viernes, 27 de junio de 2014

Lucha contra el alcohol



Es cierto que una copa de vino rojo es benéfica. Es cierto también que ayuda a nivelar los niveles del colesterol y a fortalecer el corazón.

Sin embargo, cuando una copa se convierte en dos, tres y más, el beneficio comienza a declinar. Para convertirse más bien en el presagio de complicaciones severas.

Hasta llegar al consumo excesivo de bebidas alcohólicas. O, para nombrarlo por su nombre, al alcoholismo.

Los conceptos en torno al alcoholismo han cambiado en los últimos años. En primer lugar, de bebida socialmente aceptada, a la que se le abrían las puertas de cualquier reunión, el alcohol se convirtió en una droga y su consumo excesivo, consuetudinario, es bautizado hoy como la dependencia a una sustancia adictiva.

Por supuesto, pocos lo reconocen como tal. Menos aún lo hacen quienes consumen con tanta frecuencia el licor. Con la certeza -muchas veces engañosa- que es un pasatiempo que se deja en el momento mismo en que uno así lo decide.

Pero alcohólico -palabra dura de aceptar- no es necesariamente quien toma todos los días cantidades de bebidas alcohólicas. Las autoridades mundiales han establecido que existe el "alcohólico social", la persona que, cada día, busca una o más bebidas y se acostumbra tanto a obtenerlas que se convierten en parte integral de sus hábitos de vida.

La dependencia del alcohol tiene dos aristas: es física y es sicológica. A veces, es la combinación de ambas. Con el tabaco ocurre lo mismo: física es la necesidad cuando es el organismo quien reclama la sustancia, y sicológica es la dependencia mental, necesidad casi abstracta que se relaciona con la mente, los estados de ánimo, el equilibrio emocional.

Por supuesto, existen distintos grados para calificar a una persona como alcohólica. Pero, en general, se establece que lo es quien:

- Comienza a tomar en horas cada vez más tempranas
- Quien se emborracha con la bebida
- Quien vuelve a buscar una bebida para matar el "guayabo" o "ratón"
- El hombre que consume 21 copas a la semana y la mujer que consume 14 copas en el mismo período
- Quien no puede pasarse de un trago cada día y día tras día.

De nuevo vale recalcar la diferencia entre la persona que se toma una copa de vino para acompañar su almuerzo o cena, de aquella que busca, con afán, uno o más tragos una o varias veces al día. 

Qué produce el consumo excesivo de alcohol en el organismo?

A largo plazo, las bebidas alcohólicas causan daños al hígado, riñones y páncreas, afectan al cerebro y al sistema nervioso central. El alcohol deprime el sistema de defensas (inmunitario), causa deshidratación mientras que nutrientes principales comienzan a perderse. Entre otras razones porque la bebida muchas veces lleva a los trastornos de alimentación.

Hay más daños: el alcohol lleva a la pérdida de la facultad natural del organismo de procesar las grasas de manera adecuada y completa. Y esto conduce a la aparición de un hígado graso, hepatitis, cirrosis y ésta, no pocas veces, conduce al cáncer hepático.

Otro campo en donde el consumo excesivo de alcohol causa estragos es en el corazón. Produce hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, diabetes, osteoporosis, problemas digestivos y malnutrición.

En su comportamiento social, quien consume en exceso alcohol llega a tener y causar accidentes de tránsito, más problemas en su familia y en su medio laboral y social.

Pero dejar el alcohol no es tarea fácil. Para lograrlo, se requiere en primer lugar de una voluntad firme y de un convencimiento (¡a toda prueba!) de que se debe suspender la bebida. La suspensión puede llegar a producir alucinaciones, convulsiones, depresión y ansiedad, trastornos del sueño. De allí que sea indispensable buscar una ayuda médica y sicológica sobre todo para los primeros días. Al término de pocas semanas la crisis se habrá superado y la persona se sentirá mucho mejor de lo que se sentía antes.

Por supuesto, no deberá volver a tomar ni un solo trago. Es demasiado arriesgado!

Para la recuperación existen varias ayudas. Una de ellas consiste en adoptar de nuevo una dieta completa que le proporciones los nutrientes que se perdieron y le de, a la vez, energías suficientes para continuar en la lucha.

Estos son algunos consejos que ayudarán para la recuperación:

- Frutas, verduras, cereales enteros, leguminosas, nueces y semillas;
- Retoños de alfalfa, ricos en numerosas vitaminas y minerales;
- Pescados grasos por lo menos tres veces a la semana más semillas crudas no saladas todos los días. Ambos ayudarán a proporcionar los ácidos grasos esenciales útiles para el cerebro y el sistema nervioso central;
- Agua -por lo menos ocho vasos diarios- para superar la deshidratación. Agua y tés aromáticos ayudarán a eliminar las toxinas. Aunque sea complicado, cada vez que añore un trago, acuda a un agua aromática!
- Jugos hechos con verduras que también ayudan a superar el guayabo.

Evitar:

- Si realmente desea combatir la adicción al alcohol, debe eliminar completamente los azúcares y carbohidratos refinados. La razón es porque ambos elevarán los niveles de azúcar en la sangre a la vez que producirán antojos, a veces antojos casi perversos que le harán buscar de nuevo una bebida alcohólica;
- Alimentos fritos o con grasas saturadas que pondrán su hígado, cansado, a trabajar cuando lo que necesita es descansar;
- Café, té y bebidas que contienen cafeína que alteran también los niveles de glucosa en la sangre;
- Tabaco.

No es de más aconsejar que:

- Busque grupos de apoyo como el de los A.A.;
- Evite las situaciones que inducen a la bebida (incluyen personas, reuniones sociales, actividades y ocasiones festivas);
- Tenga paciencia y dése el tiempo suficiente para recuperarse. Las situaciones de estrés no son las más ideales para ayudarle en su propósito de vencer la bebida;
- Cuando tenga ánimos suficientes, inicie una rutina de ejercicios. Le ayudarán a vencer el estrés que le produce el haber dejado de beber o el estar luchando para lograrlo;
- Su familia es su mejor aliada. No la aleje de su proceso de recuperación.

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