lunes, 16 de junio de 2014

El agua, una amiga



¿Se ha preguntado alguna vez si es suficiente el agua que toma durante el día? ¿Ha sospechado acaso que sufre de deshidratación?

Nos puede ocurrir, a cualquiera de nosotros, que no estemos tomando suficientes líquidos y que, en consecuencia, nos haga falta hidratarnos mejor.


¿Cómo saberlo? A menos que fuera una deshidratación severa, no existen síntomas específicos para determinar si estamos o no bien hidratados, si nuestro cuerpo, y cada una de nuestra células, está recibiendo una cantidad adecuada de líquidos que le permita funcionar a plenitud.


Sin embargo, hay un indicio que nos puede orientar. Y es la falta de energías. Muchas veces, cuando no tomamos suficientes líquidos, nos sentimos cansados, como abotagados y sobre todo, sin muchos ánimos y con muy poca energía. Por supuesto, esta no es señal exclusiva de la deshidratación. Pero el hecho es que el agua, a pesar de no aportar calorías ni menos energías, tiene una influencia mayor sobre los niveles de energía y sobre nuestro comportamiento.


Esto se explica porque los líquidos, y más específicamente el agua, son fundamentales para el funcionamiento del metabolismo de todas las funciones de nuestro organismo. La deshidratación se manifiesta de distinta formas, y muchas de éstas se relacionan con la energía.


Observe estas propuestas y trate de determinar si corresponden de alguna manera a lo que usted suele sentir:


- Sentirse aletargado

- Falta de concentración
- Sensación de mente vacía
- Pereza, negligencia
- Cansancio
- Dolores de cabeza
- Falta de energía
- Sensación de estar desanimado

Si usted concluyó que dos o más de estas manifestaciones le son propias, comience a tomar una mayor cantidad de líquidos. Y luego de un rato, vuelva a examinar su estado de ánimo y sus sensaciones. ¿Observa algún cambio positivo?


Si es así, habrá detectado una falla importante en sus hábitos de vida. Porque, bien lo sabemos, tomar agua y líquidos en general hace parte de nuestra vida, hace parte de la prevención de malestares, y hace parte también del funcionamiento pleno de nuestro organismo.


Todo en nosotros, cada membrana, cada órgano necesita de líquidos para funcionar. Un ejemplo está en la sangre. Otro, en los intestinos. Otro más en los riñones!


Si bien lo hemos comentado muchas veces, vale la pena reiterarlo. Es preciso tomar entre un litro y medio y dos litros diarios de líquidos, de preferencia agua.


¿Lo estamos cumpliendo? Muchos pensarán que toman suficientes cantidades. Otros dirán que toman pero que no se van a poner a contar el número de vasos.


Tienen razón aunque no la tienen del todo. Porque no se trata de andar haciendo cuentas sino de ayudarnos con astucias. Una de ellas, para dar un ejemplo, es la de llenar una botella de agua que se dejará a lo largo de día a nuestro alcance. Así no se necesita contar sino que la misma botella le dará, por sí sola, la respuesta... Otra puede ser la de permanecer con un vaso al frente, del que se irá tomando y al que se llenará tan pronto se encuentre vacío.


Lo importante es tomar en buena cantidad. Y esto no es solo para quienes viven en climas cálidos en donde se pierden líquidos a través del sudor. Tampoco es únicamente para los que tienen rutinas de ejercicios o practican deportes de manera intensa. Es válido para todos nosotros, cualquiera sea nuestra ocupación, edad y sexo...


En efecto, el líquido más recomendado es el agua. Sin embargo, puede complementarse con aguas aromáticas, jugos de fruta, caldos y sopas (para quienes viven en tierras frías). Para los deportistas, funcionan igualmente las bebidas rehidratantes. El té y el café no son de total conveniencia para hidratarse por cuanto ambos son diuréticos. Sin embargo, pueden complementarse con una cantidad igual de agua, que compensará la pérdida de líquidos. Tampoco suelen ser recomendadas las gaseosas por su contenido en cafeína y en azúcares. Si son "light" pueden tomarse de vez en cuando sin que se conviertan en la bebida ideal y permanente.


Lo que no se recomienda en absoluto como solución a la deshidratación es el alcohol. Ante todo por ser diurético, y luego por contener azúcares y ser, finalmente, bebida que acaba creando adicciones. 


Hay personas a quienes les disgusta el agua como tal. ¿Por qué, entonces, no agregarle a ese vaso de agua una tajada de limón, o unos cubos de hielo o unas gotas de algún concentrado de fruta?


Otro recurso que no debe despreciarse para lograr una buena hidratación es el de consumir cantidades suficientes de frutas y de verduras. Todas ellas contienen líquido y todas son benéficas. Tomemos el ejemplo de una piña o una patilla, de uvas y duraznos o de los mismos cítricos... También de verduras como el tomate y loe cocombros o pepinos, la calabaza y la espinaca.


Aquí van unos consejos para lograr en permanencia una buena hidratación:


- Llene una botella de agua al despertar y tome en ella a lo largo del día. Por supuesto, lo ideal es poderla mantener en la nevera pues el agua fresca es más apetitosa. Usted se sorprenderá de ver como, teniéndola al alcance, usted se acostumbrará muy pronto a estar tomando sorbos de agua, casi sin darse cuenta!


- Durante el invierno o en climas fríos, caliente el agua y tómela con unas gotas de limón o de jugo de naranja, o haciendo con ella infusiones de hierbas frescas.


- Cuando salga a hacer su rutina de ejercicios, asegúrese de llevar con usted una botella de agua o una bebida rehidratante. Tome en cantidades suficientes antes de iniciar el ejercicio, durante la práctica y al terminarla. No espere a sentir sed, esta es la primera señal de la deshidratación.


- Durante el ejercicio se pierde una cantidad apreciable de líquidos mediante el sudor. Puede usted pesarse antes y después de la rutina y a ese momento sabrá la cantidad que deberá reponer.


- Y no olvide incluir en sus comidas cantidades suficientes de verduras y frutas. Sopas, ensaladas, o frutas enteras. Todas son válidas para que su organismo reciba el líquido que le exige cada fase de su funcionamiento.

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