Silenciosa, taimada, incurable y corrosiva. Así se define la diabetes. Una de las grandes epidemias que se ha ido extendiendo por el mundo. Presente en adultos y niños; hombres y mujeres. Una enfermedad maldita que va carcomiendo sin delatarse.
Con un agravante: un altísimo porcentaje de diabéticos ni siquiera sospechan que lo son! Precisamente porque solo se manifiesta cuando han pasado años y que aparecen los estragos.
Condición lamentable. Porque, si bien es incurable, sí puede frenarse y hasta impedir su aparición.
Existen dos tipos de diabetes: la de tipo I, juvenil, que solo se presenta en el 10 por ciento de los enfermos y que obliga a una dependencia de la insulina que debe ser suministrada a diario. La de tipo II, insulina no dependiente, mal llamada diabetes del adulto. Por desgracia porque se le está encontrando con cada vez mayor frecuencia en niños y adolescentes, hecho que no se registraba décadas atrás.
Y esto se debe al cambio de los hábitos cotidianos: poco ejercicio, mucho sedentarismo, dietas mal diseñadas con excesos de grasas de origen animal y mucha comida "chatarra", frente a una carencia de frutas y vegetales, carbohidratos de lenta absorción, cereales. De hecho, un alto porcentaje de los diabéticos suelen ser obesos, lo que complica la situación. Una persona con el peso corporal adecuado secreta cantidades muy inferiores de insulina en comparación con aquella con sobrepeso u obesidad.
En esta diabetes existe un alto compromiso familiar o, lo que se denomina predisposición genética y esto significa que no es una enfermedad que se hereda como tal. Implica para los familiares del diabético someterse a controles regulares de sangre y a asumir una disciplina de ejercicios y dieta lo que les permitirá evitar la enfermedad o alejar su desarrollo. Este es un paso muy importante para la prevención. Otro paso indispensable tiene que ver con las mujeres después de la menopausia, época en que se hace más frecuente la aparición de la diabetes.
Veamos lo que sucede: la insulina, hormona secretada por el páncreas es clave, única e indispensable para el metabolismo o síntesis de los carbohidratos, grasas y proteínas. Cuando se ingiere un alimento, el páncreas libera la hormona la que tiene como función ordenar los nutrientes hasta dejarlos listos para ser almacenados. Cuando ha terminado la comida, el organismo utiliza la glucosa que ha recibido para suplir sus necesidades y esto hace que bajen sus niveles en la sangre.
Pero cuando la glucosa falta o no es suficiente, se producen varias alteraciones:
- Bajan sus niveles en las células y se presenta una mayor producción de la misma incrementando sus niveles en la sangre de manera considerable;
- Aumenta significativamente la movilización de las grasas y se altera la síntesis de las mismas;
- Se pierden proteínas, especialmente las que se encuentran en los músculos.
En el blog anterior hablamos de la glucosa presente en frutas, verduras, leche, cereales y carbohidratos (en donde se convierte en almidón). Una cuarta parte de la glucosa que ingresa al organismo queda almacenada en el hígado y en los músculos para ser utilizada en los momentos de necesidad o cuando hay ayuno. La insulina interviene entonces para impedir que se exceda la glucosa y se desborde en la sangre.
Este es el mecanismo que más se altera cuando hay diabetes.
Se sabe ya que la diabetes es incurable. Sin embargo, como anotado, se puede impedir su desarrollo y frenar el avance de los estragos. Para ello, se acude a un médico endocrinólogo quien fijará los parámetros de la prevención. Existe una etapa conocida como prediabetes la que, bien controlada, no se convertirá en diabetes. Y existen los diabéticos ya registrados para quienes serán de gran utilidad las instrucciones del médico y una disciplina rigurosa. Se trata, en ambos casos, de una dieta adecuada y de un programa permanente de actividades físicas.
Aunque cada persona recibirá sus instrucciones de manera personal e individual, sí existen unas pautas que se pueden aplicar para todos y que incluyen:
- Respetar los horarios de las comidas y las cantidades recomendadas;
- Fraccionar el total de alimentos diarios en cinco comidas;
- Limitar el consumo de harinas a una por comida;
- Preparar los alimentos asados, guisados, horneados o simplemente cocidos en agua. Nunca fritos;
- Eliminar las grasas de origen animal y utilizar aceites vegetales;
- Optar siempre por las carnes magras;
- Limitar el consumo de carnes rojas y remplazarlas por pollo (pechuga sin piel( y pescado;
- Evitar salsas y sazones hechas con leche entera, mayonesa, margarina y similares;
- No agregar sal a la que ya tiene el alimento;
- Consumir frutas enteras en las cantidades ordenadas por el médico;
- Tomar alrededor de 2 litros de agua al día (alrededor de 8 vasos);
- A menos que el médico de instrucciones contrarias, no es necesario limitar la cafeína. En cambio sí es in dispensable eliminar las gaseosas;
- Leer siempre las etiquetas antes de consumir cualquier producto para detectar la presencia de azúcar y sal. Los aceites vegetales hidrogenados deben eliminarse de la dieta;
- Existen varios tipos de edulcorantes que remplazan el azúcar. El médico lo orientará al respecto.
Con un agravante: un altísimo porcentaje de diabéticos ni siquiera sospechan que lo son! Precisamente porque solo se manifiesta cuando han pasado años y que aparecen los estragos.
Condición lamentable. Porque, si bien es incurable, sí puede frenarse y hasta impedir su aparición.
Existen dos tipos de diabetes: la de tipo I, juvenil, que solo se presenta en el 10 por ciento de los enfermos y que obliga a una dependencia de la insulina que debe ser suministrada a diario. La de tipo II, insulina no dependiente, mal llamada diabetes del adulto. Por desgracia porque se le está encontrando con cada vez mayor frecuencia en niños y adolescentes, hecho que no se registraba décadas atrás.
Y esto se debe al cambio de los hábitos cotidianos: poco ejercicio, mucho sedentarismo, dietas mal diseñadas con excesos de grasas de origen animal y mucha comida "chatarra", frente a una carencia de frutas y vegetales, carbohidratos de lenta absorción, cereales. De hecho, un alto porcentaje de los diabéticos suelen ser obesos, lo que complica la situación. Una persona con el peso corporal adecuado secreta cantidades muy inferiores de insulina en comparación con aquella con sobrepeso u obesidad.
En esta diabetes existe un alto compromiso familiar o, lo que se denomina predisposición genética y esto significa que no es una enfermedad que se hereda como tal. Implica para los familiares del diabético someterse a controles regulares de sangre y a asumir una disciplina de ejercicios y dieta lo que les permitirá evitar la enfermedad o alejar su desarrollo. Este es un paso muy importante para la prevención. Otro paso indispensable tiene que ver con las mujeres después de la menopausia, época en que se hace más frecuente la aparición de la diabetes.
Veamos lo que sucede: la insulina, hormona secretada por el páncreas es clave, única e indispensable para el metabolismo o síntesis de los carbohidratos, grasas y proteínas. Cuando se ingiere un alimento, el páncreas libera la hormona la que tiene como función ordenar los nutrientes hasta dejarlos listos para ser almacenados. Cuando ha terminado la comida, el organismo utiliza la glucosa que ha recibido para suplir sus necesidades y esto hace que bajen sus niveles en la sangre.
Pero cuando la glucosa falta o no es suficiente, se producen varias alteraciones:
- Bajan sus niveles en las células y se presenta una mayor producción de la misma incrementando sus niveles en la sangre de manera considerable;
- Aumenta significativamente la movilización de las grasas y se altera la síntesis de las mismas;
- Se pierden proteínas, especialmente las que se encuentran en los músculos.
En el blog anterior hablamos de la glucosa presente en frutas, verduras, leche, cereales y carbohidratos (en donde se convierte en almidón). Una cuarta parte de la glucosa que ingresa al organismo queda almacenada en el hígado y en los músculos para ser utilizada en los momentos de necesidad o cuando hay ayuno. La insulina interviene entonces para impedir que se exceda la glucosa y se desborde en la sangre.
Este es el mecanismo que más se altera cuando hay diabetes.
Se sabe ya que la diabetes es incurable. Sin embargo, como anotado, se puede impedir su desarrollo y frenar el avance de los estragos. Para ello, se acude a un médico endocrinólogo quien fijará los parámetros de la prevención. Existe una etapa conocida como prediabetes la que, bien controlada, no se convertirá en diabetes. Y existen los diabéticos ya registrados para quienes serán de gran utilidad las instrucciones del médico y una disciplina rigurosa. Se trata, en ambos casos, de una dieta adecuada y de un programa permanente de actividades físicas.
Aunque cada persona recibirá sus instrucciones de manera personal e individual, sí existen unas pautas que se pueden aplicar para todos y que incluyen:
- Respetar los horarios de las comidas y las cantidades recomendadas;
- Fraccionar el total de alimentos diarios en cinco comidas;
- Limitar el consumo de harinas a una por comida;
- Preparar los alimentos asados, guisados, horneados o simplemente cocidos en agua. Nunca fritos;
- Eliminar las grasas de origen animal y utilizar aceites vegetales;
- Optar siempre por las carnes magras;
- Limitar el consumo de carnes rojas y remplazarlas por pollo (pechuga sin piel( y pescado;
- Evitar salsas y sazones hechas con leche entera, mayonesa, margarina y similares;
- No agregar sal a la que ya tiene el alimento;
- Consumir frutas enteras en las cantidades ordenadas por el médico;
- Tomar alrededor de 2 litros de agua al día (alrededor de 8 vasos);
- A menos que el médico de instrucciones contrarias, no es necesario limitar la cafeína. En cambio sí es in dispensable eliminar las gaseosas;
- Leer siempre las etiquetas antes de consumir cualquier producto para detectar la presencia de azúcar y sal. Los aceites vegetales hidrogenados deben eliminarse de la dieta;
- Existen varios tipos de edulcorantes que remplazan el azúcar. El médico lo orientará al respecto.
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