Una pizza puede ser una excelente alternativa para un almuerzo fuera de casa. Lo mismo que una hamburguesa o un sándwich. No es porque se les haya clasificado como comidas rápidas que sean poco nutritivas o malsanas o prohibitivas.
Todo está en cómo y con qué se combinan, y cómo se cocinan y con qué ingredientes se preparan.
Así que "diabolizar" el famoso "fast food" puede acabar siendo un gran error. En el mundo miles de personas se ven obligadas a diario a alimentarse de comidas rápidas y los mismos restaurantes que las preparan han modificado sus menús para ofrecer, a la par, ricas y muy surtidas barras de verduras así como ensaladas de verduras y de frutas.
No es difícil deducir de dónde viene el auge de las comidas rápidas. El mundo moderno, con sus atafagos y afanes obliga a las personas -trabajadores, profesionales, estudiantes...- a comer fuera de casa. No son solo los horarios apretados de las oficinas y escuelas o universidades sino también las distancias en las grandes ciudades, el hecho que tanto el padre como la madre trabajen fuera del hogar, la disgregación de las familias, éstas y muchas otras situaciones que obligaron a las mujeres a salir de la cocina y a los miembros de la familia a buscar fuera del hogar su alimentación. Por lo menos, parte de su alimentación la que, por lo general, es el almuerzo.
Dos tendencias principales se observan en la comida rápida: aquella de procedencia norteamericana, caracterizada por la hamburguesa, y la otra de origen mediterránea, con la pizza como blasón. En los últimos tiempos se han multiplicado los restaurantes de tendencia asiática, con los sushi como opción primera pero aún les falta mayor penetración en el mercado para convertirse en tendencia principal.
A manera de orientación, se exponen aquí las principales cualidades así como los inconvenientes de las comidas más comunes ofrecidas en el mercado de las comidas rápidas.
La hamburguesa
Todos los sabemos: Sus ingredientes característicos incluyen la carne molida, generalmente de res o mezclada con algo de cerdo, almidón o pan rayado para amalgamar la carne, huevo y grasa. La procedencia y calidad de la carne así como la cantidad y calidad de la grasa marcan grandes diferencias entre unas hamburguesas y otras. Cuando son de alta o muy alta calidad, la carne suele ser solo de res, con mediana proporción de grasa, ésta varía de un aceite vegetal a otro, sin que asomen grasas saturadas. Pero esto es difícil obtenerlo.
La carne es complementada con unas tajadas de tomate, cebolla y unas hojas de lechuga, el todo presentado en un pan cuyo valor nutricional es superior al de un pan blanco corriente siendo la proporción de grasa superior (4 por ciento en vez de 1 por ciento).
Hasta ahora, la hamburguesa se mantiene como alimento saludable, con un aporte de entre 300 y 400 calorías. El gran problema comienza cuando se le untan las salsas -mayonesa, salsa de tomate, cada una en promedio con 100 calorías-, cuando se le acompaña de papas fritas, que se agregan tajadas de tocineta, lonjas de queso, etcétera. Además de acabar repleta de grasas saturadas, una hamburguesa así aporta un promedio de entre 900 y 1.000 calorías sin que, por lo tanto, contenga todos los nutrientes adecuados.
Perro caliente -Hot dog-
Este es otro de los alimentos típicos de la comida de origen norteamericana. Aporta un 16 por ciento de proteínas, entre 16 y 30 por ciento de grasas, dependiendo de la misma salchicha, entre 1 y 10 por ciento de fécula, más sal. Es de más recordar que la grasa es saturada, de origen animal, que muchas veces la salchicha no es únicamente cocinada en agua sino frita, y que no pocas veces se le agregan tajadas de tocineta.
En esta alternativa, al igual que con la hamburguesas, la poca verdura que se le agrega no alcanza a significar un real aporte en nutrientes. Mientras que las salsas, mostaza, mayonesa y salsa de tomate, agregan un buen número de calorías.
En ambos casos, tanto si se trata de hamburguesa como de perro caliente, es indispensable complementar el alimento con una buena ensalada, porción de verduras cocinadas o crudas, más frutas y un producto lácteo. Esta complementación se puede hacer en cualquier momento del día y no necesariamente durante el almuerzo.
La pizza
Llegamos a una de las más características opciones de la comida mediterránea. Más específicamente, proveniente de Italia pero que ha sido acogida y adoptada y adaptada en el mundo.
La pizza, como se sabe, consta de una base de pan sobre la cual van organizados distintos productos. En términos generales se ponen tomates, enteros o en concentrado, y quesos. Luego la imaginación, el gusto y los antojos juegan su papel y establecen la inmensa variedad disponible.
La gran ventaja de la pizza es que incluye un carbohidrato -la masa- más una proteína -el queso- más verduras que pueden ser tomates, champiñones, pimentones, corazones de alcachofa, cebolla u otros. Se le agregan con frecuencia trozos de jamón o de salchichón, aceitunas, anchoas.
Según los nutricionistas es una opción absolutamente válida como alimento equilibrado y completo. Puede complementarse de todos modos con una buena ensalada, frutas -enteras o en jugo-, un postre que podría ser un yogur dulce.
La pizza se incluye en el campo de las comidas rápidas ya que, como su nombre lo indica, es un alimento que se puede comer sin necesidad de instalarse en un restaurante con etiqueta, es de rápida preparación y de rápido consumo. Puede hasta comerse sin necesidad de plato, tal como lo hacen los jóvenes!
Sándwiches
Aquí se encuentra otra opción que puede acabar siendo una alternativa saludable en el consenso de la comida rápida. Todo depende de los ingredientes que se mezclan entre las tajadas de pan y, por demás, del mismo pan que se escoge.
La variedad es inmensa también: los sándwiches pueden ser de queso con jamón, con pollo, con atún, tajadas delgadas de carne, huevo, etcétera. Se le agregan las verduras que se desea y, al igual que en los casos anteriores, no siendo grande su cantidad, se le puede acompañar de un buen plato de ensalada o verduras cocinadas. Se recomienda seleccionar el tipo de pan y optar por el integral o el de varios cereales, más nutritivos y que, finalmente, son carbohidratos de lenta absorción.
Así resulta ser una comida equilibrada y completa, para uno o más días de la semana.
Pollo y pescado fritos
Entre los cuales está el famoso "fish and ship" de los británicos.
Por ser alimentos fritos son mucho menos recomendados como alternativa de comida rápida. No solo porque se desconoce en qué clase de aceite se les fríe sino porque se les come generalmente rebozados, con harina y huevo más grasa de procedencia desconocida.
Para quienes no temen engordar ni tienen problemas de colesterol, comer un pescado frito o una tajada de pollo frita de vez en cuando no es dramático. Pero es imprescindible saber en qué aceite se les va a fritar para evitar la acumulación de grasas saturadas. Se recuerda que el aceite de canola es el más adecuado para ser sometido a altas temperaturas sin que se altere su composición química.
Y no hablamos de las bebidas que van a acompañar cualquiera de las preparaciones enunciadas. Por supuesto, el agua es ideal. Pero también pueden ser bienvenidos los jugos de fruta a los que no se les ha agregado azúcar, un té frío con una gotas de limón, o una limonada, una cerveza o una copa de vino (no muy característica de las comidas rápidas pero ocasionalmente válida).
Son poco recomendadas las bebidas gaseosas o las malteadas hechas con helado y leche.
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