reducción de la saturación del colesterol en la bilis.
El riesgo en cambio se acrecienta cuando la dieta es rica en azúcares, de manera especial los de rápida absorción. El azúcar blanco como tal, las harinas y cereales refinados aumentan el contenido de colesterol en la bilis y ésta, saturada, lleva a la formación de cálculos.
El café es otro de los productos que se recomienda evitar por cuanto, consumido sin azúcar y sin leche, con o sin cafeína, estimula las contracciones de la vesícula y con ello puede provocar los ataques biliares. Y no se necesitan grandes cantidades: media taza de café, con o sin cafeína, basta para estimular las contracciones vesiculares.
En cambio una copa de alcohol, sea éste vino, whisky o cerveza podría reducir la incidencia de cálculos. Una mayor cantidad no demostró ser eficiente ni ofrecer una protección adicional.
Y llegamos al punto de los kilos de más y de menos. Ambos extremos perjudican cuando de cálculos biliares hablamos. Citemos a las mujeres ya que se presentan con mayor incidencia en ellas que en los hombres. Para ellas, un exceso de peso representa un riesgo sobre todo cuando son mujeres de edad madura. En un estudio adelantado en la universidad de Harvard se observó que mujeres obesas presentaron una propensión seis veces mayor a sufrir de cálculos biliares que las mujeres de peso normal. Con sobrepeso de tan solo cinco kilos, la propensión se duplicó.La propensión aumenta cuando el nivel de triglicéridos es alto y bajo el nivel del colesterol bueno (HDL).
Frente a ello, se encuentran las personas que pierden varios kilos en muy poco tiempo. Se cita de manera especial el caso de personas que adoptan una dieta baja en calorías y completamente exenta de cualquier grasa. El 50 por ciento de las personas sometidas a esas dietas pueden desarrollar cálculos biliares. Cuando mayor sea el peso perdido y mayor la rapidez para perderlo, mayor es el peligro. El riesgo no desaparece cuando vuelven a comer normalmente.
Para evitarlo, la primera recomendación es la de agregar un poco de grasa a la dieta. Con dos cucharas pequeñas de aceite de oliva al día se obtiene una protección contra los cálculos biliares. Esa cantidad mínima estimula la vesícula a que se contraiga y expulse la bilis por lo menos una vez al día, evitando que ésta se acumule y lleve a la formación de los cálculos.
En adelante, pensemos un poco más en la vesícula biliar. También ella requiere de nuestra atención. Recordemos que, ante el descuido y el olvido, puede ser rencorosa. Por ello, si la queremos mantener contenta, démosle fibras con muchas verduras, frutas, leguminosas y cereales integrales. Y de vez en cuando, un tilín de alcohol y muy poca grasa animal.
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