Hay tres momentos en la vida de las mujeres durante los cuales se deben tomar precauciones para no ganar kilos. En los hombres, se pueden citar dos épocas.
Para las mujeres, estos momentos son la adolescencia, el embarazo y la menopausia. En los hombres, hablamos del inicio de la tercera década de la vida y de la andropausia.
Durante la adolescencia, las jóvenes ganan con mucha facilidad varios kilos y éstos contribuirán a incrementar el malestar propio de una edad en la que ya no se es niña y tampoco se es adulta, cuando comienza la menstruación y que surgen numerosas inquietudes.
El embarazo es muy distinto, por supuesto. Pero, de igual manera, descuidarse durante esos nueve meses puede conducir a un exceso de peso perjudicial tanto para la madre como para el futuro bebé. Con frecuencia, a la madre le será más difícil el alumbramiento si ha ganado más kilos de los que hubiera debido. Mientras que, para el futuro bebé, ese exceso de peso de la madre le predispondrá a ser obeso en su vida. Lo ideal para una mujer que inicia el embarazo con el peso adecuado, es ganar un kilo porcentual por mes. Por supuesto, esa ganancia no se hará mes tras mes sino de manera paulatina, ocurriendo en los últimos tres meses la mayor ganancia.
Y cuando se presenta la menopausia, la tendencia a engordar es casi generalizada. Pero, de no controlarla, llega igualmente a ser perjudicial. En todo momento el exceso de peso implica riesgos para el corazón y los huesos, para las articulaciones, y abre las puertas a otros problemas tan serios como el cáncer. Esos kilos, por demás, son muy difíciles de perder por lo que se aconseja a toda mujer tomar todas las medidas necesarias para evitarlos. Por ejemplo, a través de una rutina permanente de ejercicios, mediante una selección adecuada de los alimentos, la eliminación de algunos productos que, sin aportar beneficios al organismo sí le predisponen a la obesidad.
Miremos ahora el caso de los hombres. Y comencemos por la andropausia. Que es, finalmente, el equivalente de la menopausia. Se habla menos de esa etapa en la vida de los hombres por cuanto no conlleva todos los inconvenientes y trastornos que ocurren en las mujeres. Pero existe y, en el momento en que comienza a presentarse, ocurren cambios importantes. Uno de ellos puede ser la disminución de la libido, mayores dificultades para eyacular, inflamación de la próstata, tendencia a ganar peso.
Hablemos ahora de la segunda etapa que es cuando se inicia la tercera década de la vida. Se establece que, tanto en hombres como en mujeres, es un momento en que el metabolismo se hace mucho más lento. En los hombres, esto se traduce por una tendencia marcada a ganar unos kilos. Pero atención, esos kilos no irán a cualquier parte del cuerpo: usualmente se concentrarán en el abdomen, dando lugar al llamado síndrome metabólico.
Esta expresión no explica realmente en lo que consiste la ganancia de peso en el abdomen. Pero así la han denominado por cuanto la grasa que se va a acumular en la panza abre un abanico de riesgos muy serios, entre los cuales la hipertensión arterial, incremento de los niveles de glicemia en la sangre (más riesgo de diabetes), elevación de las cifras de los triglicéridos, la caída de los niveles del colesterol bueno HDL y, a la par, la elevación de las cifras del colesterol malo LDL.
De acuerdo con diversas investigaciones, el síndrome metabólico incrementa en un 3.5 el riesgo de sufrir de infartos cardíacos y otras enfermedades cardiovasculares.
Los principales síntomas asociados con el síndrome incluyen:
- Hipertensión arterial (superior a 130 mm)
- Sobrepeso u obesidad abdominal: talle superior a 80m cms para las mujeres, y 94 para los hombres
- Triglicéridos en la sangre superiores a 1,5 g/l
- HDL inferior a 0,40 g/l para los hombres y 0,50 en las mujeres
- Glicemia o azúcar en la sangre alta.
El síndrome metabólico no se desarrolla simplemente como una ganancia cualquiera de peso sino que desata la aparición de una serie de trastornos y perjuicios. Aquí viene la explicación: cuando comemos y que todo ocurre de manera normal, el páncreas secreta la hormona insulina. Esta tiene como misión la de reducir la glicemia y, para ello, permite el ingreso de la glicemia en los músculos y de los ácidos grasos en los adipocitos o células grasas.
Pero no siempre el proceso se cumple de manera adecuada. Con frecuencia, personas que tienen el abdomen abultado (de grasa), presentan una menor sensibilidad a la insulina lo que significa que, en ellas, ni el azúcar ni los ácidos grasos penetrarán en los tejidos. De allí se desprenderán la hiperglicemia y el exceso de células grasas en la sangre, y ambos serán riesgos cardiovasculares severos. Así se dará lugar igualmente al síndrome metabólico.
También en este caso el colesterol entrará a jugar un papel importante. Y será precisamente el colesterol malo, LDL, el protagonista principal. El organismo necesita de colesterol: como elemento integral de las membranas celulares, núcleo de algunas hormonas y materia prima de la vitamina D. Todas las células necesitan de colesterol y precisamente quien lo transporta a través de la sangre es el colesterol malo...
Todo se cumple bien hasta el momento en que en que se llega al tope y se excede de la cantidad que puede ser absorbida por la sangre. Y si las arterias y venas han sufrido agresiones anteriores, debido a mala alimentación o exceso de colesterol y de glicemia, ese LDL comenzará a insertarse progresivamente en las paredes de los vasos sanguíneos.
Allí comenzará el proceso a través del cual se formarán placas sobre las paredes interiores de las arterias. El proceso que se verá agravado por una inflamación de tejidos, podrá concluir en la obstrucción de la arteria y el consiguiente infarto.
Allí se comprende por qué el síndrome metabólico significa tales riesgos cardíacos para quien lo sufre.
¿Qué hacer? Por supuesto, siguen las indicaciones de rigor: una dieta equilibrada, limitar el consumo de los productos que pueden ser nocivos (exceso de azúcares, alimentos fritos, grasas, alcohol y tabaquismo), y mantener una rutina de ejercicios. Una rutina diaria en lo posible.
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