lunes, 8 de septiembre de 2014

Anemia: amigos y enemigos del hierro



Es sinónimo de cansancio, de dificultad para concentrarse, de irritabilidad y de hormigueos, falta de apetito, sensación de frío en manos y pies.

Así se describen los síntomas que se presentan cuando hay anemia. La persona se ve pálida, no tiene energías para nada, vive de mal humor y se siente incómoda, como si estuviera enferma sin estarlo.

La anemia es mucho más frecuente de lo que se piensa. Se registra en todos los países del mundo, ricos o pobres. Es más frecuente cuando hay problemas y escasez de alimentación. Se le diagnostica con mayor frecuencia en niños  adolescentes, y mujeres, sobre todo en las que tienen menstruaciones fuertes, y durante las etapas del embarazo. También la hay entre los adultos mayores y, hecho bastante insospechado, en atletas de gran intensidad.

En los primeros momentos de su aparición, la anemia no es vista como una enfermedad. Porque se le ve, en esa etapa inicial, como una carencia de hierro. Sin embargo, si esta carencia no se ve corregida, sí puede alcanzar los niveles más serios y convertirse en una enfermedad. De todos modos, y antes de hablar de ello, se distinguen varias modalidades, muchas de éstas sujetas a corrección.

Los síntomas exteriores son indicativos de la carencia de hierro en un organismo. Pero es a través de un examen de sangre que se confirma: cuando se miden los niveles de la hemoglobina y de los hematocritos. Con estas pruebas se miden la cantidad de proteínas que transportan hierro en la sangre y la cantidad de glóbulos rojos, factores ambos muy importantes para la salud.

¿Cuáles son las causas de la falta de hierro y la consecuente anemia?

En primer lugar, la alimentación incompleta, que carece de los nutrientes propios para garantizar un aporte suficiente de hierro al organismo. Luego, se presentan problemas de salud y trastornos que llevan a la carencia de hierro. El caso de los atletas de alta intensidad es distinto: las cantidades enormes de sudor que secretan durante sus entrenamientos llevan a la pérdida de mucho hierro.

Los trastornos que pueden influir son:

- Enfermedades de malabsorción, operaciones del estómago o diarreas crónicas;
- Pérdida excesiva de sangre por úlceras, menstruaciones muy intensas, cáncer o hemorragias internas;
- El embarazo, especialmente durante los últimos meses, cuando las exigencias en hierro del bebé son muy altas.

Veamos como se desarrolla la anemia: - - Primero se presenta la deficiencia de hierro. Es la etapa anterior a la presencia de niveles bajos de hemoglobina o del valor hematócrito.
- En esta etapa preanémica el cuerpo tiene muy poco hierro acumulado pero la carencia no es todavía muy grande como para que aparezcan señales de anemia. Las pruebas con ferritina indican si el cuerpo tiene o no suficiente hierro acumulado. En esta etapa, se habla de una señal de alarma y de la necesidad de corregir el problema a la mayor brevedad posible.
- Cuando se declara la anemia, el cuerpo ha agotado sus reservas. Y esto es lo que dicen los exámenes de laboratorio para analizar la hemoglobina y los hematocritos.

Hablemos de cómo interviene la dieta alimentaria en estas etapas. Porque en este sentido no existen dudas: pueden presentarse problemas coadyuvantes, que aceleran o intensifican la aparición de la anemia. Pero, a la base, en la inmensa mayoría de los casos, se habla de una alimentación deficitaria, desequilibrada, pobre en nutrientes.

De allí que los nutricionistas hablen de los factores amigos del hierro y de los enemigos.

Entre los factores amigos, entran en primer lugar los alimentos vegetales. Pero no son los únicos pues también se resaltan los elementos animales. Esto significa que tanto los vegetarianos como los no vegetarianos pueden encontrar en su nutrición los elementos adecuados para suplir su organismo de hierro.

En el reino vegetal, el mejor amigo del hierro es la vitamina C. Se establece que en cualquier comida, el hierro es bien absorbido mientras se le acompañe de alimentos ricos en vitamina C. Más adelante se cita una lista de productos que aportan los 75 miligramos de la vitamina necesaria.

Como alternativa a la vitamina C, se menciona el consumo de una ración pequeña de carne, pollo o pescado (80 gramos son suficientes). Esta cantidad, aún pequeña, ayudará a la adecuada absorción del hierro. Se anota que solo las carnes aportan el hierro hemático.

Una tercera alternativa, aún en investigación, habla de los ácidos para absorber mejor el hierro. Se incluyen los cítricos, el repollo en vinagre y la cerveza. 

Para la solución C, o alimentos que aportan los 73 miligramos de vitamina C, se puede consumir:
- 1 taza de brócoli o de repollitas de Bruselas o de coliflor
- Medio melón
- 1 taza de cogollos verdes, se zumo de arándano, de jugo de pomelo (fresco o concentrado), de jugo de naranja
- 1 taza de repollo rizado
- 1 taza de papaya
- 1 taza de jugo de piña
- 1 taza de fresas frescas o congeladas.

Pero el hierro también tiene sus enemigos, entre los cuales se incluyen:

- El té que puede inhibir gran parte de la absorción del hierro
- En menor medida, el café, sobre todo cuando se toma de manera simultánea o inmediatamente después de haber comido. En este sentido, se recomienda esperar una hora después de la comida para que el café no influya de manera negativa en la absorción del hierro
- Los productos lácteos y la yema de huevo reducen la absorción del hierro no hemático

Debe recalcarse, de todos modos, que el hierro no siempre se absorbe en la cantidad en que es contenido en los alimentos. Se cita el ejemplo de la espinaca de la cual se logra absorber apenas el 10 por ciento de su hierro.

¿Qué hacer?
Cuando se presenta una deficiencia de hierro, el médico debe determinar las alternativas que se deben adoptar.

En términos generales, lo que se aconseja es un suplemento que aporte suficiente cantidad de hierro. Este sin embargo puede presentar inconvenientes como el de producir estreñimiento o ser de difícil digestión. 

La industria farmacéutica ha perfeccionado estos suplementos y existen hoy en las farmacias -o droguerías- presentaciones que pueden ser muy bien toleradas por la mayoría de las personas.

Otras clases de anemia tienen que ver con la carencia de vitamina B12 y de ácido fólico.

En el primer caso, se cita el alcoholismo como la primera causa de la anemia. Por una parte, el consumo de alcohol favorece la excreción de las vitaminas B y esto produce una demanda adicional de las mismas que, por lo general, no es atendida. Los que abusan del alcohol tienen tendencia a seguir dietas incompletas y pobres

En cuanto al ácido fólico, se resaltan las fallas presentes en la alimentación del mundo moderno: con consumos cada vez más pobres de verduras y frutas frescas. Se recuerda que el ácido fólico se pierde cuando los alimentos son cocinados.

También los adultos mayores sufren con frecuencia de deficiencia del ácido fólico. Esto se debe, entre otras razones, al hecho de que, por problemas dentales, los adultos mayores prefieren consumir sus alimentos muy cocinados y blandos. Además, algunos medicamentos que se les suelen administrar entorpecen el aporte de ácido fólico. Otra razón es que el cuerpo solo almacena la vitamina por temporadas cortas (entre dos y cuatro meses) lo que hace aún más fácil la carencia del ácido fólico cuando no se mantiene un ritmo permanente de absorción del mismo.

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